En medio de la cantinela de los altos impuestos que pagan los productores agropecuarios, un informe oficial da cuenta del verdadero costo (insostenible) que recae en las espaldas del sector: el arrendamiento de los campos. De acuerdo con las últimas cifras de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, los costos de arrendamiento llegan a duplicar los márgenes netos que obtiene un productor con campo propio. El alquiler de los representa en promedio el 39,8 por ciento de los gastos totales, con valores que alcanzan al 54,1 por ciento, en el caso del girasol (a modo de ejemplo).
Este alto costo lleva que se pase de un rendimiento positivo para un productor con campo propio a una pérdida casi generalizada (sin importar el producto sembrado) para quienes deben arrendar el campo para poderlo trabajar.
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La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada), que suele calcular –no se sabe bajo qué metodología—el impacto impositivo en la rentabilidad agropecuaria, publicó su índice trimestral que mide la participación del Estado en la renta agrícola. Según esta entidad, de cada 100 pesos que le quedan de renta al productor (ingresos menos costos), 63,20 se los queda el gobierno nacional, provincial y municipal. “Es decir que los impuestos se llevan el 63,2 por ciento de lo que le queda a quien produce en el campo”, asegura el documento de la FADA.
El informe no contempla las ventajas impositivas que se otorgaron a los productores afectados por la sequía ni el tipo de cambio diferencial que les autorizó a las economías regionales y algunos de los principales cultivos exportables. Pero, además, no toma en cuenta el impacto de los alquileres de los campos, el negocio más rentable del sector, el cual no sufre de las vicisitudes climáticas ni riesgo alguno.
La diferente realidad que viven quien cultiva soja en campo propio que quien lo tiene que alquilar se resume en ganancia o pérdidas. Incluso, hay una trampa de precios que perjudica al pequeño productor y beneficia a los dueños de las tierras. Cuando hay una mala cosecha, suben los precios internacionales por una menor oferta global. Como los alquileres están pautados en precio por quintal de soja, los arrendamientos también se encarecen. Esto a los productores lo perjudica más que el mayor ingreso por precios internacionales ante una oferta acotada que no llega a compensar el incremento en los costos.
Los alquileres de campos no son un costo fijo sino que se pactan en quintales de producción (generalmente de soja) por hectárea, con lo cual, más allá de una buena o mala cosecha deberá pagarse de acuerdo con la trayectoria que siga el precio de la oleaginosa y el valor de la divisa estadounidense en que se cotiza. Este valor, dependiendo de qué zona productiva se trate, puede ubicarse entre 12 y 15 quintales cada mil metros cuadrados. El único margen de acción es pactar cuántos quintales por hectárea pedirá el dueño del campo. De esta manera, el precio del arrendamiento se estima en quintales por hectárea de soja (quintales/hectárea), en la moneda de cambio más habitual según las zonas de producción, y se convierte a dólares/hectárea.
De acuerdo con los valores publicados por Agricultura con un valor de dólar al 3 de octubre último (fijado en 350 pesos por divisa), y tomando el precio de granos y oleaginosas de la Bolsa de Cereales, los mejores márgenes brutos por hectárea son de 560 dólares para la soja de primera, de 508 dólares para el sorgo, de 495 dólares para la combinación trigo/soja y de 424 dólares para el combo cebada/soja. Estos valores provienen de la zona núcleo norte, el de mayor productividad agropecuaria.
El informe oficial asegura que los gastos de comercialización y cosecha representan en promedio el 23,6 por ciento de los gastos totales, con valores entre 15,3 por ciento (girasol) y 28,6 por ciento (sorgo). El arrendamiento representa en promedio el 39,8 por ciento de los gastos totales, con valores entre 27,5 por ciento (trigo) y 54,1 por ciento (girasol).
El rinde de indiferencia del margen neto/rendimiento en promedio es 75,2 por ciento, con mínimo de 56 por ciento (soja de primera) y máximo de 99,7 por ciento (cebada) sobre rinde logrado. Los cultivos de invierno (trigo, cebada) son considerados compartiendo el alquiler y los gastos indirectos al 40 por ciento para trigo o cebada y al 60 por ciento para la soja segunda en todas las regiones excepto sudoeste de Buenos Aires donde se considera 60 por ciento para trigo o cebada y 40 por ciento para la soja de la segunda.
