El Gobierno ya empieza a poner fechas algo más certeras a la salida del cepo y las últimas estimaciones de Javier Milei rondan un mínimo de cinco meses a partir de ahora. Más allá de la última explicación técnica que dio el Presidente, en el mercado entienden que hay varias razones macro que apoyan esa misma perspectiva que indica que está virtualmente descartado que se pueda quitar el control de capitales antes de marzo, y que van desde los importantes vencimientos de bonos a la falta de financiamiento externo y la alta demanda de divisas por el turismo.
Esta semana, horas después de que el ministro de Economía, Luis Caputo, dijera que se quitará el cepo "en algún momento de 2025", Milei dio una explicación técnica con precisiones sobre esta posible fecha. "Les aviso que si durante dos meses más repetimos números en esta línea, vamos a estar bajando el crawling peg a 1% y cuando repitamos 3 meses de 1% vamos a estar liberando el mercado de cambios”, afirmó al dar un discurso en el hotel Faena Art Center el día en el que se conoció la inflación del 2,7% en octubre.
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De este modo, habría un mínimo de cinco meses a partir de ahora para que sea posible levantar el cepo, no antes de marzo, en los que el Presidente espera que se cumpla la condición que había fijado de convergencia entre inflación y ritmo de devaluación del peso, para evitar que la repentina demanda de dólares genere un nuevo salto en los precios. En verdad, este plazo se transformaría en unos seis o siete meses, dado que las publicaciones del Indec sobre el IPC salen con unos 15 días de mes vencido.
Más allá de esta explicación oficial, el mercado ve otros factores que inciden en que la salida del cepo no sea inmediata. Una de ellas es el vencimiento de unos 4.300 millones de dólares en Bonares y Globales (tanto en carácter de intereses como de capital) solo en enero de 2025. Restando lo que ya fue girado por el Palacio de Hacienda a Nueva York en octubre pasado con ese fin, "falta juntar unos USD 3.000 millones, si se quiere evitar canjes", remarcó la consultora Outlier, que saldrían principalmente del Banco Central. Esto implica que "es poco probable que las reservas netas mejoren de forma muy significativa de acá a fin de año".
Por lo tanto, el colchón de divisas de la entidad monetaria no sería lo suficientemente grande, todavía, como para garantizar que una eventual explosión de demanda de dólares no genere una corrida cambiaria que, nuevamente, presione sobre los precios. "Es poco probable que las reservas netas mejoren de forma muy significativa de acá a fin de año", advirtió al respecto Outlier, que dirige Gabriel Caamaño Gómez.
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Complementariamente, otros factores estacionales contribuyen a este escenario. Por un lado, la alta demanda de divisas por las vacaciones de verano, que este año se potencian especialmente por el atraso cambiario. De hecho, el Indec mostró que, de enero a septiembre, la cantidad de turistas emisivos, que demandan divisas, aumentó un 14% interanual. Al contrario, el turismo receptivo, que permitiría la entrada de dólares cayó también un 14%. Por otro, para el agro, diciembre, enero y febrero son los meses de cosecha fina (principalmente de trigo), que deja una liquidación mucho menor que la cosecha gruesa (de soja), la cual tiene lugar a partir de abril. Así, el Gobierno tampoco puede esperar un ingreso masivo de divisas por este factor.
Hay también una cuarta causa, que es la ausencia inmediata de financiamiento externo sustancial. Aunque el riesgo país sigue bajando y ya perforó los 800 puntos básicos, todavía le falta para alcanzar el promedio de la región, cercano a 450 puntos. De este modo, el Gobierno depende del FMI para recibir una inyección de dólares lo suficientemente grande como para que pueda abrirse el control de capitales.
La esperanza de Milei y Caputo es que la llegada de Donald Trump a la presidencia en Estados Unidos impulse un nuevo programa con el organismo que incluya la llegada de dólares extra a los 44.500 millones otorgados en 2018. Pero la presión política de parte del nuevo Departamento del Tesoro republicano recién arrancará el 20 de enero, cuando el mandatario electo asuma su mandato. Y, por lo tiempos burocráticos del propio Fondo, nadie espera que pueda aprobarse un nuevo acuerdo en menos de seis o siete meses a partir de ese momento.
En caso de que se concrete el escenario más optimista posible para el Gobierno, la duda que queda es si Milei y Caputo podrán aprovechar la ventana que se abre entre marzo y fines de junio para salir del cepo, antes de que comience el calendario electoral propiamente dicho. Pero, en general, el mercado espera el fin del control de capitales se produzca recién hacia fines del año próximo. "Lo que está claro es que la salida del cepo quedaría para algún momento de 2025, que ya no parece ser el primer trimestre", afirmó Outlier al respecto, la cual aclaró que su "escenario base sigue siendo (que el cepo se libere) después de las elecciones".