Sin dudas, es un día histórico para el tenis argentino: Diego Schwartzman logró vencer a Rafael Nadal por primera vez en su carrera profesional. Se impuso por 6-2 y 7-2 en el Masters 1000 de Roma y logró su pase a las semifinales del certamen italiano. Ahora, deberá enfrentarse ante Denis Shapovalov.
En el Foro Itálico, se escucharon pocos gritos. Sus seres queridos y parte del equipo que siempre lo acompaña, festejaron ante sus brazos al cielo. Pero, el silencio de las 12.400 butacas vacías fueron las grandes protagonistas del triunfo más importante de toda su carrera. Hoy está en el puesto 15° y el español, que ya es leyenda, en el 2°.
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Durante el primer set, el "Peque" mostró un rendimiento más que sólido y se lo llevó con muchísimo mérito. Aprovechó todos los errores de su rival, quebró dos veces y fue más que contundente en los momentos más calientes del encuentro. Hay que tener en cuenta que se encontraba ante, nada más y nada menos, el mejor tenista del mundo sobre polvo de ladrillo.
En el segundo set, "Rafa" parecía cambiar la historia pero el carácter del argentino se hizo presente en una lucha que duró más de lo pensado. Schwartzman tuvo chances de cerrar el encuentro cuando se puso 5-4 con el servicio a favor, pero Nadal quebró e igualó el marcador. Ante todos los pronósticos, los nervios no se hicieron presentes: quebró nuevamente para ponerse 6-5 y liquidó el partido con su saque.
"Fue muy loco, el tenis es algo muy loco. Las últimas tres semanas fueron muy malas para mí, pensaba en irme... En la primera ronda de ayer no jugué muy bien y hoy jugué mi mejor tenis. Similar al de Roland Garros, vs. Rafa, hace tres años", expresó tras el duro duelo. "Estoy muy feliz, no esperaba estar acá", agregó.
Al mismo tiempo, el "Peque" dejó en claro que "es muy diferente sin la gente" y que este tipo de partidos los prefiere con más público, especialmente siendo la primera vez que vence a Nadal. Con tres títulos ATP en su carrera y llegando a su octava victoria vs. un jugador del Top 10, buscará vencer a su próximo oponente y hacerse un lugar en una nueva final. Y, ¿por qué no? hasta soñar con el título.
El punto final:
La palabra de Schwartzman:
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