Un bate golpea el suelo, un jugador se acomoda la gorra y mira con cara de malo, y el sol de frente, hacia el rival. Es la típica imagen de película norteamericana sobre béisbol. Pero el rival, el lanzador, no tira la pelota por encima del hombro. Lo hace por debajo. Porque esto no es béisbol, esto es softbol.
Hace varias décadas que se juega softbol en Argentina, pero el crecimiento de los últimos años posicionó a nuestro país como una de las nuevas protagonistas de este deporte. Así quedó demostrado en 2019, cuando la selección argentina derrotó a Japón en la final y se proclamó campeón mundial en el torneo jugado en República Checa. En Paraná hubo festejos en las calles y en el resto del país hubo asombro y júbilo por el título conseguido. Si hasta el entonces presidente de la nación, Mauricio Macri, festejó al plantel vía Twitter.
El año pasado, otra selección argentina festejó un título. Las mujeres lograron, después de 37 años, ganar el Sudamericano disputado en La Matanza. “El título fue algo increíble, fruto del trabajo que venimos haciendo hace rato; pudimos dar ese salto de calidad que nos faltaba” cuenta Mercedes Grimolizzi, integrante del equipo que derrotó a Brasil, número 16 del mundo y se subió a lo más alto del podio.
Aunque más tarde el equipo no logró clasificarse a los Juegos Panamericanos, Mercedes reconoce que el título “es solo un piso que hemos logrado y queremos ir por más, nos preparamos para defender el título el año que viene y además nuestro objetivo es poder clasificar a los próximos juegos panamericanos 2027”, pero al mismo tiempo analiza el presente del deporte: “Al desarrollo del sóftbol actual a nivel nacional le falta la competencia internacional, ese roce es lo que por ahí nos falta para levantar el nivel”
El softbol nació como variante del béisbol en Chicago, en la década de 1880. En sus orígenes fue una versión de su hermano mayor, pero para espacios cerrados o épocas de mal clima, aunque gracias a su popularidad no tardó en pasar a campo abierto. Las diferencias más notorias con el béisbol incluyen una cancha más chica, pelota más grande, siete entradas en lugar de nueve y una muy importante: El lanzamiento se realiza por debajo del hombro.
Los mundiales se juegan desde la década del 60 y su llegada al programa olímpico se dio en Atlanta 1996. Eso sí, en los Juegos Olímpicos, el béisbol es para varones y el softbol para mujeres, en un binomio que pelea siempre por un lugar. Estuvieron en Sidney 2000, Atenas 2004 y Beijing 2008, antes de ser reemplazados por el rugby y golf. Desde hace unos años, el COI permite que cada sede agregue deportes al programa oficial. Por eso ambas disciplinas estuvieron en Tokio, gracias a la popularidad que ambos deportes tienen allí, pero no será el caso en París el año próximo.
“Creo que después de nuestra actuación en el sudamericano le dimos a entender al mundo que este equipo está dispuesto a ir por todo, más allá de encontrarse en un país donde nuestro deporte en particular no es tan reconocido o popular” comenta Grimolizzi al ser consultada por los cambios que trajo el logro en el Sudamericano.
Pero aunque el softbol esté lejos de ser el deporte más popular del país, Paraná puede decir que es la excepción. Tiene sentido, la capital de Entre Ríos es también la del softbol en Argentina, desde que en 2015 el Congreso de la Nación sancionó la ley 27.215 que la declara de esta manera. Todos los años llegan jugadores de varios puntos del país para competir en el torneo y allí se encuentra el estadio Nafaldo Cargnel, el diamante más importante del país, con capacidad fija para 400 espectadores, pero que suele ampliarse a 4000 en los eventos más convocantes.
El softbol comenzó a jugarse en las escuelas de la zona a partir de la década del 60. Con el impulso de varios docentes y dirigentes, el deporte creció y se volvió más popular. Eso, a su vez, alimentó la selección masculina: Al octavo puesto en el mundial de 2004, le siguió un cuarto lugar en Auckland 2013, mismo puesto en 2017 y finalmente el título mundial de 2019. Días más tarde de aquella epopeya en Praga, Argentina ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima. La doble coronación fue tomada como un batacazo por buena parte de la prensa especializada del mundo. Es que la mayoría de los jugadores eran amateurs, tenían otros trabajos y carreras, pero eso sí, casi todos eran de Paraná.
El seleccionado femenino todavía no logró algo así, pero el impulso del año pasado hace más importante la difusión para dar un salto. Sobre la popularidad y el crecimiento del deporte, Mercedes Grimolizzi reflexiona: “si tuviera que decirle a alguien que practique sóftbol, le diría que se dé la oportunidad de conocer este deporte tan lindo en donde tenemos que usar mucho la mente y estar todo el tiempo preparados para la jugada que viene. Además es un deporte donde lo puede jugar cualquiera”.
Este año el softbol volverá a estar presente en Santiago de Chile, a partir del 20 de octubre, en una nueva edición de la cita deportiva panamericana. Pero el calendario solo tendrá a la rama femenina, acorde a lo que sucede en el COI. Las mujeres argentinas no lograron clasificar, a pesar del título del año pasado. Sin embargo, la apuesta está en la edición de 2027. Si se da otro golpe, nadie podrá tomárselo con sorpresa. Grimolizzi, por las dudas, avisa: “Este equipo está escribiendo la historia del sóftbol femenino argentino”