Separata de privilegios
Estos niveles de alquileres, sobre campos que no sufren una revaluación impositiva en muchos casos desde hace décadas, profundiza la clara diferencia de rentabilidades entre pequeños productores, arrendatarios y latifundistas.
Si se lo discrimina por zona, los valores en quintales/hectárea y dólares/hectárea son actualmente:
- Núcleo Norte: 17 qq/ha (561 dólares/ha)
- Centro Norte de Córdoba: 11 qq/ha (363 dólares/ha)
- Núcleo Sur: 19 qq/ha (627 dólares/ha)
- Centro de Santa Fe: 10 qq/ha (330 dólares/ha)
- Oeste de Buenos Aires - Norte de La Pampa: 14 qq/ha (462 dólares/ha)
- Norte de Santa Fe: 10 qq/ha (330 dólares/ha)
- Sudoeste de Buenos Aires: 9 qq/ha (297 dólares/ha)
- Entre Ríos: 10 qq/ha (330 dólares/ha)
- Sudeste de Buenos Aires: 12 qq/ha (396 dólares/ha)
- NEA Oeste - Santiago del Estero: 8 qq/ha (264 dólares/ha)
- Centro Buenos Aires: 10 qq/ha (330 dólares/ha)
- NEA Este: 8 qq/ha (264 dólares/ha)
- Cuenca del Salado: 10 qq/ha (330 dólares/ha)
- NOA: 8 qq/ha (264 dólares/ha)
- Sur de Córdoba: 12 qq/ha (396 dólares/ha)
- San Luis: 7 qq/ha (231 dólares/ha)
Con estos valores los márgenes netos para productores con campo propio (antes de impuesto a las Ganancias) se ubicó para trigo, 72,6 dólares la hectárea; para maíz, de 217,7 dólares; soja primera, 379,8 dólares; soja segunda, 242,7 dólares; girasol, 70,2 dólares; trigo/soja, 315,3 dólares; cebada 1,4 dólares; sorgo, 328,4 dólares y cebada/soja, 244,1 dólares. Sin embargo, el rendimiento con campo arrendado los rendimientos se vuelven negativos: trigo, -106,6 dólares por hectárea; maíz, -230,3 dólares; soja primera -68,2 dólares; soja segunda, -26,1 dólares; girasol, -377,8 dólares; trigo/soja, -132,7 dólares; cebada, -177,8 dólares; sorgo, -119,6 dólares y trigo/soja, -203,9 dólares.
En la separata del Presupuesto se busca eliminar exención de Bienes Personales para inmuebles rurales. Este grupo privilegiado tiene el beneficio de que los inmuebles rurales están exentos de pagar el impuesto sobre los bienes personales. Se trata de un gasto tributario equivalente al 0,48 por ciento del PBI, es decir, 1,69 billones de pesos.
El macrismo amplió los alcances de este beneficio cuando, mediante la ley 27.480 de diciembre de 2018, modificó el texto previo para establecer que estarán exentos del impuesto los inmuebles rurales "cualquiera sea su destino o afectación". Por lo tanto, ni siquiera se contempla una segmentación entre pequeños y grandes productores. "Cabría someter a evaluación legislativa la razonabilidad de mantener la vigencia de esta exención a la luz de la capacidad contributiva, su rentabilidad y acceso a otros beneficios bajo la forma de subsidios, promociones, etc.", es la recomendación oficial del Ministerio de Economía en la separata.
Entre el 50 y el 60 por ciento de la producción de los principales cultivos en el país se hace bajo algún esquema de arrendamiento. Por su parte, existe un mercado de arrendamiento de tierras que se aproxima a los 18 millones de hectáreas. La siembra de los principales cultivos del agro argentino (trigo, cebada, girasol, maíz, soja y sorgo) se ubica en torno a los 36,6 millones de hectáreas.