En medio de las negociaciones y nueva revisión sobre el acuerdo con el Fondo Monetario, el equipo económico que lidera el ministro de Economía, Sergio Massa, discute la política cambiaria que mantendrá en el corto y mediano plazo. Como informó El Destape, la pretensión del organismo es una devaluación nominal del tipo de cambio del 60 por ciento y el Gobierno aceptaría un ajuste de la mitad en tres tramos, aunque la inflación comience a dar signos de desaceleración, lo que implicaría un alza del tipo de cambio real (por sobre los precios).
La imposición del organismo es condición para entregar 10.640 millones de dólares de libre disponibilidad para intervenir en el mercado. Sin embargo, este pedido no se condice con la situación actual del tipo de cambio real multilateral (que se mide frente a la cesta de monedas de los países con los cuales comercia). De acuerdo con los datos que publica el Banco Central, la competitividad real del peso se encuentra en los mismos niveles desde hace más de un año; específicamente se encuentra en los mismos niveles que en abril del año pasado. Si se lo mide históricamente, se halla en los niveles de mayo de 2018, previo al pedido de asistencia financiera que hizo el macrismo al Fondo y que derivó en una abrupta alza del dólar y, por ende, de los precios.
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Una parte del oficialismo reconoce que la inestabilidad cambiaria es coyuntural y puede resolverse con rapidez a partir del último trimestre del año, pero sin el "puente" de divisas que pueda pactarse con el Fondo será difícil. Es por eso que el Gobierno comenzó a explorar otras alternativas y se encontraron algunas herramientas para viabilizarlo en la misión a China y en el ciclo de ingreso de capitales que se inició en Brasil, destacó un informe del equipo de economistas bonaerenses de Unión por la Patria, liderado por Roberto Feletti.
Tendiendo puentes
Las exigencias impuestas por el Fondo en la renegociación que cerró el ex ministro de Economía Martín Guzmán a principio de marzo del año pasado, como mantener el tipo de cambio nominal y las tasas de interés por encima de la inflación, solo aceleraron el incremento de precios internos. De hecho, pese a la aceleración en el ritmo de devaluación, en los últimos 16 meses la inflación acumula un 154 por ciento de alza mientras que el dólar se apreció nominalmente un 130 por ciento. En este sentido, un ajuste como el que plantea el Gobierno, en torno al 30 por ciento, es más realista.
La competitividad de las monedas se componen de su cotización nominal y la tasa de interés asociada. En ese caso, la guerra de monedas que se desató entre Estados Unidos -en la que la Reserva Federal frenó el alza de sus tasas-, Europa -donde el Banco Central Europeo las subió- y China -que las bajó- tiene distintas implicancias en su impacto en la Argentina respecto del tipo de cambio real y en la inflación. El traslado de los saltos devaluatorios a precios se mantiene en el orden del 60 por ciento.
Esta semana se llevó a cabo un foro de discusión organizado por el FMI que plantea los cambios en la estructura macroeconómica y el papel de la política monetaria. Allí se plantearon temas como el impacto del tipo de cambio real en el consumo, el crecimiento y la inversión y la pérdida de influencia del dólar frente a acuerdos comerciales con otros países, como el que Argentina firmó con China por el swap. Las operaciones aprobadas a través del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) en yuanes chinos alcanzaron en abril y en mayo últimos al 19 por ciento del total de productos que ingresaron desde el exterior, por el equivalente a 2721 millones de dólares.
El informe de los economistas liderados por Feletti evalúan que el entendimiento logrado con China emerge como un soporte comercial y financiero hasta fin de año, que combina estabilidad y nivel de actividad, y lo contraponen con "la actitud reticente adoptada por el FMI, al que acusan de estar interviniendo políticamente en contra del Gobierno para perjudicar las chances electorales del peronismo", debido a su negativa a otorgar las herramientas que permitan superar una coyuntura adversa. De hecho, en las últimas jornadas la devaluación del peso en la versión oficial le ganó algo de terreno al blue y los dólares financieros, con lo cual la brecha vuelve al 100 por ciento, cuando hace semanas se despegaba al 130 por ciento.
Para el informe, la inestabilidad cambiaria es coyuntural y puede resolverse con rapidez a partir del último trimestre del año. El equipo que coordina el ex secretario de Comercio Interior pronostica para el año próximo un superávit de la balanza comercial de 18.000 millones de dólares. El problema es el puente financiero para contener la presiones hacia una devaluación de los sectores concentrados en medio de la escasez de divisas que generó la sequía.
La retracción de las divisas de la cosecha, que estacionalmente afluyen con mayor caudal en el segundo trimestre del año, angostó las reservas internacionales del Banco Central, aceleró la cotización del dólar en los mercados financieros alternativos y estableció una presión devaluatoria en el tipo de cambio oficial. En relación con esto último, las y los autores del informe denuncian que la ampliación de la denominada “brecha cambiaria” es un síntoma de las presiones devaluatorias de los agentes económicos más poderosos, entre los que incluyen al FMI.
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En ese sentido, la renegociación del acuerdo con el FMI debería incluir una dispensa en el cronograma de devolución de los desembolsos, para lograr un puente financiero hacia fin de año que otorgue estabilidad y permita transitar el escenario impuesto por la sequía. En simultáneo, profundizar el acuerdo comercial y financiero con China, que derive en un ahorro de dólares en el intercambio comercial y acelere ingresos de fondos provenientes de inversiones de ese país.
Puertas adentro
Dentro del FMI se mantiene un discusión sobre el manejo de la política monetaria. En su exposición, Eric Swanson, de la Universidad de California, reconoció que los márgenes específicos de cada país varían con el tipo de cambio real. "Esta característica es necesaria para igualar la volatilidad relativa del tipo de cambio real y los términos de comercio exterior", señaló Swanson.
La idea sería que cuando la moneda se fortalece, todas las empresas que venden dentro del país cobran márgenes elevados, mientras que todas las empresas que venden fuera reducirían sus márgenes. En resumen, el tipo de cambio real es el que define el destino de las ventas, con impacto en los precios.
Por su parte, la presentación de Javier Bianchi y Coulibaly Louphou, ambos del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, alertó que las políticas monetarias externas afectan la tasa de interés real mundial y, a través de este canal, el grado de desequilibrio de la demanda interna. Los efectos indirectos de la política monetaria internacional operan a través de una externalidad de demanda.
Por su parte, Ryan Chahrour (Boston College) y Rosen Valchov (Universidad de Cornel) sugieren que la economía mundial puede estar tendiendo hacia un equilibrio con dos bloques comerciales distintos, cada uno integrado internamente, pero con un aislamiento significativo entre ellos. "Encontramos que el proteccionismo unilateral por parte de Estados Unidos podría reforzar modestamente el papel dominante del dólar, pero que las políticas que respaldan directamente el uso del yuan chino en el comercio podrían terminar con el dominio continuo del dólar si se implementan durante un período suficientemente largo", detallaron los expositores.
En un mundo tan convulsionado desde lo financiero, cualquier movimiento discrecional de los tipos de cambio o las tasas de interés sin tener en cuenta la competitividad real de la economía, solo provocaría mayores tensiones en precios y especulación. De hecho, actualmente el tipo de cambio real bilateral con Estados Unidos se encuentra más elevado respecto de otros socios comerciales de la Argentina, como frente a las monedas de Brasil, China y Eurozona.