En medio de la negociación con el FMI con el Gobierno, el expresidente Mauricio Macri reconoció que los dólares que ingresaron al país se fueron por la fuga de capitales que incentivó la propia gestión de Cambiemos. En un tiempo crítico signado por la pandemia del coronavirus, los U$S 44.000 millones que asignó el organismo multilateral de crédito podrían haber servido, al menos, para sostener los ingresos de los sectores vulnerables durante el peor momento de la crisis sanitaria.
"La plata del FMI la usamos para pagar a los bancos comerciales que se querían ir porque temían que vuelva el kirchnerismo". El ex presidente Mauricio Macri reveló así cuál fue -según su versión- el uso que se le dio al dinero del Fondo Monetario Internacional que, por otro lado, se convirtió en el más importante de la historia del organismo
Al observar las cifras del presupuesto, puede develarse que la inversión mensual hecha por el Gobierno en el pago del Ingreso Familiar de Emergencia durante el 2020 fue de $ 78.543 millones. Si los U$S 44.000 millones provenientes del FMI se traspasaran a pesos, podría decirse que la fuga de capitales que financió Macri equivale al pago de 38 meses consecutivos del IFE. Es decir, se podría haber sostenido los ingresos de las familias con dificultades durante más de tres años. Y aún hay más.
A raíz de la inesperada llegada de la pandemia, el Gobierno inyectó en Políticas Alimentarias cinco veces más del presupuesto que tenía previsto para todo 2020. Es decir, de la previsión inicial de $ 25.472 millones, en ese apartado se erogaron $ 131.616 millones, más de cinco veces lo proyectado. Siguiendo el mismo razonamiento hecho con el IFE, el monto final asignado podría haberse multiplicado por 22.
Para el caso del ATP, el programa orientado a brindar ayuda a las empresas para cubrir parcialmente el pago de salarios, en su pico máximo alcanzó a más de 420.000 empleadores y en sus siete rondas supuso el desembolso de $ 370.240 millones. De esta forma, desde la Anses aseguraron ingresos para casi la mitad de la población registrada en relación de dependencia, unos 3 millones de trabajadores.
Si el dinero utilizado por el macrismo para asistir a los bancos hubiera sido direccionado al pago del ATP, se podría haber repetido el ciclo de pago de siete meses en ocho oportunidades.
Cambio de discurso
En el recuerdo fresco de la gestión económica de Juntos por el Cambio se pueden detectar muchas debilidades, pero el factor diferencial que desmoronó al macrismo fue su política de endeudamiento desenfrenado. En medio de la campaña electoral por las legislativas, Macri y la exgobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal se encargaron de negar las gestiones de Cambiemos para aumentar la deuda externa a niveles estratosféricos y exculparse de su responsabilidad.
Durante una entrevista a la señal de noticias TN, Vidal realizó un llamativo análisis respecto a la encrucijada del frente externo: "Cuando uno mira la deuda argentina antes del crédito del FMI y el día que me fui, (si la compara ve que) es la misma deuda. Con lo cual, para aquéllos que dicen `se fugaron la plata, se la llevaron los amigos de Macri´, (les digo) la deuda fue la misma entre el día que entró la plata del Fondo y el día que nos fuimos".
Por su parte, Macri y sus exministros también se enfocaron en señalar que la deuda tomada con el Fondo fue para "pagar vieja deuda", sin brindar un solo número. Incluso dirigentes de Juntos llegaron a poner en equivalencia el endeudamiento en pesos que llevó a cabo el Frente de Todos con el endeudamiento externo de Cambiemos. Cambios de discurso para una sola explicación.
Cuál es la deuda real
A principios de 2016, el macrismo tomó una deuda externa de U$S 13.700 millones para pagarle a los fondos buitres que litigaban en los tribunales de Nueva York, sin ofrecer resistencia. Contra esa deuda, se emitieron bonos con vencimiento en 2022, 2023 y 2025, que el actual gobierno reestructuró en 2020.
En los dos años siguientes, el megaendeudamiento siguió con unos 100.000 millones de dólares entre colocación de deuda en el exterior e ingreso de capitales especulativos, enamorados por las tasas que ofertaba el mercado local. Entre enero de 2016 y abril de 2018, Argentina encabezó el ranking mundial de principales colocadores de títulos de deuda en mercados internacionales. Se llevó más del 10,5 % del total de la deuda mundial emitida en ese periodo.
Para fines de 2017, el flujo de capitales especulativos es esfumaba, la fiesta se había terminado y el saldo de la balanza de pagos empezaba a flaquear. En un manotazo de ahogado que anticipaba el final: con el guiño político del expresidente estadounidense Donald Trump, el FMI le otorgó a la Argentina el préstamo más grande de su historia. La irrisoria cifra de U$S 54.000 millones es incluso superior al monto recientemente asignado por el organismo para que todos sus socios puedan enfrentar las duras consecuencias económicas que dejó la pandemia.
Tomando solo el período macrista, la deuda pública total pasó de representar el 53,1% del PBI en 2016, al 90% en apenas tres años. Sin embargo, la deuda externa pasó en el mismo período del 36,5% del PBI a representar el 70% del producto anual.
En cuatro años, por Formación de Activos Externos (FAE) se fugaron casi U$S 90.000 millones. Desde el primer desembolso del FMI hasta diciembre de 2019 se fugaron, entre FAE y capitales especulativos, todo el préstamo del organismo y U$S 6.000 millones más. Las cuentas que hizo Macri, definitivamente, no cierran.