Ángel Fabián Di María es uno de los jugadores más preponderantes de la historia de la Selección Argentina y la Copa América 2024 significó el punto final para el extremo de 36 años con esta camiseta. El delantero de Benfica de Portugal tiene una gran historia de vida, marcada por sus inicios a pura humildad y sacrificio cuando trabajaba en una carbonería de Rosario (Santa Fe) con su padre, repartiendo carbón en una bicicleta emparchada gracias al apoyo de su madre. Desde allí hasta el título que le dijo adiós a su carrera en la Selección en Estados Unidos.
"Fideo" comenzó a jugar al fútbol con amigos y vecinos en su barrio natal en el club El Torito, donde era la gran figura el pequeño que sorprendía a todos a pura gambeta, desequilibrio y desborde. Luego de haber brillado durante algunos meses allí, el protagonista reveló durante la entrevista con TyC Sports en Líbero Versus que Rosario Central se lo "compró" a El Torito cuando sólo tenía 6 años por apenas 26 pelotas de fútbol, como consecuencia de sus problemas económicos en aquel entonces. Más precisamente el 27 de enero de 1995 se selló el acuerdo por el que "Angelito" se marchaba al "Canalla" de sus amores.
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La gran historia de Di María en el fútbol: de El Torito a la idolatría en la Selección Argentina
Los primeros pasos del zurdo en el deporte de su vida fue en el desconocido equipo con camiseta naranja, que actualmente lo tiene como su máximo "ídolo". Tanto es el amor que le dedicaron un mural con su nombre y apellido, además de la imagen del jugador al lado de su escudo. Todo arrancó cuando su mamá Diana le hizo caso a un médico al que consultó por la inusual híperactividad de Ángel y, por eso, lo llevó a patear a la cancha del pequeño equipo ubicado a pocos metros de su casa. La misma estaba en el barrio El Churrasco, al norte de Rosario, donde solía jugar con sus amigos y vecinos.
Los 64 goles de aquel nene muy flaco y talentoso bastaron para que dejara la camiseta naranja para ponerse la azul y amarilla del elenco del que es hincha. “¿Por cuánto nos lo das?”, le preguntaron entonces desde Central a Jorge Cornejo, presidente de El Torito. “Por 26 pelotas”, fue la inesperada respuesta con la que se encontró del otro lado. Sin embargo, los balones acordados nunca llegaron. Para como, Rubén Tomé, el técnico de la categoría 1988 de El Torito, le contó en exclusiva a El Destape que en realidad eran diez balones que jamás entraron al club.
A partir de ese momento todo fue gloria para Di María: ascendió de categoría a puro gol y asistencia hasta que llegó a debutar en la Primera División con 17 años en diciembre de 2005. Igualmente, la crisis económica del "Canaya" continuaba, por lo que se vio obligado a vender a su máxima joya a Benfica de Portugal por apenas ocho millones de euros a mediados de 2007, cuando sólo había disputado 39 partidos con 6 goles y 2 asistencias. Lo que sucedió más tarde es una historia mucho más conocida para los futboleros argentinos en general: el traspaso por 70 millones de euros a Real Madrid, los ciclos en Manchester United, PSG, Juventus, la consagración absoluta con la "Albiceleste", el retorno a Benfica y la chance de regresar al "Canalla" por seis meses para, por último, retirarse tal vez en Inter Miami de Estados Unidos junto a su amigo Lionel Messi.
Rubén Tomé, el primer DT de Di María en El Torito: "Venía con las manos negras del carbón"
Acerca de los comienzos de "Fideo" en el club humilde de su ciudad natal, el entrenador inicial que tuvo en la institución en aquella categoría 1988 dialogó con El Destape. El experimentado director técnico recordó: "Cuando uno cuenta la historia que vivió con Angelito se le hincha el pecho de alegría por haber formado parte de la formación de semejante jugador. En 1995 lo conocí al Flaco, él ya tenía siete años y jugaba para la 86 en Torito, con chicos dos años más grandes. Mirá la pegada, la magia y lo que ya tenía adentro que lo hacían compartir la cancha con chicos con dos años más".
A la vez, repasó que "no coincidieron con Messi en ese famoso partido que jugaron contra Torito porque el Flaco jugaba para la 86, por un año no coincidieron, sino se hubieran encontrado en una final ya de chiquititos en la cancha...". El jugador es uno de los mejores de su categoría y se notaba. "Cuando me dieron la categoría me dijeron: ´Lo tenés a este flaquito que hace dos años está jugando para la 86´. Y se fue armando el equipo, vos veías al flaquito con las manos negras llenas de carbón, pero ya era el jugador diferente del cual uno sigue gozando en la cancha".
