La pobreza alcanzó al 49,9% de la población, alrededor de 23 millones de argentinos, lo que representa una baja respecto del comienzo del año, aunque aún se encuentra por encima en la comparación interanual, de acuerdo con la medición del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA). En niños, la precariedad social asciende al 65%.
En tanto, la indigencia pasó de 11,9% en 2023 a 12,9% en el tercer trimestre de este año. En este contexto, se relevó que el 29,4% de los hogares debió recortar el gasto en medicamentos; 29,9% no pagó tasas o impuestos; y 27,1% no pudo pagar algún servicio.
El director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, Agustín Salvia, señaló: "Lo que estamos sufriendo hoy no es sólo el efecto de una política de ajuste sino el agotamiento de un ciclo económico que tiene más de 20 años" y consideró que "la política del actual Gobierno era de alguna manera necesaria". Al presentar el informe a la prensa, sostuvo que las políticas de ajuste "se hicieron a un ritmo muy acelerado y con alto costo inmediato", aunque "tuvieron un impacto regresivo de menor profundidad de lo que podía esperarse".
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Pobreza infantil
Al analizar la pobreza e indigencia en la infancia, se relevó que actualmente dos de cada 10 niños viven en pobreza extrema. El 65,5% de los niños en Argentina viven en situación de pobreza y 19,2% en situación de indigencia. Salvia observó que "hay una desinversión generacional" dado que en 2011-2012 40% de los niños eran pobres y hoy ese número asciende a 65,5%.
En esta línea, se observó un incremento de la pobreza infantil en los estratos medios, pero sobre todo una mayor concentración de pobreza extrema en los estratos más bajos de la estructura social. Los niños de hogares con menor capital social son los más sufrientes y afectados por la crisis.
Por otra parte, en la Argentina urbana actual el 36,3% de los hogares reciben asistencia económica directa o indirecta por parte del Estado Nacional, provincial o municipal. Si se calcula la situación sin AUH, otros programas ni pensiones no contributivas, se estima que la indigencia ascendería a 23,2% y la pobreza a 55,4% de la población.
En este contexto, Salvia acotó que "buena parte del problema está en la estructura ocupacional. Argentina no genera buenos empleos". Se verificó un aumento del subempleo inestable (changas), que alcanza al 23,6% de la población económicamente activa; mientras que sólo 40% de la fuerza de trabajo tiene empleo pleno de derechos (con salario que cubre el costo de vida, estabilidad y aportes de seguridad social).
El deterioro de las oportunidades de empleo y de las remuneraciones se correlaciona con el aumento del porcentaje de ocupados que residen en hogares pobres, con marcadas diferencies entre estratos socioeconómicos. En consecuencia, el 35,3% de los trabajadores es pobre.
El 87% de los hogares de barrios populares tiene inseguridad alimentaria
En una investigación llevada adelante por Barrios de Pie para analizar la situación alimentaria en hogares pertenecientes a barrios populares registrados en el Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP), se constató que el 87% tuvo inseguridad alimentaria. A su vez, el 60% de estos hogares tuvo inseguridad alimentaria severa, ya sea porque en el mes previo al menos una persona del hogar haya tenido que dejar de comer todo un día por falta de dinero u otros recursos, y/o porque en ese mismo periodo al menos una persona del hogar haya sentido hambre pero no haya comido porque no había suficiente dinero u otros recursos para obtener alimentos.
El informe incluyó 16 jurisdicciones del país (15 provincias y la Ciudad de Buenos Aires). Las provincias que fueron relevadas (por orden alfabético) son: Buenos Aires, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Rioja, Mendoza, Salta, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán. Se encuestaron a representantes de 3.294 hogares de barrios populares, en donde viven 12.658 personas (38% de ellas menores de edad).
Por otro lado, el informe arrojó que el 81% de esa población tuvo un menor consumo de proteínas que el año pasado, de los cuales 82% no compensaron aumentando el consumo de ningún otro tipo de alimento. De los hogares que pudieron compensar aumentando el consumo de otro alimento, el 76% aumentó el consumo de hidratos de carbono. En la muestra general de hogares solo el 4% refirió haber aumentado el consumo de proteínas con respecto al año pasado.