En octubre de 2009, luego de 6 años de recuperación con inclusión social bajo las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, se lanzó la Asignación Universal por Hijo/a para Protección Social. Esta Asignación, conocida como AUH, se trata de una política de transferencias directas condicionadas. Es decir que, ante el cumplimiento de ciertos condicionamientos, en este caso relacionados a la escolarización y la salud, se percibe un monto determinado. Programas de estas características se aplicaron desde comienzo de los años 2000 en la región como mecanismo de lucha contra la pobreza y la desigualdad que habían alcanzado máximos históricos luego del agotamiento de los modelos neoliberales de la década del ’90. Uno de las principales problemáticas respecto a la pobreza era el impacto en la niñez y adolescencia, por lo que la AUH se focalizó en romper ese ciclo intergeneracional de pobreza promoviendo la inclusión social. El programa otorga transferencias monetarias a las familias con hijos/as menores de edad, en situación de alta vulnerabilidad social y económica.
De manera recurrente ciertos sectores del poder hegemónico despotrican en sus medios en contra de la AUH buscando instalar que parte de la población, por sus vulnerabilidades económicas, hace lo posible por incrementar sus ingresos a través de planes sociales. Sin embargo, los datos respecto a la efectividad y el alcance de la AUH son contundentes. Al momento de su creación la AUH alcanzó a más de 3,3 millones de niños, niñas y adolescentes, correspondientes a 1,8 millones de titulares (un promedio de 1,85 NNyA por titular). Actualmente, a más de once años desde su lanzamiento, la Asignación Universal se le otorga a más de 4,35 millones de niños, niñas y adolescentes correspondientes a 2,46 millones de titulares (un promedio de 1,77 NNyA por titular). En este sentido, se observa una caída en la cantidad de NNyA por titular desde el momento de la aplicación de la política, no pudiendo concluirse que la AUH genere un efecto indeseado en la tasa de nacimientos de quienes perciben la asignación.
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A su vez, se registran diversos estudios que demuestran efectos positivos de la AUH en las tasas de escolaridad entendida como la división entre niños/as matriculados/as y total de niños/as de la población. En los últimos 20 años los niveles de escolaridad se incrementaron de forma significativa. Focalizando en los años en los que se aplicó por primera vez, entre el año 2009 y 2010 en el nivel inicial, el porcentaje de niños y niñas de entre 3 y 5 años que asistían al jardín pasaron del 93,2% al 95,6%. También los/as niños/as entre 6 y 12 años y el tramo de edad entre 13 y 17 años, registraron incrementos de escolaridad de un punto porcentual. Por otro lado, si observamos otro indicador como la tasa de sobreedad, entendida como la proporción de alumnos de educación común cuyas edades están por encima de las esperadas teóricamente para el año que están cursando, observamos una caída significativa en los datos disponibles entre 2012 y 2019. En el nivel primario la tasa de sobreedad pasó del 17,9% en 2012 al 8% en 2019. Por su parte, en el nivel secundario la tasa de sobreedad pasó del 38,3% al 25,6% en el mismo período. Esto significa que es menor la cantidad de alumnos que se encuentra en el colegio cursando un año con edad mayor a la teórica.
Como se anticipó, los datos son contundentes respecto a la efectividad de la AUH, lo cual la llevó a ser una política pública de protección social modelo para la región. El compromiso de un Gobierno Nacional y Popular respecto a la inclusión social, como lo fue entre 2003 y 2015, se retomó desde diciembre de 2019, y es por eso que a través del decreto 840/2020 se avanzó hacia la universalización de la protección en la niñez y adolescencias. En este sentido es necesario remarcar la importancia de las políticas como la AUH ante ataques injustificados. Más de 4,3 millones de NNyA son beneficiados con la AUH, garantizando el acceso a la educación, la salud y la alimentación correcta, cumpliendo los derechos del niño/a, rompiendo ciclos intergeneracionales de pobreza y otorgando igualdad de oportunidades para todos y todas.
El autor es secretario General de la ANSES.