Cuatro finales, cuatro medallas de oro, cuatro récords olímpicos: las proezas de Leon Marchand en la piscina de París han sido tan extraordinarias que algunos de sus compatriotas no se sorprenderían si caminara sobre el agua además de nadar en ella.
El héroe local, cuyo nombre resuena en todo el país, ha hecho todo lo posible por mantener los pies en la tierra.
Compartiendo ahora el mismo espacio que los grandes estadounidenses Michael Phelps y Mark Spitz —los únicos otros hombres que han ganado cuatro oros individuales de natación en unos mismos Juegos Olímpicos—, Marchand se maravilló ante la comparación.
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"Es una locura. Son leyendas. Leyendas de su propio deporte", dijo el joven, cuyo entrenador, Bob Bowman, también trabajó con Phelps.
"Es una locura que te comparen con ellos. No creo que me dé cuenta a partir de ahora. Quizá lo haga dentro de unos días".
Marchand empezó los Juegos como el símbolo de los sueños y aspiraciones del país anfitrión, pero sin ninguna medalla en su haber.
No tuvo que esperar mucho.
El oro llegó en la primera prueba, los 400 metros estilos individual masculino, y el francés consiguió la hazaña sin precedentes de ganar los 200 metros mariposa y braza el mismo día. El viernes añadió los 200 metros estilos individual.
"Esta mañana me he levantado lleno de energía", dijo Marchand a la prensa.
"No creo que nada haya ido mal esta semana. Ha sido perfecta".
"Cuatro medallas de oro no es lo que pensaba que podría hacer", añadió. "Al principio intentaba ganar una. Tenía cuatro posibilidades de hacerlo".
"Ahora necesito este tiempo para pensar en lo que acabo de hacer, seguro. Así que necesito unas vacaciones".
Su entrenador dijo que las comparaciones con Phelps estaban justificadas.
"Está más o menos demostrado que Leon se une a Michael en ese rarísimo club de personas que, cuando la presión es mayor, rinden mejor", dijo Bowman. "Así que su rendimiento está a la altura de la presión".
"Ha habido muchos grandes nadadores. Él es sin duda uno de los grandes".
Duncan Scott, el medallista de plata que también se cuenta entre los grandes de Reino Unido tras conseguir una octava medalla para su país se mostró de acuerdo.
"Se está convirtiendo en una especie de superestrella mundial", afirmó el escocés. "Es como si dirigiera Francia ahora, (...) puedes ver que lo hace con una sonrisa en la cara y el público le da mucha energía. Ha sido increíble presenciarlo".
(Reporte adicional de Rohith Nair y Vincent Daheron; edición de Clare Fallon; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)
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