No existe una razón futbolística para que, a los menores de 35 años, Diego Maradona los enloquezca. Pero es una generación completa y llena de amor por Diego. El misterio del legado tiene una generación más. Los más chicos, menores de 14, que ni siquiera tienen un recuerdo claro del Diego DT, pero aun así dijeron presente.
"Vengo para estar con mi papá. Porque Maradona es lo más grande que hay", dice Facu. Está con una remera azul, es de Lanús, como su papá y habla fuerte. Vinieron como pudieron. Están hace mas de dos horas en la fila. También, mucho más lejos en fila, casi al final, está Bruce. Hijo de papá orgullosamente boliviano, Bruce viste su remera de Ferro. "Vi videos en YouTube y me encanta. Le diría que es el mejor jugador del mundo", le dice a El Destape.
Los dos tienen menos de quince años. En 2005, Diego Maradona volvió de la muerte. Reapareció a la vida pública en ese mítico programa de La Noche del Diez en el que pudo mostrarse otra vez después del incidente en Punta del Este. Diego, ahí, ya era un mito viviente. Ese mismo año fue el momento en el que se sumó al tren del ALBA para decirle no a Bush. Era deportista. No había razón, pero lo hizo igual.
"Vi videos en YouTube. Me encantó. Para mí significa muchas cosas, pero no sé si tanto como para ellos. Ellos son mas grandes y lo vieron más", reflexiona con su dulzura y una rosa roja en su mano. Su papá, a su lado, lo mira, llora, pero se seca rápido las lágrimas. "Esto es alucinante. Nunca pensé que este día iba a llegar. Se murió. Y hago que vea fotos, videos. Pero no es lo mismo".
Lejos, muy lejos en la fila, casi a la altura del Ministerio de Salud, está Dieguito. Nació en 2012, es de Lomas y vino con su papá que lanza palabras desde su barbijo de Camionero. "Le muestro todo. Cómo juega, cómo se levanta. Y a él le gusta. Le puse Diego porque es mi quinto hijo. Y un Diego tenia que haber. