Poco que festejar en el día de la industria: con la actividad al rojo vivo cada vez más empresas temen no resistir la crisis

Los números son poco alentadores: la capacidad instalada es la menor de los últimos nueve años, la facturación cae hasta un 80%, los costos se multiplican por cinco y la recesión obliga a que cada vez más pymes se endeuden para sobrevivir. Más de la mitad de las empresas no espera una mejora en el corto plazo. 

02 de septiembre, 2024 | 00.05

En un nuevo Día de la Industria, los datos del nivel de actividad siguen al rojo vivo: anota 13 meses de caída ininterrumpida, ubicándose a mediados del año 20% por debajo de 2023, con gran parte de las actividades con más de la mitad de sus recursos ociosos, mientras la facturación cae hasta el 80%, los costos se multiplican por cinco y la apertura importadora desregulada golpea a la producción local, a la vez que se registra la destrucción de alrededor de 90.000 puestos registrados privados, de los cuales 40.000 eran empleo pyme. Todo esto hace que la mayoría de las empresas sean pesimistas sobre una pronta recuperación y estimen recuperar niveles óptimos recién a partir del segundo semestre del 2025. 

De esta manera, la industria manufacturera nacional ha sido uno de los sectores más afectados por la crisis de producción y de las ventas, al punto de que cuatro de cada diez fábricas nacionales se encuentran endeudadas. Como consecuencia, según datos sectoriales, en todo 2024 podrían cerrar hasta 12.000 fábricas pymes si se sostiene el ritmo de la recesión actual, lo que generaría una pérdida de unos 50.000 empleos directos que dependen del sector, en un marco de derrumbe de los puestos en toda la economía privada, que rondarían los 180.000 durante este año.

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Si un día como hoy de hace cuatro siglos atrás se celebraba el primer envío al exterior de un producto argentino con valor agregado, en el presente, el panorama luce poco alentador para un sector clave para el crecimiento y desarrollo nacional y la creación de fuentes de trabajo, que sufre de lleno los resultados de un plan económico atado a una fuerte recesión y al deterioro del poder de compra de los ingresos. Si ningún país del mundo logró desarrollarse sin industria cierto es también que la destrucción del aparato productivo no implica solamente estancarse en el corto plazo sino retroceder unos cuantos casilleros, muchas veces difíciles de revertir. 

Mientras tanto, para celebrar este día, el presidente Javier Milei visitará por primera vez la Unión Industrial Argentina (UIA), representación empresarial que se muestra más que satisfecha con la reforma laboral del oficialismo, pero que no es ajena a la recuperación que no se V.

Panorama poco prometedor

Los primeros meses del 2024 estuvieron atravesados por una profundización de la recesión, con fuerte caída de la demanda interna (por ingresos familiares pulverizados) y sus consecuencias en cuanto a las ventas de las empresas y el nivel de producción, así como de empleo. Esto, a su vez, se vio agudizado por la suba en el precio de muchos insumos y servicios para la producción y la desregulación de importaciones que en bienes finales genera competencia desleal con la producción nacional. 

Al respecto, los últimos datos publicados por el índice de Producción Industrial (IPI-INDEC) mostraron para junio de este año una caída mensual en la serie desestacionalizada del 1,6% (cuarta consecutiva) a la vez que, comparado con igual mes de un año atrás, la baja fue de 20,1% (seis bajas de dos dígitos en los últimos siete meses), acumulando en el año un descenso del 16,1%.  Asimismo, diferentes indicadores de la producción continuaron con tendencias a la baja: producción de autos (-9,8% interanual, ocho bajas consecutivas); despachos de cementos (-14,4%, nueve mermas ininterrumpidas); índice Construya/ventas construcción (-16,5%, novena caída seguida). Con datos actualizado a julio de este año, el índice que releva la consultora Orlando J. Ferreres indicó que “la industria tuvo un buen mes, anotando un crecimiento de 3,5% respecto de junio en la medición desestacionalizada, impulsada en parte por el sector oleaginoso y sectores de minerales no metálicos”. No obstante, señalaron que “si bien el dato es auspicioso, no esperamos para los próximos meses cifras similares de crecimiento, y aún podríamos ver nuevas bajas mensuales”.

En relación, según la Encuesta de Indicadores Industriales que elabora el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (CEU-UIA) en agosto el 39% de las empresas encuestadas reportó disminuciones en la producción (afectó a 9 de los 12 sectores) al tiempo que el 44% continuó con caída en las ventas, el 28% en las exportaciones y el 17% redujo fuentes de empleo

Respecto de la capacidad instalada de la industria en junio se ubicó en 54,5%, esto es el menor nivel de los últimos nueve años (salvo en 2020 por la crisis de pandemia) y 10,5 puntos por debajo de 2023. Al respecto, la contracción se sintió en todos los sectores, aunque el golpe más fuerte, con más de la mitad de los recursos ociosos, fue en productos de tabaco (35,4%), Industria automotriz (39,0%), Productos de caucho y plástico (39,5%), Edición e impresión (41,3%), Metalmecánica excluida industria automotriz (42%) Productos textiles (43,9%), entre los más afectados. Sobre ello, el informe de la UIA mencionó que “para el 69% de las empresas la utilización de la capacidad instalada fue menor a la considerada como óptima” al tiempo que un punto no menor refirió que “el 56% espera recuperar esos niveles recién en la segunda mitad del 2025 o después”.

Sobre el panorama general de la actividad, Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), dijo a este portal que “la situación es preocupante, hemos tenido una recesión en todo el sector industrial debido a la caída de ventas por el achicamiento del mercado interno y esto ha impactado fuertemente en muchos sectores como el textil, de calzado, fabricantes de bienes de capital donde su capacidad instalada se redujo al 40%, y esto lógicamente ha afectado económicamente a las empresas porque lo que se buscó es tratar de sostener el personal, pese a la caída”. 

De acuerdo con el Índice de Producción Industrial Pyme que elabora la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) la actividad manufacturera cayó 18% anual en julio y acumula una retracción de 19% en los siete meses del año. Todos los sectores relevados por este índice tuvieron fuertes caídas, siendo los más afectados “Químicos y plásticos” (-28%), “Papel e impresiones” (-27%) y “Metal, maquinaria y equipo” (-18%).

“El panorama actual de la industria va de la mano de los índices que marcan una caída general del consumo. Estamos en un país un 20% más chico que el que teníamos el año pasado, y no vemos ningún indicio de cambio en el corto y mediano plazo. Esta realidad, sumado a un gobierno que desregula y levanta controles, lleva a incrementar la concentración económica de la estructura productiva. Han pasado casi nueve meses del inicio de esta gestión de gobierno y no tuvimos hasta ahora la menor buena noticia que genere alguna esperanza vinculada al incremento de la actividad”, señaló al ser consultado Julián Moreno, presidente de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME). 

Esta coyuntura dio paso a uno de los grandes problemas que enfrentan hoy las pequeñas y medianas empresas del país, el alto nivel de endeudamiento. Según la encuesta trimestral que realizan desde IPA, en agosto cuatro de cada diez fábricas nacionales se encontraban endeudadas. La preocupación se agrava ya que el 70% pronosticó la continuidad del escenario recesivo en las ventas, lo que “empujará a casi un tercio de los empleadores a realizar nuevos despidos en sus planteles de trabajadores”, indicaron. Si bien el grueso de las empresas mantiene la capacidad de absorción de los pasivos, un 11,5% sostuvo que ya enfrenta juicios por los atrasos en las obligaciones, tanto impositivas como de la cadena de pagos.

Golpe del mercado interno

Solo en el primer trimestre de este año la caída del PIB fue del 5,1%, debido a que la inversión se contrajo en dos dígitos (-23,4%), el consumo privado bajó 6,7% y el consumo público descendió 5%. “Hay un componente de la actividad que no parece mostrar ningún signo de recuperación, el consumo masivo. Si junio fue pésimo, los datos de julio no parecen ser mucho mejores”, indicaron desde el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) desde donde elaboran el Indicador Mensual de Consumo que “mostró una caída mensual de 2,1% en junio que casi ni se movió en julio (+0,3%). En términos anuales, seguimos 8,7% puntos debajo del año pasado, un guarismo similar al de mayo”. Otros indicadores son todavía peores: para CAME, las ventas minoristas volvieron a caer en julio (-1,6% mensual y 15,7% interanual) y la consultora Scentia también registró una baja del 16%. 

Las actividades más afectadas por la recesión (industria, comercio y construcción) son las que más empleo demandan y efectivamente están registrando despidos en grandes volúmenes, lo que agrava la realidad de la población que viene enfrentando el magro derrotero del poder de compra de los salarios en estos últimos años. “Los salarios registrados privados vienen recuperando algo de terreno (en mayo estaban un 4% por debajo de noviembre y un 5% respecto a mayo del año pasado), y sobre todo, se observa una recuperación del crédito bancario privado. No obstante, dentro del sector asalariado registrado privado también hay heterogeneidad. Le siguen muy lejos los asalariados registrados del sector público (se encontraban un -18% por debajo de noviembre en términos reales)", indicaron desde el ITE.

En cuanto a la cantidad de puestos de trabajo, según los últimos datos de Situación y evolución del Trabajo Registrado (SIPA) de la Secretaría de Trabajo Nacional, el empleo asalariado privado registra nueve meses consecutivos de contracción, con un total de 123.000 puestos menos comparado con noviembre del 2023, antes del cambio de gestión. Por su lado, el empleo en la actividad industrial se contrajo 2% en solo cinco meses, con una caída de 22.750 puestos desde noviembre. Desde el Observatorio IPA relevan mensualmente la situación del segmento pyme en el país, y según las proyecciones que toman de referencia las estimaciones del REM-Banco Central sobre PIB y la elasticidad empleo y empresas, alertaron que “de mantenerse el ritmo actual de recesión este año podría cerrar con una caída del 2,7% del empleo total y de 1,9% del empleo PyME”. Esto es unos 180.300 puestos totales, de los cuales 60.700 serían PyMEs.

“No vemos una recuperación en el segundo semestre de este año y esto impacta fuertemente porque ya hay muchas pymes que tienen que pensar en suspender trabajadores. En algunos casos hay un 30% de las pymes que están programando hacer despidos porque no pueden soportar la cantidad de personal en relación con el nivel de actividad. Si para fin de año la situación para el mercado interno no reactiva, lo cierto es que todo va a empeorar”, indicó Rosato a El Destape. Según la encuesta IPA, en este semestre el 52% de las pymes mantendrán su staff de trabajadores a pesar de los inconvenientes pronosticados, aunque un 31% de las empresas consultadas admitieron que recortarán su plantilla en el futuro inmediato. 

En el mismo sentido, Moreno de APYME, analizó que “el mercado interno se sigue deprimiendo, porque a pesar de que en los últimos meses los salarios ganaron algún punto frente a la inflación, no han recuperado lo perdido y, a su vez, la canasta de consumos se vio modificada. Los consumos inelásticos vinculados a los regulados se han incrementado muy por encima de la inflación general, lo que hace que el resto de dinero que le queda a una familia para consumir en el mercado interno sea muy inferior”. 

Impacto de las medidas del gobierno 

Además de la fuerte caída en la demanda, las empresas declaran que algunos clientes han optado por reemplazar sus productos por otros de origen importado. Entre los países proveedores destacan China y Brasil. Así lo indicaron desde el Observatorio que coordinan los economistas Pablo Bercovich y Martín Kalos que ejemplificaron que “en el caso de una empresa de vidrio consultada, sus clientes les indicaron que dejarían de comprarle porque consiguen el mismo producto proveniente de China a un precio alrededor de 90% inferior”. 

Al impacto de la apertura importadora en la producción nacional se suman medidas como el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que, reglamentado en estos días, fija beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios para estimular inversiones de más de 200 millones de dólares con fines de exportación en sectores específicos durante 30 años. Sobre su efecto, las industrias del país vienen alertando respecto del impacto para proveedores locales (hay muy pocos incentivos para priorizar la compra nacional de insumos) y la necesidad de una ley que atienda las demandas reales de pequeñas y medianas empresas argentinas. 

