Trabajar sin derechos: cómo sería la vida de los trabajadores bajo el programa de Milei

Flexibilización laboral, salarios de subsistencia, acceso a educación y salud según capacidad de pago, entre sus planteos. Por qué para Milei “el futuro está un siglo y medio atrás”. Cómo recuperar una agenda de solidaridad entre trabajadores. 

29 de agosto, 2023 | 00.05

El mundo de las y los trabajadores del país se caracteriza por una creciente fragmentación, un poder de compra que no logra recuperarse y posibilidades más acotadas de movilidad social. Frente a esta economía cotidiana para las mayorías, que espera ser vista y escuchada, aparecen propuestas como las que encabeza el candidato presidencial de la Libertad Avanza, Javier Milei, que plantea que las respuestas pasan por volver al país “pujante” del siglo XIX. ¿Qué implicaría esto? Una devaluación brusca, necesaria para su dolarización prometida, haría caer mucho más el poder adquisitivo de los ingresos de los laburantes y generaría un incremento de la pobreza a un nivel difícil de soportar socialmente, sumado al recorte de lo público (educación, salud) y a una mayor flexibilización laboral que llevaría al fin de las indemnizaciones por despidos, la eliminación del salario mínimo y de programas sociales, y la naturalización del trabajo precario, y se agrega la intervención de los sindicatos que echaría por tierra la puja distributiva, según señalaron especialistas del mundo del trabajo al respecto.

Paradójicamente, lo que ofrece el candidato más votado en las elecciones PASO, repite medidas ya conocidas en el país y que además fueron parte desencadenante de la dura realidad del mundo del trabajo de hoy (se aplicaron en el menemismo y en el macrismo y duplicaron tanto la desocupación como la informalidad laboral). Pero, además, Milei propone -según su plataforma electoral- volver en la línea del tiempo para quedarnos en el país del 1800/1900, es decir, en una Argentina donde no había derecho alguno reconocido ni garantizado para trabajadores, no había siquiera Estado organizado ni educación pública, y la salud dependía de quien pudiera pagar atención privada. De allí también sus propuestas en torno a limitar el comercio internacional solo a una gran potencia, poner fin de la moneda nacional, y la entrega a manos extranjeras de los recursos naturales así como de las empresas públicas. Entonces, ¿qué posibilidades de mejora de la vida diaria de los laburantes existe en un futuro que está un siglo y medio atrás?

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Quienes estudian el mundo del trabajo en el país coincidieron en señalar a este portal que sería un país “invivible” por el mayor deterioro en las condiciones de existencia de las mayorías. A su vez, agregaron la necesidad de imaginar nuevos horizontes en el mundo del trabajo a partir de dejar de lado visiones homogéneas y polarizadas, atendiendo la fragmentación existente. Revitalizar redes de organización colectiva y medidas económicas concretas como parte de una perspectiva de futuro.

La diaria de los laburantes

Un diagnóstico para entender cuáles son las características el mundo del trabajo actual plantea que “en los últimos años, sobre todo en la pos-pandemia, tenemos un trabajo en expansión con récord de tasa de actividad y de tasa de empleo, sin embargo, la estructura de crecimiento muestra que el problema principal es la calidad del empleo que se crea. Desde hace por lo menos diez años se observa una creciente fragmentación del trabajo en la Argentina que está trazada por asalariados registrados, asalariados informales y el cuentapropismo que a la vez tiene una enorme heterogeneidad”, explicó en diálogo con El Destape, el abogado laboralista Juan Manuel Ottaviano.

En ese mismo sentido, Ana Natalucci, doctora en Ciencias Sociales y directora del Observatorio de Protesta Social (CITRA/UMET) consideró que “es posible ver distintas fracciones internas que tienen muchas diferencias entre sí, no necesariamente en términos del tipo de trabajo que se desarrolla sino en términos de condiciones y derechos”. Y detalló: “hay un porcentaje alrededor del 35%, varía en cada provincia, que sigue siendo empleo con trabajo asalariado, registrado, con jubilación, obra social, aguinaldo y vacaciones pagas. Después hay un conjunto de trabajadores que se llaman informales, donde hay mucha diversidad, por un lado muchas situaciones tienen que ver con fraude laboral, es decir, son trabajadores que se desarrollan en un lugar donde hay registrados y sin embargo están fuera de convenio, ganan menos y no tienen los otros derechos; a su vez tenemos muchos trabajadores en la informalidad que no tienen ni recibo de sueldo, y hay otras figuras, que las incluyo dentro de los informales, que son los monotributistas, que si bien tienen aportes, es porque corren por su cuenta”. También son parte del mundo del trabajo actual “todo un conjunto de trabajadores más vinculado al campo de la economía popular, que no tienen un trabajo estable, son trabajos más precarios y sin ningún tipo de derecho, y por supuesto están los desocupados, que son el 6,5% en el país. Es un mercado de trabajo que cambió mucho en los últimos años y con la pandemia se profundizaron algunas formas contractuales que ya venían desde el macrismo”.

