Con bronca y un poco enojada por como se escapó el primer partido contra Italia, pero ahora con ganas y expectativa por lo que puede pasar en el partido contra Sudáfrica. En este tiempo, en el momento del debut de mis compañeras, caí por completo. Cuando salió la lista definitiva y cuando viajé no era tan consciente de lo que significaba. Pero lo que viví el lunes fue una locura, algo completamente inexplicable. Es que, realmente, nunca lo había imaginado de chica porque era difícil hacerlo.
Yo arranqué a jugar al fútbol de chica. A los cuatro años con mi hermano y en casa. Jamás imaginé esto, porque nunca lo hice pensando en que podía jugar un Mundial, pero también porque los varones -quizás- cuando son un poco más conscientes de que juegan pueden decir que quieren ser lo que ven en la tele, pueden decir "quiero ser como Messi" o "quiero jugar en Primera" o "quiero ser como tal", pero en mi caso no había nada. Porque no tenía ese reflejo, no sabía que existía el fútbol femenino porque todo lo que veía eran todos varones. Todos hombres los que jugaban. Nunca me tocó, incluso, ver una nena que juegue en la escuela o en mi barrio que juegue y que sea de mis misma edad. No había.
En el colegio no jugaba ninguna. No podía ver la tele y decir "che, mirá. Está Marta jugando". O lo que sea, no podía prender la tele y saber había mujeres que jugaban o, incluso, que había un Mundial. El primero, creo, que fue en 1991 y no era tan tradicional ni cuando yo nací, en el 94. Entonces el objetivo nunca fue "jugar un Mundial" y ahora parece diferente porque en la tele hay mujeres jugando. Quizás hay chicas que tienen como ídolas a algunas de nosotras, o de alguna otra selección o de otro país. Pero ya saben que hay chicas, que pueden ser un ejemplo o de mínima saben que hay otra mujer jugando en la tele.
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Para mi jugar al fútbol era como "algo malo", no sé, era como que estaba prohibido porque te ponían cara para jugar o siempre había una traba, una dificultad para jugar. Siempre era como "algo malo y prohibido". De chica nunca vi a una mujer más grande jugar, entonces para mi era algo que no podría haber imaginado nunca jugar un Mundial. Y ahora estoy acá. Y esta es una competencia y queremos ganar, pero hay algo más acá. Hay una confraternidad increíble más allá de la competencia y quizás alguien que no es del "palo" del femenino no lo puede ver. Pero es admirable.
Este Mundial es nuestro porque las que jugamos al fútbol femenino, de todos los países y no solo de Argentina, siempre estamos luchando. Sea en el club, cada una, en el torneo local, en todos lados. Allá para que el torneo sea profesional, en la Selección también luchamos para que nos den alguna cosa más desde lo más pequeño hasta lo más grandes, entre las selecciones sudamericanas también nos apoyamos uniéndonos, siempre. Entre todas, pidiendo igualdad o en los equipos de Copa Libertadores. Y ahora estamos llegando a estas cosas. Yo veo que la confraternidad está porque sabemos que estamos luchando y eso se ve, pero no solo la lucha es en Argentina. Sin ir más lejos, la Selección de Inglaterra, última campeona de la Euro y candidata al título, también tiene líos y problemas. Tuvieron charlas con la federación por el tema de los premios para ellas y eso es algo que nos caracteriza a todas acá, que es que también terminamos preocupándonos por temas que no son los futbolísticos. En este caso, acá, estamos bien y por suerte la Selección funciona todo bien. Pero en otros casos sabemos que tenemos que estar en esos detalles.
Ahora también es muy lindo ver que, obviamente, todas queremos ser campeonas y luchamos por ser campeonas. Pero también sabemos que más allá de las estadísticas, tenemos en cuenta que este Mundial está rompiendo muchas cosas. Y estamos avanzando desde muchos lados, como la asistencia a los estadios y de otro montón de cosas. Hoy las chicas saben que pueden prender la tele y ven chicas jugando, como no me pasó a mi. Y ahí se demuestra que hemos avanzado. Desde el juego, desde la gente y de cómo se ve la unión de jugadoras.