Tras errores en la política cambiaria, el Ministerio de Economía tuvo luz verde para desplegar una nueva estrategia, que no demoró mucho en cosechar réditos. El balance de la semana dio una caída del contado con liquidación, el dólar bolsa y el blue. La siguiente semana se licitarán bonos en dólares hechos a medida de los grandes fondos de inversión que quedaron atrapados con el cepo que impuso el macrismo.
El ministro Martín Guzmán desinfló los tipos de cambio alternativos por una semana completa. El viernes el contado con liqui y el MEP registraron un leve incremento del 2%, rebote predecible ante compras de oportunidad de los mismos actores que estuvieron empujando su precio durante más de un mes. No obstante, hasta entonces marcaron cinco jornadas consecutivas de mermas, un éxito impensado en medio de la continua escalada.
El blue, por su parte, mostró un comportamiento similar, pero también descendió el último día de la semana, con lo que acumuló $ 26 de baja. Mientras que los dólares financieros son operados principalmente por compañías y mueve entre U$S 30 y U$S 50 millones diarios, el ilegal se transa más que nada entre individuos y con volúmenes muy inferiores.
Los tres billetes vieron infladas sus cotizaciones cuando el Banco Central aplicó mayores restricciones el 15 de septiembre pasado ante la continua sangría de reservas. El incremento de la brecha con el mayorista disparó la expectativa de devaluación, lo que aceleró la pérdida de activos de la autoridad monetaria.
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Con la aplicación de la nueva táctica, Guzmán consiguió recortar la diferencia por abajo del 100%. Se basó en la creación de nuevos instrumentos de bonos, que licitó el secretario de Finanzas, Diego Bastourre. Economía repartió cinco títulos públicos el martes, uno de los cuales se encuentra atado a la devaluación, con los que recaudó 234% las necesidades financieras del mes y pudo devolverle $ 100.000 millones al BCRA en adelantos transitorios, lo que implicó una reducción de la base monetaria.
El Gobierno consiguió que los grandes fondos de inversión se mantengan afuera del mercado desde que anunció que el 9 de noviembre canjeará bonos en pesos por nominados en dólares. Estos serán elaborados a la medida de Pimco y Tempelton, que quedaron atrapados con activos en moneda local desde que Mauricio Macri cortó la bicicleta financiera al imponer el cepo cambiario.
La prueba clave de esta semana Guzmán la pasó sin inconvenientes, pero no implica un problema resuelto. “Fueron tesorerías de PYMES más que nada las que compraron dólares ‘contado’ con sobrantes de caja ante mayores facturaciones y estuvieron apurados por el temor a que no tenía techo”, explicó un importante operador de la city porteña. “Las compañías con mejor calidad de información ni siquiera se metieron; estaba carísimo lo midas por donde lo midas, había que esperar a que baje”, aclaró otro a El Destape.
Si bien Economía logró contener el raíd temporalmente, las propagaciones del miedo del fantasma devaluatorio la mantuvieron los mismos sectores que pujan por obtener ganancias multimillonarias con la suba. Y aunque se trata de resolver un frente por ocasión, la sangría de reservas se mantiene pese a los continuos saldos positivos de la balanza comercial.
En el fondo el debate que se mantiene son los programas estabilizadores ortodoxos, que intentan imponerse pese a que fracasaron cada vez. Se basan en el supuesto de que el problema cambiario se origina en un exceso de demanda interna promovido por el elevado déficit fiscal.
Sin embargo, el bajo nivel de demanda y producción de la economía en la actual crisis muestra que el origen del problema externo no puede atribuirse a un exceso de gasto. “La corrida cambiaria se origina en los errores de intervención oficial en el mercado de cambios, en un contexto de excesiva liquidez inducida por la pandemia”, plantea el último informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz.
Si se opta por reducir la liquidez con un freno a los ingresos nominales o reducción de los reales vía devaluación, se corre el riesgo de sacrificar la reactivación sin garantías de estabilidad cambiaria. “Frente al históricamente infructuoso ajuste estabilizador ortodoxo, el gobierno de Alberto Fernandez debe aprender de la experiencia económica liderada por Néstor Kirchner años atrás”, recomienda el CESO. El expresidente no postergó su programa económico a lograr un acuerdo de la deuda, sino que este llegó, por el contrario, como consecuencia de la robustez económica alcanzada en autarquía de los mercados financieros internacionales. Ello le permitió eludir el programa ortodoxo del FMI y logró la estabilidad del mercado de cambios como condición para un impulso al crecimiento.