Ottaviano resaltó por su parte que “seguimos estando ante una sociedad de trabajo, el trabajo sigue siendo el centro, el organizador y el generador de ingresos para el pueblo” pero “hay que entender la fragmentación que lo caracteriza”. Luego puntualizó “entre los jóvenes hay un problema de bajos ingresos o de trabajo y derechos precarios, pero también hay un problema de sobreocupación y ni hablar de las mujeres jóvenes que tienen ocupaciones no remuneradas como las tareas de cuidados, todo esto genera múltiples dificultades para tener trayectorias educativas continuas”. 

Según los últimos datos relevados por el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP) son 3.618.606 las y los trabajadores de la economía popular en el país. De ese total sobresale el porcentaje mayoritario de mujeres (58,2%) así como una fuerte presencia de población joven, un 44% se ubica entre los 18 y 29 años de edad. Si en los datos del SIPA (registro oficial del trabajo registrado) se registran trabajadores de 18 o 25 años en un total de 462.674, en el ReNaTEP en esa misma franja etaria los jóvenes llegan a 867.688. 

Al ser consultada por este medio, Luci Cavallero, doctora en Ciencias Sociales (UBA) planteó que “desde la economía feminista venimos trabajando el espacio de la vida cotidiana porque es un espacio y un tiempo muy importante para entender cómo se cuece el malestar de los laburantes, qué pasa cuando el dinero no alcanza, cuando la inflación se come los ingresos, cuando hay que endeudarse para vivir, cuando el transporte no funciona. En la vida cotidiana es donde hay una racionalidad política muy importante que muchas veces se subestima, se infantiliza o se deja de lado al momento de analizar procesos políticos, en miras de poner el foco en procesos macro que sin embargo están completamente atravesados por esas realidades cotidianas de las mayorías”. En esa línea, agregó “tenemos un mundo del trabajo muy heterogéneo, donde más del 40% de la población no tiene trabajo registrado con derechos, y dentro de ese universo encontramos desde monotributistas o personas que están en trabajos no registrados, hasta trabajadores de la economía popular, y esto hace también que sea difícil interpelar con la idea de conservar derechos que por ahí no se tienen, pero que sin embargo en esta coyuntura es muy importante poder nombrar”. 

Demandas en el centro de la escena

En el marco de un mundo del trabajo heterogéneo y fragmentado, las principales demandas parecen tener que ver con la necesidad de mejorar calidad de vida, el acceso a derechos básicos y sostener la movilidad social que las y los trabajadores argentinos supieron conseguir.

Cavallero, militante e integrante del Colectivo Ni una Menos, dijo a este medio que “un hito fundamental del empeoramiento de la vida cotidiana de las grandes mayorías fue el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en el 2018 con el gobierno de Mauricio Macri, donde particularmente empezamos a relevar el fenómeno de endeudamiento de toda la clase trabajadora, que se vuelve permanente porque es para vivir, para completar ingresos. Otro momento fundamental fue el momento de la pandemia, donde crece ese endeudamiento y se reformulan dinámicas laborales, en el caso de las mujeres aumenta el trabajo de cuidado y al mismo tiempo se pierden puestos laborales, que en el momento de la recuperación económica después de la pandemia, se recuperan pero como trabajo precario. Hay una relación muy concreta entre esas vidas cotidianas marcadas por una sensación de trabajar muchísimas horas y que al mismo tiempo eso no alcance para vivir, y sumarlo con el fenómeno del endeudamiento, que es como si fuera la cara complementaria del trabajo precario, y le agregaría al problema del acceso a la vivienda, y acá vemos en escenas como la que sucedió en el Congreso donde Juntos por el Cambio y la Libertad Avanza están tratando de modificar la ley sacándole los artículos que protegen a los inquilinos, lo cual suma incertidumbre para la vida de las mayorías”. 

“Las casas de las clases medias trabajadoras perdieron ingresos, y los jóvenes de esas familias que se fueron a trabajar se encontraron con empleos precarios y salarios bajos, por lo que la cuestión del salario aparece como central, pero también aparecen demandas de nuevos derechos que, en general, están asociados a la gestión del tiempo, una exigencia que tiene que ver con conciliar mejor la vida y el tiempo de trabajo, son demanda de derechos transversales a varios fragmentos del trabajo”, analizó Ottaviano y agregó que “es necesario orientar más las políticas hacia la calidad del empleo y también desaturar en algunos segmentos la demanda de ingresos al mercado de trabajo, por ejemplo en la inserción laboral de jóvenes y de mujeres que suele estar marcada por la precariedad y me parece que debería haber políticas para prolongar las trayectorias educativas, de formación profesional y de entrenamiento laboral”. 

