“Nos mintieron durante décadas con que el objetivo del gobierno debía ser primero crecer para después distribuir”. La definición corrió por cuenta de Axel Kicillof, en una conferencia universitaria poco antes de asumir el cargo de ministro de Economía, a fines de 2013. Allí agregó también que “con nuestras medidas, en la práctica, estamos refutando esa teoría que nos decía a los argentinos que teníamos que postergar nuestra esperanza, postergar nuestros anhelos, siempre teníamos que esperar que llegara el momento de la distribución que nunca llegaba”.
Posiblemente estas definiciones den cuenta del parteaguas que existe en el gobierno en relación a la política económica, donde el último anuncio en relación al bono de Anses para trabajadores informales y jubilados se convirtió en la primer medida redistributiva de peso tras la sanción en 2020 del aporte extraordinario a las grandes fortunas, más allá de que aún resta observar si se financiará con un tributo a la “renta inesperada” que obtuvieron cerca del 3 por ciento de las empresas locales, con ganancias netas superiores a los 1.000 millones de pesos en el año.
Lo cierto es que, en los hechos, la política económica tras la emergencia de la pandemia ha propiciado un gran crecimiento económico con una redistribución regresiva del ingreso, esto es, una cada vez mayor parte de la torta para el segmento más privilegiado de la población. En cifras, a partir de las aperturas posteriores al peor momento del coronavirus, el rebote y crecimiento experimentado en el país llevó a que en el cuarto trimestre de 2020 el PIB se expandiera en un 16,9 por ciento respecto al segundo, y que el 2021 finalice con un crecimiento del 10,3 por ciento, aun cuando en medio de aquel año se registró la segunda ola de Covid, que no impidió que el cuarto trimestre finalice con un crecimiento del 8,6 por ciento. De hecho, la suba continúa registrada hasta la última medición de febrero de 2022, cuando el Estimador mensual de actividad económica (EMAE) del Indec registró un crecimiento de la actividad del 9,1 por ciento interanual y del 7 por ciento en el primer bimestre del año.
Sin embargo, al conjugar estas rotundas cifras con los salarios y la distribución del ingreso, se advierte una tendencia opuesta a la planteada por Kicillof en su discurso, en el cual además señaló que “en la década de los noventa el pensamiento convencional era que primero había que apuntar al crecimiento para poder distribuir, lo cual es un lugar común de la ortodoxia y de la derecha, pero hemos demostrado que la verdad es precisamente la contraria”.
Sucede que durante el año pasado el salario real de los trabajadores registrados en el sector privado experimentó una caída promedio anual del 2,3 por ciento, mientras que el 33 por ciento de los trabajadores que se desempeñan en el sector informal tuvieron una caída promedio anual del 7,1 por ciento, en tanto que el 3,8 por ciento del Índice de salarios de enero quedó por debajo del 3,9 por ciento de la inflación de ese mes.
De hecho, el último informe del centro CIFRA de la CTA sostuvo que “la reactivación económica en 2021 fue contemporánea a una nueva caída en la participación de los asalariados en el ingreso”, y señaló que la masa salarial pasó de representar el 48 por ciento del PBI al 43,1 por ciento entre 2020 y 2021, con lo que “se consolida la tendencia regresiva en términos de la distribución del ingreso que se inició en 2018”. El informe detalló además que “desde 2017 hasta 2021 se registró una caída casi sistemática del peso de los asalariados en el PIB, alcanzando a 8,7 puntos porcentuales”, y agregó que, paralelamente, “se evidencia una recomposición significativa de los márgenes de ganancia, pues el excedente privado de explotación se incrementó del 46,4 por ciento del PIB al 54,3 por ciento entre 2017 y 2021”, año este último en el que “se registró el mayor crecimiento de los márgenes apropiados por las empresas privadas (3,7 puntos porcentuales)”.
Ciertamente, el caso argentino no puede aislarse de la dinámica global, que de acuerdo a la ONG Oxfam, ligada a la Universidad de Oxford y presente en 90 países, exhibe que durante los últimos dos años de pandemia se produjo una reducción en los ingresos del 99 por ciento de la población mundial, con más de 160 millones de personas cayendo en la pobreza, mientras que en la otra punta, un nuevo multimillonario se creó cada 26 horas y los diez hombres más ricos del mundo más que duplicaron sus fortunas al pasar de 700 mil millones de dólares a 1,5 billones.
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Sin embargo, el gobierno del Frente de Todos, que comenzó su gestión bajo el lema “empezar por los últimos para llegar a todos”, y tras lo cual incrementó los derechos de exportación, propició bonos de refuerzo salarial para trabajadores privados, y sancionó luego el aporte extraordinarios de las grandes fortunas, introdujo en 2021 un diseño de política económica que el centro CIFRA calificó como “moderada” para revertir los efectos de la herencia legada por la alianza Cambiemos y la pandemia, pues, este espacio afirma que si se excluyen los subsidios, “el gasto primario cayó no solo respecto a 2020 sino que fue prácticamente igual al del mismo período de 2019 (16,6 por ciento y 16,4 por ciento del PIB, respectivamente), es decir, el año de mayor ajuste del gobierno anterior”, añadiendo que “todo parece indicar que tanto la política de subsidios como la expansión posterior del gasto en el segundo semestre de 2021 constituyen una desviación de la naturaleza de la política económica del gobierno en el marco de los debates internos en el Frente de Todos, que luego retorna a sus orígenes como lo evidencia el acuerdo con el FMI”.
“El haber fortalecido durante diez años la capacidad adquisitiva de los trabajadores y el consumo interno nos dio grados de libertad para no depender exclusivamente de lo que ocurría en el mercado mundial”. Fue otras de las definiciones de Kicillof en su exposición.