Esta semana el gobierno argentino recibió de Estados Unidos dos señales que calan hondo en la economía local. La primera fue la manifestación de respaldo del subsecretario del Tesoro, Wally Adeyemo, a las negociaciones del equipo económico argentino con los burócratas del Fondo Monetario Internacional (FMI). La otra es la decisión de la Reserva Federal de mantener hasta el año 2023 las actuales tasas de interés (rango de 0 a 0,25 por ciento), lo que continuará motorizando el flujo de fondos a países emergentes, abaratando los costos crediticios para economías como la argentina.
El miércoles, Adeyemo le expresó a Guzmán que "un marco de política económica sólido para Argentina que ofrezca una visión de crecimiento del empleo en el sector privado contaría con el apoyo de Estados Unidos y de la comunidad internacional". Guzmán mantuvo ese día diálogo de más de una hora con el subsecretario del Tesoro, el hombre fuerte del equipo económico del presidente Joe Biden después de la secretaria Janet Yellen. Las declaraciones fueron tomados por algunos analistas como un reproche al gobierno argentino por la supuesta falta de un plan económico. En el entorno de Guzmán insisten en que fueron "positivos" los dichos del funcionario norteamericano y que lo publicado en algunos medios fue una mirada "reduccionista".
En la frase del funcionario estadounidense, equivalente al viceministro de Economía en la Argentina, se destaca que el programa tiene que enfocarse en crear trabajo, un aspecto en el cual se sustentó desde el inicio la argumentación argentina frente al staff del Fondo para evitar la obligación de aceptar sus recetas de ajuste. Las consecuentes dilaciones en el arribo de un acuerdo para renegociar el préstamo de 44.000 millones que otorgó a la administración Macri no están vinculada con el programa económico sino con las condiciones que exige el Fondo, los plazos de repago estipulados y los intereses que pretende cobrar.
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Para el paladar del FMI, el país ya muestra varios resultados positivos, como aumento de reservas, superávit comercial, tipo de cambio estable, un resultado fiscal cercano al equilibrio, menor emisión de pesos y crecimiento de la actividad industrial y la construcción. De todos modos, la economía no logra traccionar una creación neta de puestos de trabajo en el sector privado ni de contener una inflación que oscila el 50 por ciento anual.
La cantinela de la falta de plan
La frase de Adeyemo deja en claro que habrá apoyo de Estados Unidos y del resto de los países socios del FMI (Estados Unidos es la primera minoría) al programa que presente la Argentina, el cual, obviamente tendrá que contar con proyecciones de equilibrio macroeconómico con generación de empleo. "Nuestro plan económico siempre fue el mismo, la producción, el empleo como pilares fundamentales, cuando dicen que no lo hay es porque no es como ellos quieren", aseguró esta semana la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco.
Con una pandemia en curso y una situación financiera y económica en crisis heredada del macrismo, los datos que surgen en los últimos meses parecen alentadores, al menos en los números, lo único que le interesa al Fondo. En términos de equilibrio fiscal, las cifras de ejecución presupuestaria de los primeros cinco meses del año evidencian un déficit en el resultado primario de apenas el 0,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), lejos del 2 por ciento del mismo periodo de 2020, en los que solo hubo dos meses de pandemia.
"Sin computar las transferencias del Banco Central al Tesoro, durante mayo los ingresos totales tuvieron una expansión de 41,5 por ciento interanual, básicamente explicada por el crecimiento de los ingresos tributarios, a lo que se suman 58.240 millones del Aporte Solidario en el marco de la pandemia", según el último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
El gasto primario retrocedió, básicamente, por la caída de jubilaciones y pensiones y salarios públicos, pero también debido a que los recursos asignados a paliar las consecuencias de la crisis sanitaria fueron menores en la comparación interanual con mayo de 2020. El gasto en programas sociales se redujo básicamente por la eliminación del IFE y el ATP, mientras que se mantuvieron en terreno positivo frente a la inflación las partidas en gastos de capital vinculado a la inversión en infraestructura.
La expansión de la base monetaria se redujo a un tercio respecto del año pasado, cuando la inversión social durante la primera ola de contagios de COVID-19 disparó la impresión de pesos a un ritmo de 60 por ciento anual. Actualmente, se ubica en torno al 20 por ciento, por debajo de la inflación. Durante 2021 la base monetaria se mantuvo estable, con una suba de 0,6 por ciento desde diciembre.
Los resultados de un proyecto
Desde fines del año pasado la actividad económica comenzó a mostrar signos de recuperación, con alta incidencia positiva en las exportaciones de los altos precios internacionales de los commodities. La cuenta comercial de abril arrojó un superávit de 1470 millones de dólares, con un incremento de 1010 millones respecto de marzo. El ingreso de divisas acumulado de la agroexportación en los primeros cinco meses del año alcanzó los 13.301 millones de dólares.
La actividad económica registró el primer dato de crecimiento interanual en 19 meses, aunque si se lo compara con los registros previos a la pandemia se ubica un 2,7 por ciento por debajo, según un informe de la consultora Synthesis. Por su parte, la industria y el comercio se encuentran en niveles superiores a los de 2019, con mejoras de 9,2 y 7,3 por ciento respectivamente.
El empleo, junto con la pérdida de poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación, son los principales problemas de los que adolece la economía argentina. En materia laboral, el informe destaca el crecimiento por cuarto mes consecutivo de la nómina de trabajadores registrados, principalmente por un aumento en monotributistas y asalariados públicos. Además, se observa una desaceleración en la pérdida del empleo privado.
A partir del ingreso de divisas del complejo cerealero y aceitero, las reservas superan los 42.000 millones de dólares, a partir de una intervención compradora del Banco Central neta por 2100 millones. Las reservas netas se ubican a junio en 8235 millones de dólares, un 79 por ciento más que a comienzo de año.
La Reserva Federal mantuvo esta semana las tasas de interés de referencia para el sistema financiero y adelantó la posibilidad de revisarlas recién para 2023. Esto la dará aire a la Argentina para financiarse en el exterior, pero para ello primero tiene que cerrar con el Fondo y el Club de París. En 2025 la Argentina enfrentará los mayores vencimientos de los títulos públicos que nacieron con el canje del año pasado, para lo cual requerirá acceder al mercado para refinanciarlos.