Por su lado Natalucci coincidió en que “una cuestión transversal es la salarial” en tanto que agregó que también “hay que pensar seriamente cuestiones que tienen que ver con la informalidad, con los sistemas de protección social, con los monotributistas, ver las situaciones de fraude laboral, de cómo incorporarlos a los convenios” y agregó otro punto vinculado a “pensar en todo ese conjunto de cuentapropistas, de trabajadores de la economía popular, y repensar las políticas sociales que se sostienen en el tiempo”.

Qué propone realmente Milei

“La propuesta laboral de Javier Milei es macrismo sin eufemismos”, sostuvo Juan Ottaviano y detalló “si el macrismo venía proponiendo una regresión democrática, política, social y laboral a momentos pre-peronistas de la Argentina, Milei más claramente propone una Argentina del siglo XIX, su propuesta es anarco-pre-capitalista (el candidato se define como anarcocapitalista) porque es anterior a la conformación de la Nación argentina, un momento en donde la educación pública no existía y solo podía acceder a la educación una pequeña minoría de la sociedad, en donde el cuidado de la salud era un asunto del hogar y no un tema de lo público, y la gente se moría de gripe en la calle, y una Argentina donde la protección social, la justicia social, los derechos laborales y los sindicatos no existían porque eran considerados asociaciones ilícitas y los derechos laborales eran concebidos como una intervención distorsiva del Estado, es hasta previo a Alberdi. El futuro de Milei está un siglo y medio atrás, y es una Argentina invivible. La pregunta es si estamos dispuestos a eso, a una Argentina en donde no haya puja distributiva, donde los sindicatos sean ilegales y donde la gente se muera de gripe en la calle”, sentenció. 

Según un informe de Ottaviano junto a Matías Maito, integrantes ambos del CETyD (EIDAES - UNSAM) la eliminación de las indemnizaciones si bien se presenta como un instrumento que incentivaría la contratación, hay dos datos concretos que ponen en cuestión lo anterior. Por un lado solo uno de cada cuatro empleos se termina por un despido sin causa en el país, donde correspondería pagar indemnización, y por otro, los montos que pagan los empresarios son en general bajos porque la antigüedad promedio de más de la mitad de los empleos no supera los dos años. 

Natalucci recordó que “en su discurso por las elecciones PASO, Milei empezó diciendo que hay que ‘terminar con la mentira de que cuando hay una necesidad nace un derecho’ y que hay que ‘terminar con la aberración de la justicia social’, muestras claras de que la lógica que sigue es la de la derecha radical. No es una derecha moderna y mucho menos una derecha popular, sino que es de la ultraderecha, que vemos en Vox en España, con Le Pen en Francia, con Bolsonaro en Brasil y Trump en Estados Unidos, lo que hacen todos ellos es cuestionar la idea de los derechos universales”. Ambos entrevistados coincidieron en que un trabajador que tiene hoy su derecho garantizado no es un privilegiado ya que “nunca ejercer un derecho es un privilegio”, sin embargo es ahí donde aparecen los discursos de la Libertad Avanza que pretenden vincular a la justicia social con “privilegiar a unos sobre otros” y los planteos de que la ley "nos quiere a todos iguales", una interpretación cuasi divina de una aparente igualdad natural. “Lo que pasa es que no somos todos iguales y tiene que aparecer la justicia social y los derechos y el Estado y la política pública para corregir esa desigualdad, para acompañar al que en una relación es más frágil que otro”, clarificó Ottaviano en tanto que Natalucci agregó que de esta manera también “terminan omitiéndose y ocultándose aquellos que efectivamente sí son privilegiados en la Argentina”.

En este esquema, las políticas que promueve Milei estarían atadas a una fuerte devaluación de la moneda y de los ingresos de las y los trabajadores lo cual “haría que la pobreza suba muchísimo en un nivel casi insoportable y después habría obviamente una afectación muy importante del patrimonio público en lo que tiene que ver a las empresas que son propiedad del Estado, y además por lo que está prometiendo en el programa de su campaña habría también una afectación en términos de perder ciertos derechos como la educación pública o la salud pública y obviamente la naturalización completa de lo que tiene que ver con el trabajo precario y el trabajo sin derechos con la idea del emprendedor”, analizó Cavallero al respecto. 