"Tuvimos la suerte de poder formar un gran equipo. Hay uno que tiene todo, la firma, el carnetcito, la firma del padre, todo cuando lo fichamos. Fuimos campeones por delante de Central y Newell´s. Nos invitaban a jugar torneos, nos relataban por la radio porque maravillaba lo que hacía el Flaco con todo su equipo, la mayoría chicos de la calle", profundizó Tomé. Acerca de cómo se contactaba con las familias de los chicos, puntualizó que "encontraba a todos en la vereda, en la calle jugando, hablaba con los padres y los traía". Y añadió: "El Flaco llegaba tempranito, me ayudaba a inflar las pelotas y ya se ponía a hacer jueguito. Contagiaba a los compañeros, con tres o cuatro pelotas a nosotros nos alcanzaba para hacer la práctica, y a él para divertirse con sus compañeros a esa edad tan chiquito". A puro elogio para el zurdo, recalcó que "le gustaba compartir todo, no renegaba, no era rencoroso, mezquino... Veías a los chicos cómo compartían las masitas, los caramelos, los alfajores. Hicieron un grupo hermoso. En la Liga rosarina, si vos hacías seis goles en el primer tiempo ya el segundo no se jugaba por la diferencia que había... Y le pedíamos al Flaco que no hiciera más goles porque queríamos jugar el segundo tiempo".
El formador de Di María contó que "era impresionante, salían dos o tres pases y ya lo buscaban al Flaco porque sabían que esa zurdita estaba intacta". Incluso, confirmó que de pequeño no se movía por el sector izquierdo sino todo lo contrario, ya que "a él le gustaba mucho jugar por la derecha a pierna cambiada, o tirar los córners desde la derecha pasados al segundo palo". "¡Cantidad de goles olímpicos hemos gritado de él!", se emocionó Rubén. Luego, continuó con una anécdota: "Nos invitan a jugar un torneo a Central Córdoba y ya lo vieron Central y Newell´s, preguntaron por el nene, hablaban con los padres. Yo todavía sigo en el club y sigue lo que yo llamo la maldita puerta, porque ahí hablamos con el padre de Ángel y nos dijo que era su último año en Torito porque se iba a Central. Nos dijeron que nos iban a pagar diez pelotas, que nunca llegaron... Teníamos que ver cómo íbamos a seguir".
Acerca del paso del tiempo y del contacto o no con el atacante de Benfica cuando aún era muy joven, el DT remarcó: "Cuando ya era más grande, uno le iba perdiendo el rastro hasta que me comentaron que estaba jugando un torneo en otro club. Lo fui a ver y lo reté. Le dije: ´¿Qué hacés flaco jugando acá? Cuidate esas piernas...´. Y él me decía: ´Bueno profe, me voy a atajar...´. Para que uno no se hiciera mala sangre. Se cuidaba porque lo retábamos". Muy orgulloso, indicó que "todos esos lindos recuerdos uno los lleva adentro y no se olvida más. Gracias a ellos que se pusieron esta camiseta de chicos, empezaron a caer los sponsors de muchas fábricas y empresas que solucionaban el tema de los vestuarios para los chicos, las pelotas, la indumentaria".
Entre risas, Rubén contó que en El Torito habían "comprado un juego de medias y al Flaco se le caían", por lo que tuvieron que empezar a usar elásticos. . "Cuando lo vi en la calle, lo llamé y le dije que llamara a la mamá. Salieron la madre y la abuela y me dijeron que ya estaba jugando en el club. Les dije que yo era el profe y me dijeron ´vení cuando quieras, no hay problema´. Y muchas veces lo fui a buscar yo para llevarlo a la casa porque estaba cerquita del club", reveló. Sorprendido por la gran trayectoria que tuvo después su "pollo", el técnico reflexionó que "uno piensa en lo que han logrado, a lo que uno no llegó, pero él no duró ni un año en Central. De ahí viajó a Europa y digo qué cosa hermosa, porque cuando él lo cuenta es como que uno lo vivió con él". "Yo me imagino lo que habrá sido para los padres cuando se enteraron de que, con lo que iba a ganar, ya no tenían que trabajar más con el carbón", enfatizó.
El sufrimiento por las críticas a Di María en la Selección Argentina
Tomé expresó también que "uno sufrió mucho cuando lo criticaban porque se lesionaba, que parecía que era a propósito, siempre en los partidos importantes. Y uno, que lo conocía, sufría mucho". En ese sentido, rememoró: "Yo hasta me he puesto a llorar delante de mi familia, ellos no van a entender nunca lo que es el sentimiento por lo que he vivido yo con él dentro de la cancha". Además, aseguró que tras la consagración en el Mundial de Qatar 2022 sintió "una alegría como hombre por lo que ha logrado, la formación de una hermosa familia y el título que le faltaba". "Eso no tiene precio porque si él goza con todo eso, nosotros que lo hemos visto desde chiquitito gozamos el doble por todos sus logros", se descargó. "Muchos periodistas me quisieron comunicar con él y la madre me dice ´pasa que le borró tu cara, se acuerda del profe pero no de vos´. ¡Claro, yo estoy el doble de gordo! Me dijo: ´Se acuerda de que le diste el trofeo´. Yo tenía fotos guardadas en los casilleros de la fábrica, pero me las habrán robado porque no están más... La madre de Angelito me dice que todavía tiene el primer trofeo de madera que le dimos, que ganaron cuando salieron campeones", amplió.
Los números de Di María en la Selección Argentina mayor
- 138 partidos disputados.
- 30 goles.
- 31 asistencias.
- 4 títulos conseguidos.