Dólar Soja: el riesgo de repetir medidas que eran "por única vez"

La mera mención de la vuelta de un dólar diferenciado para grandes corporaciones oleaginosas, adelantó la retención de granos. 

13 de noviembre, 2022 | 00.05

La mera mención de la vuelta de un dólar diferenciado para las grandes corporaciones oleaginosas, adelantó la retención de granos y comenzaron a presionar en los precios, en lo que colaboraron también cuestiones climáticas. Dentro de la usina económica que encabeza el ministro Sergio Massa reconsideran la opción de lanzar una versión remozada del dólar soja para evitar la actual caída de reservas, ya perdió 1000 millones de los 8550 millones de dólares que obtuvo en septiembre bajo este esquema que, en principio iba a ser por única vez, y bajo la justificación de una sequía que anticipa problemas y retrasos para las próximas campañas de trigo, maíz y soja. 

Las empresas vienen reclamando desde octubre un dólar de 220 pesos para la exportación, incluso un diez por ciento más que el ofrecido en el mes previo, mientras que desde la Secretaría de Agricultura aseguran que "todavía no hay nada definido". Mientras tanto, los trabajadores siguen esperando una definición sobre sus ingresos y recién este lunes se comenzará a pagar medio refuerzo alimentario para un pequeño grupo de hogares con los fondos de la sobre-emisión de pesos que implicó pagar un dólar diferenciado a las corporaciones. 

Las medidas por única vez, que terminan repitiéndose, siempre son una pésima señal para los actores económicos, desde los blanqueos hasta las mejoras impositivas. A fines de septiembre del 2020 se anunció "por única vez" una disminución temporal de tres puntos en las retenciones para la exportación de granos, la cual tuvo lugar entre octubre y diciembre de ese año. Este año el sector oleaginoso acaparó buena parte de la cosecha del 2021/2022 y ante la necesidad de cumplir con los mínimos de acumulación de reservas que exige el Fondo Monetario se ofreció "por única vez" un dólar sojero a 200 pesos por divisa ingresada en prefinanciación de exportaciones, lo que en la práctica equivalía a eliminar la retención sobre el producto. De esta manera, quien exportaba soja el valor oficial de 141 pesos por dólar pudo acceder a 200 pesos para destrabar algo de las más de 20 millones de toneladas retenidas en silo-bolsas.

Desde entonces comenzó el lobby para mantener ese precio o, lisa y llanamente, eliminar la alícuota de retenciones. La semana pasada el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció un dólar especial para las exportaciones en general de las economías regionales, que estará en marcha entre el 20 de noviembre y el 30 de diciembre próximos. Incluye, entre otras, producciones frutales y viñedos afectados por las inclemencias climáticas, como las últimas heladas que afectaron a Cuyo y varias regiones más. Como condición se impuso un acuerdo entre los exportadores y los productores para que los incentivos que el Estado nacional ponga no queden solo como rentabilidad de los exportadores, sino que lleguen al productor que está afectado.

De acuerdo con los datos oficiales relevados desde 2017, en la Argentina existen actualmente 250 mil establecimientos agropecuarios. De ese total, 100 mil explotaciones producen cereales y oleaginosas. Sin embargo, el grueso de las exportaciones las realizan medio centenar de compañías, que en lo van del año exportaron 22.551 millones de dólares en granos de soja, maíz, trigo, sorgo y girasol (49,6 millones de toneladas). A eso se suman las ventas de derivados, harinas, aceites y pellets. Sólo una decena representa más de la mitad. 

Cualquier medida que se aplique para el sector, como fue el dólar soja, sólo benefició a una decena de grandes exportadoras, debe tener en cuenta una segmentación inteligente de la actividad para llegar de forma más asertiva con las políticas. El beneficio del dólar sojero quedó en manos de apenas diez gigantes cerealeras, las cuales se quedaron con 91 por ciento de las 13,3 millones de toneladas de granos vendidos bajo el esquema de tipo de cambio diferencial a 200 pesos.

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El problema ahora es que las reservas del Banco Central volvieron a mostrar una cadencia descendente y la mesa de dinero del organismo ya perdió 1000 millones de dólares en escasas semanas, pese a los mayores controles sobre las autorizaciones al mercado de cambios para importadores. Desde el organismo sostienen que la caída es un resabio de las autorizaciones aprobadas por el esquema anterior, más laxo que el actual. Analistas privados apuntan a que muchas empresas que refinanciaron sus deudas en dólares con el exterior ya tienen que empezar a pagar y eso también resiente el stock de divisas en poder de la autoridad monetaria. 

El mes pasado el BCRA finalizó con un stock de reservas netas de 5448 millones. De acuerdo con el informe que realiza el Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social (GERES) las  reservas líquidas fueron negativas en 862 millones de dólares, mientras que 3244 millones correspondieron a oro y 3067 millones a Derechos Especiales de Giro. Las reservas totales se situaron en 38.676 millones de dólares. Con la sequía y el impacto de las heladas, la ecuación de ingreso de divisas, donde el grueso se esperaba para marzo, cambió y en el equipo económico analizan alternativas para que agilicen las ventas de stock todavía pendientes.

