Los grandes jugadores de la industria y exportación sojera mueven sus fichas para que la administración del presidente Javier Milei les mejore su rentabilidad, ya sea vía devaluación o con la baja de retenciones. Su estratagema es siempre la misma: frenan las compras a los productores y ralentizan la molienda. Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el complejo sojero de exportación (granos y subproductos como la harina y aceite) adquirió, durante septiembre, un 24% menos de granos comparado con el mismo período de 2023.
De acuerdo a lo informado por las propias exportadoras, a través de su informe Monitor elaborado por la CIARA - CEC, todavía quedan sin vender y sin precio a fijar cerca del 57% de la actual campaña de soja, lo que se traduce en millones de dólares guardados en silo bolsas.
Los pequeños y medianos chacareros son quienes venden sus stocks para costear los insumos de la próxima campaña. Pero los tiempos los manejan los grandes jugadores de la industria que decidieron ralentizar sus granos, según la Bolsa de Rosario; a su vez, los grandes productores aguantan en sus silobolsas ya que tienen la espalda financiera para hacerlo. La historia se repite.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
MÁS INFO
Acumulación
De acuerdo al Monitor Agroindustrial que elabora la CIARA – CEC, las ventas acumuladas de soja al 18 septiembre (incluyendo las adquisiciones totales de la exportación y de la industria aceitera) llegaron a 28,4 millones de toneladas. En agosto de este mismo año, el sector informaba ventas acumuladas por 24,6 millones. Es decir que en un solo mes se movieron 4 millones de toneladas, cuando la cosecha actual llegó a un total de 50 millones. Los dueños de los granos juegan sus fichas.
Según el documento de la CIARA CEC, las empresas exportadoras adquirieron 5,8 millones de toneladas, mientras que la industria procesadora – conformada por las mismas empresas que exportan granos, algunas integradas verticalmente con grandes acopios y productores – adquirió 22,5 millones de toneladas, de las cuales 12,3 millones fueron con precio a fijar; de ese total, todavía les quedan 6 millones de toneladas sin precio establecido.
“Con una producción cosechada de 50,5 millones, quedan aún en manos del productor el 57% de la cosecha”, puede leerse en el Monitor Agroindustrial. Entiéndase, los grandes jugadores del sector.
En el país existen 57.780 productores de soja, pero solamente el 10% de ellos concentra el 56% de la producción, según el informe “Soja, el yuyo maldito”, elaborado por el Centro de Estudios Agrarios (CEA). También existe una concentración en las empresas con capacidad de acopio y exportaciones.
Desde la Bolsa de Cereales analizaron que el comportamiento registrado hasta la mitad de septiembre se debió a las pocas ventas y al freno del procesamiento de la oleaginosa realizado desde las industrias. Es decir, las empresas que presionan por una mejora del tipo de cambio.
“Partiendo de los datos de comercialización publicados semanalmente por la Secretaría de Agricultura, vemos un atraso en el avance de los negocios de 12 puntos porcentuales con relación al promedio de las últimas 5 campañas, sin considerar la 2022/23 fuertemente afectada por la sequía. Este avance más lento en la comercialización está explicado principalmente por menores compras del sector industrial que, en promedio y como proporción de la producción, ha adquirido un 24,2% menos de soja en el mercado interno que en el período de referencia”, indicaron desde la BCR.
De todas maneras, siembre encuentran (y fuerzan) la manera de sacar una tajada mayor. Nunca pierden.
“Hoy una exportadora puede conseguir dólares a tasas del 5%/6%. Esas divisas las liquida 80/20 entre el Mercado Único y Libre de Cambios y el MEP, generando ingresos de divisas para el BCRA y agregando oferta en segmento financiero. Luego puede colocar los pesos al 50% en Lecaps. Es decir, coloca a 50% con costo 5%/6% + 2% crawling peg. Lindo Carry”, resumió el analista financiero Christian Buteler. Solo para entendidos (en la timba financiera)
La industria
Uno de los mecanismos de presión del sector industrial para impulsar cambios en las retenciones fue el freno de la molienda, con el argumento del desincentivo fiscal frente a las exportaciones del grano de soja (ambos con el 33% de retenciones). El freno en el uso de la capacidad instalada les sirvió de argumento para cuestionar a los gobiernos de turno.
Lo no dicho es que las principales comercializadoras de granos son las mismas que industrializan la soja para luego vendarla al exterior como aceite o harina. Tal el caso de Bunge, fusionada con Viterra (ex Glencore y que supo ser la pata fuerte de Vicentin), Cargill, o Dreyfus. En el caso de Molinos Río de La Plata o AGD, su fuerte radica en la industrialización de la materia prima. Dentro de Bunge juega fuerte BlackRock.
Según puede leerse en el documento de la CIARA CEC, en agosto cayeron las exportaciones de harina de soja, mientras que las de aceite tuvieron una merma de 23,6% en la comparación mensual. Según lo explicado desde el sector privado, esto se debió a una disminución de las importaciones de granos desde Paraguay, con una merma de 400.000 toneladas comparado con las adquisiciones de julio.
Así y todo, el sector mejoró el resultado general de la molienda en el acumulado del año – enero hasta agosto – con un total procesado de 26,7 millones de toneladas, contra las 19,5 millones de 2023. ¿Cómo se explica? Básicamente, por las importaciones de soja desde Paraguay, que si bien registraron una merma en agosto, no así durante el resto del año.
Según el dato proporcionado por los propios exportadores, entre enero y agosto se compraron 5,5 millones de granos desde Paraguay. La bolsa de Cereales aportó otro dato. Luego de la merma del octavo mes del año, en septiembre se habrían importado 700.000 toneladas de soja desde el país vecino.
Los grandes productores y los exportadores de granos y subproductos saben manejar los tiempos. Un mes reducen la producción y frenan compras desde Paraguay, y de esa manera envían su mensaje al Poder Ejecutivo: “Los dueños de los granos/dólares somos nosotros”. Sutilezas del comercio agroexportador.
La casi totalidad de la producción de soja paraguaya fue comprometida para venderse a las mismas exportadoras de la Argentina. La estratagema detrás de este régimen consiste en considerar como insumo a la oleaginosa que luego será procesada por las mismas exportadoras en su calidad de industria aceitera, en un marco de triangulación comercial entre filiales de las mismas sociedades. El régimen había sido desactivado por Cristina Fernández de Kirchner en 2009, reinstalado por Mauricio Macri en 2016.
“El volumen importado (de soja desde Paraguay) está 58,4% por encima de las compras realizadas en las últimas cinco campañas”, concluyó el reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.