El presupuesto define a dónde se distribuyen los fondos del Estado. Un proyecto con previsiones realistas minimiza la discrecionalidad en esa repartija e implica un pronóstico adecuado que facilita la aplicación de políticas correctas para generar desarrollo. En su presentación del documento en el Congreso, el ministro de Economía, Martín Guzmán, precisó que pretende que esté basado en el realismo. Esto se diferencia en años luz respecto a los redactados por Cambiemos, donde no acertaron a una de las estimaciones principales.
“Queremos hacer un presupuesto sobre la base del realismo. Y si después la realidad resulta ser mejor, por supuesto que nos reservamos cierta flexibilidad. Es el escenario de base que consideramos más razonable, pero entendemos que siempre puede haber contingencias y sobre todo en un escenario en como la economía mundial está viviendo en este momento”, resaltó el funcionario en la comisión de Presupuesto de la cámara baja sobre la ley de leyes. Los resultados los podremos comprobar el año próximo.
Resulta compleja la tarea de Guzmán, puesto que pese a las mejores pretensiones que tenga resulta imposible conocer la continuidad del coronavirus, la efectividad y disponibilidad de las vacunas. Por eso mismo aclaró que prevé que no se mantenga la pandemia pero que guarda flexibilidad en ese aspecto por si, justamente, demora en erradicarse más de lo deseado.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
La globalización del virus a principios de año echó por tierra los planes de todos los gobiernos del mundo y los forzó a tomar un rol mucho más activo. Los mandatarios que se negaron a hacerlo sufrieron las consecuencias de una destrucción inédita de puestos de trabajo y de empobrecimiento masivo de la población.
Con esta aclaración plantada sobre la mesa, Guzmán estima que el año próximo la inflación se desacelere al 29%, que la economía crezca 5,5% y que el dólar oficial termine a $ 102,40. Se trata de pronósticos adecuados a la realidad argentina, de acuerdo a la visión de diversos economistas heterodoxos, más allá de que el relevamiento de expectativas del mercado (REM) muestre un futuro más gris.
Esto no fue pasado por alto en la exposición de Guzmán, quien apuntó sobre la arbitrariedad de las consultoras económicas “estrella”. No de forma casual, estas acompañaron a Cambiemos por tratarse de un gobierno afín a los intereses de sus clientes, las grandes empresas. "La realidad terminó siendo peor que lo que esperaban los mercados. Pero desde que estamos en el gobierno ha sucedido sistemáticamente lo contrario: esperaban escenarios de inflación peores a los que sucedieron", lanzó el ministro.
Cambiemos se chocó con la realidad una y otra vez
En el primer presupuesto redactado por Cambiemos, el de 2017, se estimó una inflación de 14,5%. Ese año la suba fue del 24,8%, casi el doble. Para el año siguiente, insistieron con un 15,7%, aunque la cifra real la triplicó: 47,6%. Esto trae a su vez el nostálgico e iluso anuncio de las entonces autoridades del Banco Central que planteaban en 2017 una meta para 2018 del 10% (más/menos 2 puntos porcentuales).
En el último año previeron 34,8% de subas, pero los precios aumentaron 53,8%, de acuerdo a los datos de la Oficina Nacional de Presupuesto y el Indec. La distancia se ensancha aún más si se considera que en 2017 estimaban que para su último período de gestión la inflación sería del 5%.
Este no fue el único punto donde el gobierno de Mauricio Macri le erró de forma continua. Los economistas del PRO previeron que el PBI iba a avanzar 3,5% en 2017, pero el crecimiento se limitó al 2,8%.
En el tercer año de gobierno Cambiemos aseguró que la economía se expandiría 3,5%. A poco de iniciado el año, el modelo que aplicaron estalló una crisis cambiaria no vista desde 2002 que derivó en una recesión del 2,6%. Esto implicó una diferencia entre lo pronosticado y realizado de 6,1 puntos porcentuales, un margen de error pocas veces visto y menos veces permitido.
Ya para 2019 Macri admitió que habría una caída en la actividad, pero la planteó de sólo el 0,5%. Cerró en el 2,1% ante la aplicación de políticas que contrajeron a todos los sectores.
Con el dólar también fueron relevantes los pifies, pero menos alevosos que la calumnia de que el levantamiento del cepo en 2015 no se traduciría a precios porque los productos ya se regían por el blue. En 2017 Cambiemos pronosticó un dólar a $ 17,92, pero el año terminó a $ 16,57.
La devaluación fue mayor el año siguiente. Mientras el presupuesto prometía un tipo de cambio a $ 19,30, llegó a los $ 28,09. En el último período la estimación lo daba a $ 40,10, pero el BCRA permitió que aumente a $ 48,25.