Los anuncios fiscales y monetarios buscan el doble objetivo de cumplir con las metas estipuladas con el FMI y atacar una de las causas de la inflación, como lo es un déficit fiscal cubierto en parte con emisión monetaria. El anuncio de que se cumplirá la meta de 2,5 del déficit establecida en el presupuesto y acordada con el FMI sugiere un sendero de ajuste que en ámbitos académicos estiman en un 8 por ciento del gasto para el último cuatrimestre. El cálculo surge del hecho de que se sostuvo el compromiso de reducir 0,5 puntos del PBI -del déficit del año anterior-, y el compromiso expreso de que parte de la reducción que no pudo lograrse en el primer semestre se efectuará en el segundo.
Sucede que la gestión de Martín Guzmán había convenido incumplir con la meta de déficit de 0,8 puntos de PBI para ampliarla al 1,1 por ciento en el primer semestre de este año, pero sin modificar la meta anual. El reciente anuncio de Massa de que se sostendrá este compromiso implica, tal como lo definió el Reporte de Política Fiscal del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA, que el Estado “deberá hacer un esfuerzo fiscal importante, contrayendo fuertemente el gasto público en la segunda mitad del año”, en donde “aún asumiendo una dinámica positiva de ingresos para lo que resta del año, el gasto primario deberá terminar el cuarto trimestre contrayéndose anualmente 8 por ciento en términos reales”, pues, agregan, antes de la abrupta desaceleración registrada en junio, “el gasto primario venía aumentando a un ritmo promedio de 17% anual real”, con una trayectoria actual de ingresos y gastos que arrojaba un déficit tendencial que se ubica fácilmente arriba de 3.3% del PBI, es decir 0,8 puntos por encima de la meta acordada.
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El hecho de que tampoco se solicitarán Adelantos del Tesoro al Banco Central por lo que resta del año implica también el compromiso indirecto que de que se consolidará la baja en la emisión monetaria comprometida con el FMI a solo el uno por ciento del PBI, cuando fue del 3,7 por ciento en 2021. Así, el déficit deberá ser financiado fundamentalmente mediante una mayor capacidad de endeudamiento, incluso cuando hasta ahora el Tesoro había logrado refinanciar sus deudas y conseguir un 30 por ciento adicional de endeudamiento, cifra que ya parece exigua.
No resulta un tema menor que se haya puesto foco en los subsidios energéticos. El flamante ministro señaló que cuatro de los catorce millones de hogares argentinos ya renunciaron a utilizar los mismos, y que entre los diez que sí los pidieron, se trabajará para promover el ahorro de consumo.
Los subsidios ya representaban el 10 por ciento del gasto del Estado, un monto similar a todo lo destinados a programas sociales y solo un punto porcentual debajo de todo el gasto de personal público. Si se tiene éxito en esta medida, es posible que el ajuste no se sienta con tanta intensidad.
El interrogante es si el "orden fiscal", además de cumplir con las metas del FMI, logra descender el sendero inflacionario. La teoría ortodoxa señala que la reducción del déficit y de la emisión monetaria debería conducir al descenso, aunque el aumento de las tarifas energéticas, que se derraman al total de la producción, los servicios, y la economía, presionarán desde el otro lado, así como otros factores de una suba de precios que ya se ha evidenciado como multicausal.