Tras la crisis financiera del 2008 la política industrial parece haber vuelto al centro de la escena, fortalecida además por la coyuntura de la pandemia que puso de manifiesto la capacidad de respuesta de los Estados y las condiciones precarias de vida de gran parte de la población en el mundo. Tal es así que desde el 2009 se evidencia un fuerte incremento del peso de las políticas industriales en la economía global, que crecieron casi 30 puntos entre 2009 y 2019.
En las últimas tres décadas se evidencian aceleradas transformaciones en lo tecnológico, geopolítico y lo productivo que reflejan que “el mundo desarrollado formalizó expresamente políticas productivas donde la industria es protagonista” dando cuenta de que “las estrategias para el desarrollo no deben depender solamente de la capacidad organizativa del mercado”, según se analizó en el informe Geopolítica industrial en el mundo post-COVID de la organización Embajada Abierta.
En la misma línea, la investigación a la que accedió este portal destacó que “a pesar de que los casos exitosos, tanto de países desarrollados como de aquellos que redujeron brechas distributivas, mostraban un hilo conector de políticas industriales activas, fueron durante mucho tiempo una ‘mala palabra´”, no obstante frente a nueva etapa de la globalización pone sobre la mesa nuevas estrategias de desarrollo basados en políticas productivas en el mundo.
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Esto contrasta a nivel local con los planteos que a menudo esbozan sectores de la actual oposición política nacional que rechazan la intervención del Estado y su papel en el desarrollo de los sectores productivos de la economía. Insisten así en la necesidad de “dinamitar” toda intervención estatal -según textuales de la precandidata presidencial Patricia Bullrich- desconociendo la experiencia histórica de países a los que, por otra parte, se presenta como ejemplos a imitar.
Industria y Estado van de la mano
La crisis global de 2008-2009 produjo el “primer empujón” hacia una reconfiguración del rol de los Estados en la planificación de políticas para el desarrollo mientras que la pandemia por COVID-19 expuso con crudeza la importancia de contar con una estructura productiva con la capacidad de dar respuestas en determinados contextos.
“La discusión mainstream -dominante- giró en torno al consenso de que ´la mejor política industrial es la que no existe´ y que los mercados se ajustan casi perfectamente”, explicó el informe de Embajada Abierta que analiza el devenir de la política industrial en el mundo y agregó que “la pandemia aceleró algunos procesos que se observaban como meras tendencias en el escenario internacional. Previo a 2020, el comercio mundial evidenciaba una reducción de su ritmo. Los conflictos comerciales y tecnológicos entre potencias le quitaron dinamismo al flujo de bienes y servicios, haciendo que esto impacte en la actividad económica global”.
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En ese escenario global “la experiencia evidenció que el mercado no puede ser quien decida en qué actividades debe especializarse una economía, no está en condiciones de elegir los sectores que a largo plazo pueden aportar más al desarrollo de un país”, entienden desde el espacio. Según los datos investigados, el peso de las políticas industriales sobre las políticas económicas en el mundo creció significativamente en los últimos años, pasando de 19% en 2009 al 47% en 2019, es decir, más que duplicó su peso en una década.
Entre las medidas que se adoptaron en diferentes países del mundo, principalmente los desarrollados, para propiciar el impulso productivo-industrial se destacan “la imposición de aranceles, una gran diversidad de herramientas y políticas como los subsidios a exportadores, la baja de aranceles a insumos básicos para productos de exportación, los derechos de monopolio para industrias básicas, la oferta de créditos direccionados, procesos de planificación de la inversión, formación de ingenieros y técnicos para sectores estratégicos, el financiamiento de formación en el extranjero para transferencia tecnológica, la inversión pública en I+D y la cooperación público-privada”.
Respecto de los vínculos entre las economías nacionales y regionales en este esquema, la investigación detalló que “el continente asiático, con fuerte protagonismo de China, cobijó dado el tamaño de su mercado, la disponibilidad de mano de obra y la congruencia de políticas industriales estratégicas, la radicación de inversiones y unidades productivas que potenciaron y retroalimentaron el desarrollo productivo de dicha región. Asia pasó de ser un continente de ensamblaje y bajo costo a un competidor por la renta de la generación de valor, innovación tecnológica y poder de mercado”. A la par de esta nueva configuración se incrementaron las tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, principales potencias mundiales. “Las tensiones se expresaron en la forma de guerra comercial, financiera y tecnológica, se incrementaron las sanciones comerciales, las políticas para-arancelarias y la aplicación de criterios diversos para entorpecer la internacionalización de la producción de países competidores”, todo lo que en clave comercial “tributa al fortalecimiento del proteccionismo entre potencias”.
Hagan lo que decimos, no lo que hicimos
La metáfora de “darle una patada a la escalera” del economista coreano Ha Joon Chang sostiene que las políticas implementadas por los países desarrollados para impulsar sus procesos de industrialización son diferentes de las que recomiendan luego seguir a los países actualmente en desarrollo. Por lo que una vez que los países subieron por la escalera del desarrollo, la tiran para que ningún otro no siga el mismo camino, aunque sostengan discursivamente lo contrario.
“La evidencia histórica expone que Inglaterra no aplicó laissez faire hasta entrado el siglo XIX cuando dos terceras partes del mundo estaban bajo su dominio. Francia, en cambio, señalada por la historiografía mainstream como intervencionista, tuvo una política comercial libre, con aranceles muy bajos (sensiblemente más bajos que los ingleses) entre 1820 y 1860, al calor de las ideas liberales post revolución francesa, lo cual explica su período de menor crecimiento relativo. Por su parte, Estados Unidos ha sido el país bastión del proteccionismo y el que inventó la mayoría de la herramientas de protección comercial que se conocen por fuera de aranceles”, detallaron los especialistas en el documento.
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En la misa línea sostuvieron que “los actuales países desarrollados modificaron sus posiciones políticas en virtud de su posición relativa en la competencia internacional. Es así como en fases de actualización de su matriz productiva se han mostrado proclives a la protección, a impedir salida de capital tecnológico y humano o a prácticas reñidas con la ética de negocios y la competencia, pero una vez desarrollados abogan por el libre comercio, los derechos de propiedad intelectual (patentes y marcas) y la libre movilidad de capitales y personas”.
Tendencias actuales
Entre 2021 y 2022 los flujos de inversión extranjera directa se contrajeron a nivel global, con una caída del 12% interanual, así como en diferentes regiones de mundo. En el conjunto de las economías desarrolladas cayeron 37% y en las que están en desarrollo crecieron 4%. En tal coyuntura aparece en escena la relocalización de actividades productivas en los países de origen, contrario a lo que pasó en décadas anteriores.
“En primer lugar, la post pandemia vino con un shock de demanda, en algunos casos atrasada, para la cual la oferta no ha podido responder de forma óptima. El caso emblemático fue el de la industria automotriz alemana a fines de 2021 por problemas de provisión de semiconductores japoneses. Y por otro, un fenomenal aumento de los precios internacionales de insumos difundidos. A esto se sumó una baja capacidad del transporte internacional de responder generando cuellos de botella y aumentos de costos siderales en la logística y transporte”, planeta el informe sobre el estado actual de la política industrial.
En este esquema hoy crece una tendencia clara: “la relocalización productiva en países vecinos para reducir costos de transporte y optimizar velocidad de provisión, o en países con los cuales se tienen acuerdos en común” donde las estrategias nacionales y, sobre todo, regionales ganan cada vez mayor lugar.