Si bien se suele plantear que la desregulación laboral genera un incremento en el empleo, los datos históricos muestran lo contrario. Durante el gobierno menemista, en el marco de la Convertibilidad, se aplicaron medidas como flexibilización laboral en las contrataciones, reducción de las Contribuciones Patronales y privatización del sistema de Seguridad Social (AFJP) que llevaron a que la tasa de desocupación general pasara de 8,6% (mayo 1990) a 21,5% (mayo 2002) en tanto que la informalidad superó el 40% y la desigualdad entre el decil más rico y el más pobre se duplicó. A diferencia, ante un cambio en las políticas económicas entre 2003 y 2015 se observó una reactivación de la actividad económica y la generación de puestos de trabajo (más de 3 millones), así como la estatización de la Seguridad Social, y la desocupación se redujo del 20% a 5,9%. En esta línea, si se mira el período 2016-2019, en sintonía con las medidas adoptadas en el menemismo, la desregulación laboral volvió a tener protagonismo en un contexto donde se destruyen más de 270 mil fuentes de trabajo registrado privado, y la desocupación total pasó de 5,9% a 10,6%, con nuevo aumento de la informalidad y la precariedad laboral. 

“Milei no solo se opone al peronismo sino a cualquier campo democrático popular, esto tiene que ver con cuestionar cualquier forma colectiva y priorizar solo a los individuos. En lo colectivo que busca anular entran desde las organizaciones sindicales, la eliminación de los convenios colectivos y de las obras sociales, que también es un sistema colectivo porque no es lo mismo tener la jubilación que tener un sistema de capitalización privado, no es lo mismo tener hospitales y educación pública que tener un voucher. Me parece que la discusión no es si lo puede implementar o no, lo que hay que discutir es si efectivamente queremos vivir en un país donde no hay nada del orden de los bienes públicos y hay que decir que sería una fractura societal muy grande, es una degradación en términos económicos, pero también políticos, es contra la democracia y contra los derechos sociales, tiene además una candidata a vicepresidenta que defiende los crímenes de la dictadura, es decir, rompe con cualquier pacto democrático”, planteó Natalucci.  Además la investigadora agregó, “el Estado hoy subsidia gran parte de los servicios incluyendo, por ejemplo, las obras sociales, ¿qué pasaría si se desfinancia todo eso?¿quién paga una educación privada si te cobran $200 mil la cuota? que es lo que saldría si no estuviera subsidiada. Milei busca arrasar con cualquier posibilidad como de vivir juntos”. 

Desafíos de escucha 

Recuperar la solidaridad entre trabajadores, las experiencias de organización popular, plantear un sendero con mejoras en la materialidad concreta de la vida cotidiana, entre los puntos que aparecen como claves para una agenda con el trabajo y los derechos en el centro. 

Tiene que volver a aparecer una idea de solidaridad sobre la idea de enfrentamiento que propone Milei al culpar del malestar de los trabajadores a los trabajadores que están peor. En una sociedad que está cada vez más polarizada y también materialmente desintegrada hay que recuperar la solidaridad entre trabajadores”, analizó Ottaviano y agregó que “hay que asumir la fragmentación con un horizonte de integración, salir de visiones homogéneas en los extremos del mundo del trabajo que buscan representar las fuerzas populares, tenemos que poder asumir que hay contradicciones e intereses diferenciados y eso requiere conciliar algunas demandas pero también atender la fragmentación no para seguir fragmentando sino para integrarla. El peronismo está obligado a plantear ese horizonte, tiene que recuperar un espíritu de transformación, hay nuevos colectivos para incorporar a los derechos, que requieren mejora en sus ingresos y garantía de previsibilidad, que no es otra cosa que dejar situaciones de precariedad, de temporalidad, de inestabilidad, esas demandas están y tienen que ser respondidas”. 

Luci Cavallero dijo que desde los feminismos populares se plantea “el desafío de recuperar un músculo organizativo, de revitalizar todas las redes, de mantenernos alertas y organizadas frente a candidatos que nos señalizan como las principales enemigas. Y también tenemos el desafío de poder exigir medidas económicas concretas que mejoren la vida para además tener un horizonte de futuro para defender de cara a estas elecciones”

“Hay que repensar en otras claves todo el colectivo, en innovación de la política pública y en términos de ampliación de los sistemas de la protección social. Tienen que surgir planteos desde una interpelación más propositiva, de reconocer que estos años han sido muy difíciles y plantear qué se va a hacer para cambiar. Cuando se cumplieron 20 años del 2001 organizamos un ciclo de charlas y todo el tiempo nos preguntábamos, ¿cuánta desigualdad aguanta la democracia? En ese sentido me parece que es momento de pensar las desigualdades, de pensar en otras respuestas a esos procesos de desigualdad, que es laboral, es educativa, sanitaria, social, es geográfica y urbana. Sabemos que hay desigualdades, trabajemos para resolverlo”, cerró Natalucci.