Su reglamentación no garantizó una integración nacional en insumos y bienes de capital argentinos, que empuje a la producción nacional”, se lamentó Rosato. Consultadas sobre qué efecto consideran que tendrá, el 43% de las pymes indicó que no cambiará la situación actual pero el 39% de las encuestadas aseguró que “empeorará” su realidad, y sólo un 18% se mostró confiada en que las inversiones a través del nuevo sistema les mejorará la producción. “Queda claro que las empresas que no tienen vinculación directa con las inversiones que lleguen a través del RIGI, que afectará especialmente a los sectores de la energía y la minería, tampoco esperan que el impacto derrame sobre mejoras de la actividad en general. El problema se agrava en las fábricas que integran la cadena de proveedores, porque temen que las condiciones de la nueva ley hagan optar a los inversores por comprar maquinaria e insumos del exterior, lo que significará, además, la importación de mano de obra”, agregaron desde Industriales Pymes Argentinos 

Por su parte, Julián Moreno, de APYME, advirtió “no vemos ningún beneficio para el sector pyme sino más bien un saqueo de los recursos del país que deberían estar para ser usufructuados por sus habitantes y no por capitales extranjeros que no van a dejar en este suelo ni siquiera los dólares de las exportaciones generadas”. El industrial evaluó que “dado que está dirigido actividades primarias de extracción muy poco será el empleo generado. Las pymes que podrían ser proveedoras tampoco serán protegidas de las importaciones que estas empresas quieran hacer ya que se les asegura la disponibilidad de dólares para realizarlas y a su vez no pagar aranceles de ningún tipo"

Por su parte, en estos días se conocieron también cambios en el Impuesto País, que desde este lunes tendrá una baja de 10 puntos para importación de bienes y fletes, pasando de 17,5% a 7,5%. “La rebaja de este impuesto trae un beneficio importante para toda la industria que tiene que importar materias primas para poder producir, por lo que va a impactar positivamente”, indicó Rosato aunque alertó que “en el caso de todos aquellos que importan productos terminados que se fabrican en la Argentina, esto va a impactar negativamente para la competitividad, es decir, significa importar mano de obra y menos producción local” y analizó que “lo que debería hacerse es aumentar los aranceles en esos casos, o que no se haga el descuento para los productos importados terminados que ya se producen en la Argentina”.

Por su lado, el titular de APYME sumó que “la reducción del impuesto abarata la competencia importada de la industria nacional, hoy contenida por la escasez de dólares y las dificultades para importar y pagar las importaciones de acuerdo al esquema que permite el BCRA. Si en algún momento se liberara el cepo y las importaciones se pudieran pagar automáticamente, buena parte de las industrias pymes se quedarían sin mercado. Volveríamos al modelo de ‘reconvertirte en importador’”, alertó.

Qué depara el futuro 

La visión de los industriales argentinos no es para nada optimista. Según el reporte de la UIA, las empresas perciben una situación peor que hace un año, tanto a nivel empresarial (52%) como sectorial (69%) y nacional (61%), aunque con una leve mejora respecto al relevamiento previo. Al comparar con las expectativas para este año, queda claro que no se cumplieron: el 40% de las empresas esperaba una mejora económica del país para 2024, pero el 61% ahora ve una situación peor, de igual manera, el 42% anticipaba mejoras en su sector, pero el 69% afirma que empeoró.

En sintonía, la encuesta trimestral que realizó IPA mostró que el 43% de los industriales señalaron que la situación de sus empresas empeorará durante los próximos seis meses, mientras que el 27% pronosticó la continuidad del actual escenario recesivo. Sólo el 30% de las fábricas consultadas esperan mejorar la actividad en lo que queda del 2024. Pensando en 2025, el 59% de las pymes pronosticó que el escenario empeorará o que, en el mejor de los casos, se mantendrá igual a la recesión actual. 

Finalmente, Moreno evaluó “en este momento las pymes necesitamos medidas de emergencia que aseguren el sostenimiento de las unidades productivas y de los empleos que éstas generan, hasta recuperar el nivel la actividad que supimos tener. Medidas que aseguren que los aumentos de tarifas de insumos y de costos en general no dejen fuera del mercado a nuestras empresas. Así como de asistencia crediticia y tributaria, y principalmente políticas que busquen recuperar el nivel de actividad y de consumo de la población en general.  Vemos que el actual modelo está ‘corrigiendo’ precios relativos, está trasladando recursos de sectores que generan empleo hacia sectores que no lo hacen, y en este proceso el mayor damnificado es el trabajador y no la ‘casta’”, cerró.