"Los datos hablan por si solos. No hemos encontrado ningún acuerdo que sea favorable", sincera el trabajo elaborado por la consultora CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) en el que analizó nueve escenarios posibles de acuerdos para la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, en base a lo poco que se conoce respecto a las conversaciones y a diferentes esquemas que podría llegar a plantear el Gobierno para poner límites a los pagos anuales. Los ensayos arrojaron muy distintas cuotas, plazos y pagos totales, datos que cambiarían por completo el panorama a futuro.
La CELAG es una consultora ligada a las fuerzas progresistas de la región. De hecho, su director, Alfredo Serrano Mancilla, editó recientemente el libro "Evo. Operación Rescate", sobre la trama que envolvió el golpe y posterior salvataje de Evo Morales en Bolivia, que presentó en Buenos Aires junto a Alberto Fernández y Rafael Correa. El trabajo sobre la deuda que firmó junto a Mariana Dondo y Guillermo Oglietti toma como partida la idea de que se viene conversando mucho sobre cuándo se firmará el acuerdo y si conseguirá pasar el filtro de la aprobación en el Congreso. Pero que, en cambio, se discute muy poco acerca de las posibles condiciones y del perfil de los pagos, que resultarán determinantes para el desarrollo de los próximos años de la economía argentina.
A tono con lo que se plantea desde algunos sectores del Frente de Todos, los analistas de la CELAG sostienen que no hay acuerdo "favorable" porque no hay posibilidades de corregir hacia atrás, de manera de replantear el pago de una deuda tomada contrariando los propios estatutos del organismo. En esta dirección, evaluaron que si se discute con creatividad existen alternativas menos malas que otras. En algunos de los nueve escenarios que analizaron plantean un reparto más equitativo de las cargas entre el gobierno argentino y el propio FMI, dada su alta responsabilidad en la exorbitante suma otorgada al gobierno de Mauricio Macri.
1. El primer escenario es el acuerdo actual, que vence en tres años (2024), con la tasa básica del 1,05% más los dos puntos de sobretasa porque se trató de un préstamo muy por encima de la cuota que le correspondería a Argentina. Esta sobretasa es la que el gobierno argentino viene insistiendo que no se cobre, reclamo que recibió una declaración de apoyo en la última cumbre del G20. Pero, hasta ahora, el directorio del FMI no dijo nada al respecto. Este acuerdo stand by firmado por el gobierno de Macri es el más impagable de todos los escenarios evaluados dado que contempla que Argentina abone casi 16 mil millones de dólares por año. No hay reservas para eso.
2. El segundo escenario sería el acuerdo básico del Fondo: con plazo a 10 años (2031), con cuatro de gracia. A la tasa base del 1,05% habría que agregarle los dos puntos de sobretasa y un punto más porque el acuerdo excede los tres años. Esta sobretasa extra también es discutida por el Gobierno. En este caso, si bien se incrementan los intereses, el plazo permite una cuota de 5.700 millones de dólares anuales que comenzarían a abonarse recién en 2026.
3. Otro escenario contempla este mismo acuerdo base pero sin las sobretasas, tal como reclamaron en repetidas oportunidades tanto Alberto Fernández como el ministro Martín Guzmán. "El Fondo, que es un prestamista de última instancia, está cobrando actualmente tres veces la tasa que paga el mercado, algo quedó mal, por lo tanto revisémoslo", insistió el Presidente en una entrevista reciente. En ese caso, los intereses a abonar se reducirían considerablemente (6 mil millones de dólares menos) y el pago promedio anual quedaría en casi 5 mil millones. Si bien es más bajo, sigue siendo elevado si se tiene en cuenta variables como el porcentaje del PBI (1,6%) o la recaudación (6,1%).
Las otras posibilidades
Las tres variantes descriptas vendrían a ser las "ortodoxas" en un acuerdo con el FMI. En este estudio también se analizaron variantes menos tradicionales, un poco a la manera de lo que planteó la vicepresidenta Cristina Kirchner en el acto por el Día de la Democracia, cuando habló de pagar en base a la repatriación de capitales. "Creemos que no se está discutiendo lo inviable que son estos acuerdos. Los períodos de gracia dan oxígeno ahora y asfixian después. Nosotros no le quisimos agregar a nuestros cálculos lo que se debe pagar por año a los acreedores privados, pero se genera un peso sobre la recaudación que vuelve imposibles los cumplimientos", explicó Serrano Mancilla.
Con esa lógica, teniendo en cuenta la corresponsabilidad del Fondo en el fabuloso endeudamiento macrista, imaginaron posibles acuerdos que fijen un límite anual de pagos teniendo en cuenta variables como el 1% del PBI, el 3% de la recaudación o el 7,5% de las exportaciones. Como puede apreciarse en la tabla de más abajo, los tres casos arrojan plazos mayores de cancelación -van de los 16 a los 25 años- con cuotas anuales menores a las de las variantes ortodoxas. Aunque, en la cuenta final, terminan dando sumas bastante parecidas sobre el monto total que se pagaría, rondando los 40 mil millones de dólares.
El peor escenario de todos los analizados, el 7, plantea la posibilidad de que se acuerde según la tasa variable del DEG, la "moneda" del FMI, que viene evolucionando a la alza, siguiendo la suba de la inflación mundial que caracteriza a la pospandemia. En contrapartida, las dos mejores posibilidades, o "menos malas" como sostiene el trabajo, son los escenarios 8 y 9.
El 8 propone un Trato Diferenciado Preferencial, sin sobretasas para una parte (19,3 mil millones de dólares, que sería el máximo que se le podría haber otorgado al país) y una quita del 50% en el resto (dada la corresponsabilidad del organismo en esa deuda). En este escenario, si bien el pago anual sigue siendo alto (casi 3.800 millones de dólares), el monto final se reduce a poco más de 28 mil millones. El escenario 9, de inspiración cristinista, pone límite en los pago a la repatriación de capitales, estirando los plazos y bajando mucho el pago por año.
El trabajo de la CELAG sostiene que Argentina debe plantear la situación como "excepcional", que justifique este tipo de soluciones creativas y por fuera de la ortodoxia. "Una deuda acordada en forma tan extraordinaria exige una solución también extraordinaria", concluye.