Los mercados financieros esperan que la política de subir aranceles de Donald Trump no se materialice por completo y deje lugar a negociaciones comerciales con socios de la región, según la evaluación que surge de la devaluación de menor magnitud a la esperada en las monedas de los países de la región, salvo Argentina.
“En América Latina, las monedas de los mercados emergentes se han depreciado, pero la magnitud de la depreciación ha sido notablemente menor en comparación con los días posteriores a la elección de Trump en 2016, cuando la mayor incertidumbre provocó caídas más pronunciadas en todo el complejo de mercados emergentes”, sostuvo un trabajo del Instituto Internacional de Finanzas (IIF).
El efecto no se registró en Argentina, donde la combinación del cepo con la sobreoferta de divisas por el proceso de endeudamiento de las empresas y una tasa en moneda local superior a la devaluación provocó una apreciación del peso. “Esta reacción más moderada sugiere que el mercado cree que la agenda arancelaria de Trump podría no materializarse por completo o que los aranceles podrían implementarse estratégicamente, dependiendo de las negociaciones comerciales con socios clave”, añadió en un informe denominado “La Doctrina Comercial de Trump 2.0: Lo que está en juego a nivel mundial”.
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El presidente electo Trump ha delineado varias políticas económicas clave que quiere implementar en su segundo mandato, con especial énfasis en aumentar los aranceles estadounidenses. Los mercados, en tanto, siguen cautelosos, probablemente esperando que los aranceles sirvan como herramientas de negociación en lugar de políticas plenamente implementadas. “La implementación de un aumento total de aranceles como el anunciado perturbaría las cadenas de suministro y reduciría el crecimiento del PIB a nivel mundial”, sostuvo el IIF.
La economía de China enfrentaría presiones y posibles represalias contra los productos estadounidenses y los mercados emergentes afrontarán cambios comerciales, con diversas vulnerabilidades y oportunidades, según la evaluación del IIF.
La reelección de Donald Trump provocó reacciones inmediatas, aunque cautelosas, en los mercados globales, con la visión de los inversores puesta en el impacto que tendrá recortes de impuestos, desregulación y políticas comerciales agresivas que planteó Trump en la campaña.
La primera reacción fue una suba de las acciones estadounidenses entre un 2% y un 3% con una apreciación del dólar de 3% frente a una canasta de monedas, lo que refleja las expectativas de una postura más restrictiva de la Reserva Federal debido a los impactos inflacionarios de aranceles más altos, flujos migratorios más bajos a Estados Unidos y políticas fiscales laxas.
Después de esa lectura inicial, los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo aumentaron sólo en el margen lo que reflejó escepticismo sobre la viabilidad y la implementación total de los aranceles propuestos por Trump.
“Al final, los aranceles son una herramienta en las políticas económicas más amplias que parece querer la Administración Trump, y parece que los inversores anticipan que los aranceles servirán como una herramienta estratégica en las negociaciones comerciales en lugar de como una política fija”, evaluó el IIF.
El IIF elaboró tres escenarios que reflejan diferentes niveles de implementación de aranceles y evaluó sus posibles consecuencias económicas para los principales socios comerciales de Estados Unidos.
Implementación total de aranceles: en el escenario más agresivo, la administración Trump podría imponer aranceles de hasta el 60% a los productos chinos, junto con un arancel universal del 10 a 20%. "Tal medida crearía una perturbación generalizada en las cadenas de suministro globales, en particular en sectores como la electrónica, la maquinaria y los bienes de consumo, donde la Unión Europea, Japón y China desempeñan un papel dominante. El PIB mundial podría contraerse significativamente en dos años en escenarios de represalias totales, y las regiones individuales enfrentarían distintos grados de impacto.
Aranceles selectivos con flexibilidad de negociación: para la Unión Europea, podría significar aranceles a sectores de alto perfil como el automotriz y los bienes de lujo, mientras que Japón podría ver aranceles a la tecnología y la maquinaria. Este enfoque reduciría el riesgo de una perturbación económica más amplia, conteniendo las contracciones del PIB a alrededor de 0,1 a 0,2 puntos porcentuales tanto para la zona del euro como para Japón. Las empresas de los sectores directamente afectados, en particular las empresas automotrices alemanas y las tecnológicas japonesas, experimentarían presiones significativas, ya que trasladar mayores costos a los consumidores resulta difícil.
Aranceles moderados con exenciones: el enfoque moderado implicaría la imposición de aranceles, pero con exenciones para las naciones aliadas o las industrias críticas dentro de las cadenas de suministro de Estados Unidos, como las materias primas y los componentes de alta tecnología. Los impactos económicos generales sobre los mercados desarrollados serían modestos, con poco o ningún efecto sobre el PIB o la inflación, aunque algunos sectores específicos podrían seguir enfrentando desafíos competitivos. Aun así, el sector tecnológico de Japón y la industria manufacturera de Alemania serían vulnerables, lo que obligaría a las empresas a reevaluar sus estrategias de precios y operaciones.