El candidato presidencial Javier Milei basa su estrategia en tres pilares, dos de los cuales no atienen ninguna correlación en ellas: ajuste salvaje del presupuesto, dolarizar la intermediación financiera y eliminar las funciones del Banco Central (dinamitarlo, sería la frase exacta). Estas dos últimas, sin embargo, no tienen por qué llevarse a cabo en simultáneo. Del minúsculo grupo de países que hoy se encuentran dolarizarizados, solo la mitad cedió todas las funciones de la autoridad monetaria y actualmente no tiene un banco central. Más allá de lo nefasto que será para la economía una dolarización de la economía, las funciones del banco central bajo ningún aspecto se circunscriben a emitir la moneda del país.
De acuerdo con lo que relata el propio Milei, una supuesta dolarización de la economía volvería inservible al banco central, algo que, tanto en la teoría como en la práctica que muestran los pocos países afectados, queda absolutamente desmentida. Los únicos países que quedaron atrapados en la trampa de la dolarización actuamente son El Salvador, Ecuador, Montenegro, Kosovo, Timor Oriental, Panamá, Palaos, Estados Federados de Micronesia e Islas Marshall. Solo estos tres últimos casos son países sin un banco central, un micro-mundo compuesto por dos islas y un paraíso fiscal.
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De acuerdo con los últimos datos del Banco Mundial, los países sin banco central en funciones son Andorra, Estados Federados de Micronesia, Islas Marshall, Isla de Man, Kiribati, Mónaco, Nauru, Tuvalu, Palaos y Panamá. En su mayoría, jurisdicciones de escasa o nula tributación financieras.
En lo teórico, el principal objetivo de todo banco central es el de mantener la estabilidad de precios a través del control en el tipo de inflación y estabilidad en el tipo de cambio con respecto a otras divisas. Esta es la principal medida de competitividad que pierde el país eliminando la autoridad monetaria. De ser así, cualquier socio comercial que devalue pondrá contra las cuerdas a las empresas locales.
No es lo mismo
Tal como se viene discutiendo desde El Destape, los riesgos de una dolarización sobre salarios y actividad económica serían desastrosos. Pero ahora es incluso una conocida universidad estadounidense la que pone la discusión sobre la mesa, advirtiendo de los peligros de una “transferencia de señoreaje (impuesto sobre la emisión de pesos) a extranjeros y la pérdida de una política monetaria independiente, tanto de tipo de cambio como de tasas de interés, para responder a shocks futuros”.
Desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), investigadores realizaron un estudio sobre el impacto en la Argentina de una posible dolarización de la economía. Un extenso trabajo, con distintas modelizaciones de su aplicación, resumió que esa política solo podrá empeorar la recesión, al igual que con un tipo de cambio fijo; extenderá la desigualdad de ingresos entre grupos económicos especializados en el sector transable (exportables) y el otro en los sectores no transables (de consumo interno).
Los defensores de la dolarización afirman que los agentes ya tienen un stock de moneda extranjera que podría usarse como dinero en caso de dolarización. Pero la tenencia de rentas es heterogénea entre los agentes. Por lo tanto, la dolarización tendrá un impacto diferente dependiendo de quién tenga el stock de dólares existente. En segundo lugar, los hogares tienen diferentes fuentes de ingresos. Si un hogar obtiene ingresos del sector transable, es probable que sus ingresos se muevan junto con la producción en este sector.
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La experiencia de otros países que utilizaron la dolarización -en el caso argentino se llamó convertibilidad-, evidencia la dificultad de revertirse, a pesar de que el ideólogo principal de la dolarización, el economista Emilio Ocampo (UCEMA) sostenga que solo se aplicaría por un corto tiempo. Solo tomando en cuenta el “piso” de 2280 pesos por dólar, el salario medio se reduciría a una décima parte, pasado de un promedio de entre 360 y 450 dólares actuales (para ingreso medio de 80.000 y 100.000) a un rango entre 34 y 43 dólares.
La situación empeora sin un banco central. Las economías que se sostienen sin un banco central se basan principalmente en los servicios -el turismo es uno de sus contribuyentes más importantes- y en la poca regulación de sus entidades financieras. Un banco central es una entidad de carácter público que es responsable de ejecutar la política monetaria y gestionar la moneda de una nación, o conjunto de ellas, y supervisar la oferta monetaria.
Funciones totales
En el caso de los bancos centrales con una carta magna más amplia y moderna, se le incluyen objetivos de pleno empleo, crecimiento económico positivo y sostenible, moderar los tipos de interés en el largo plazo y, obviamente, prestamista de última instancia en cuestiones de iliquidez coyuntural. Son el único proveedor de dinero. Son los únicos con autoridad para suministrar dinero a la economía.
La autoridad monetaria da servicios bancarios tanto a gobiernos como a otros bancos, se les presta a un tipo de interés que depende de la política monetaria. Además son los que establecen el coeficiente de reservas, es decir que porcentaje de los depósitos de la banca privada se destinan a las reservas.
Regulan e inspeccionan los sistemas de pagos. Diseñan las normas de la banca privada, en muchos países, el banco central impone los estándares de riesgo aceptado, autorizan la apertura de nuevos bancos y entidades de crédito, las inspecciona y las sanciona si es necesario. También controlan y aseguran las operaciones del sistema nacional o de forma conjunta con otros BC en caso de transacciones internacionales.
"Diseñan la política monetaria. Son los encargados de analizar la situación económica presente, diseñar las estrategias de las políticas monetarias y llevarlas a cabo. Esto significa analizar las variables que pueden ser controladas por el BC como el dinero en circulación, coeficientes bancarios o los agregados monetarios", explicó el economista Alfredo García.
La definición de los objetivos del Plan Fénix (proyecto estratégico constituido por el conjunto de profesores e investigadores de la UBA) implica ir más allá de este marco teórico, avanzando en regulaciones consistentes con el desarrollo productivo con equidad, y que reduzcan la vulnerabilidad de la economía a los shocks externos generada, entre otros, por la liberalización indiscriminada de la cuenta de capital.
El objetivo esencial es recuperar la moneda local y la posibilidad de ejercer políticas monetarias y crediticias que den base a la transformación social y productiva que se pretende en el Plan Fénix. La definición del nuevo encuadre monetario deberá partir del reconocimiento de la actual existencia de un sistema bi-monetario, en el cual los activos y pasivos financieros en moneda dólar superan a los nominados en pesos, y del proceso de liberalización financiera en nivel mundial, que se debe aprovechar a favor de la economía doméstica.