Desde las empresas del sector agroexportador aseguran que no existe tal remanente. Según GERES, en septiembre, con el dólar soja los productores vendieron el 69 por ciento de su cosecha 2021/22 (44 millones de toneladas. Esto siguió siendo 1,8 puntos porcentuales inferior al promedio del último lustro (70,8 por ciento), lo que implica que las ventas se ubican en un rango normal a dicha fecha.


Mientras especulan por la posibilidad de un dólar diferencial, los precios de la soja se negociaban con fuertes subas en la rueda eb el mercado de Chicago. En el caso del contrato para este mes, subía 8,27 dólares (1,6 por ciento), para ubicar a la oleaginosa en 533,89 la tonelada. El entusiasmo en Wall Street y los mercados mundiales por la baja de la inflación en Estados Unidos, arrastró también a los valores de la soja y del resto de los granos. Según la consultora Granar, el aumento de la oleaginosa, junto al del maíz, se debe también a las lluvias en la cuenca del río Mississippi, especialmente sobre uno de sus principales afluentes, el río Ohio.

"A pesar de las perspectivas de desaceleración económica en el mundo, el progreso de la cosecha en el hemisferio norte, las condiciones climáticas favorables en Brasil en la etapa de siembra y las complicaciones logísticas en el Rio Mississippi, el escenario internacional estuvo marcado por la compleja situación en el Mar Negro y el efecto del clima sobre los balances globales", señala el último informe de la Bolsa de Rosario. 

Las quejas sobre el destino de las exportaciones ucranianas, el poco dinamismo de las exportaciones rusas por las sanciones sumado los ataques a la infraestructura rusa, desencadenó que, en una misma semana, Rusia abandone y reanude su participación en el acuerdo de granos.

En consecuencia, los precios internacionales FOB para soja, maíz y trigo cerraron octubre con una performance positiva, con subas del 7, 2 y 2 por ciento con respecto al mes pasado. Siguiendo la misma tendencia, los precios disponibles MATba-Rofex en dólares por tonelada para soja, trigo y maíz presentaron subas del 32, 10 y 2 por ciento respectivamente. El significativo incremento del precio de la soja viene de la mano con el reacomodamiento del tipo de cambio. "Si ignoramos dicho efecto, el precio aumentó un 4 por ciento durante octubre. Pese a la mejoría en los precios, las ventas de los productores relativa a la producción se estancaron en octubre", reconoce el informe, que culpa de esa maniobra a no mantenerse los incentivos de precios.

En octubre las ventas de soja de la campaña 21/22 se mantienen en un 72 por ciento de la producción, es decir, un 4 por ciento menos en relación con el mismo momento del ciclo pasado. Con respecto al maíz, se ha comercializado un 80 por ciento de la producción, ubicándose en niveles similares a la campaña anterior. Para la campaña 22/23, soja y maíz registraron menores ventas, disminuyendo un 34 por ciento en relación con la campaña pasada. Mientras que, en el trigo, se observaría un estancamiento en las ventas, alcanzando un 39 por ciento de la producción, como consecuencia de las perspectivas productivas. La liquidación de divisas tuvo una gran reducción en octubre de 2022, alcanzando los 1217 millones de dólares, registrando una caída del 85 por ciento respecto a septiembre y un 50 por ciento menos en relación con lo alcanzado el mismo mes el año pasado.

Con un 24% de soja de primera implantada, la siembra se frena a la espera de agua. Son 750.000 ha las que se implantaron en los últimos 7 días y se agregan a las 250.000 hectáreas de la semana pasada. La siembra queda a la espera de nuevas lluvias. La campaña 2022/23 quedó envuelta en gran incertidumbre por la gran cantidad de agua que falta en los suelos. El objetivo ha dejado de ser sembrar en las fechas de máximo potencial. El objetivo ahora es sembrar como se pueda las hectáreas que están pendientes. La esperanza está puesta en la  amplia  ventana de siembra que tiene el  cultivo. Según el último informe bursátil del sector el 76 por ciento de la soja de primera se sembrará fuera del período dónde se obtienen los máximos potenciales. 

La contracara de la previsión de alza de las cotizaciones es una leve baja en los costos de producción de granos, que actualmente alcanza a apenas un tercio del precio final. En promedio, el gasto total por hectárea asciende a 960 dólares para trigo, 1967 dólares para maíz, 1411 dólares para soja, 922 dólares para soja de segunda, 923 dólares para cebada y 1463 dólares para sorgo. Esto deja un rinde para la zona núcleo (sur y norte) de 16 quintales por hectárea, equivalente a 768 dólares. 

 

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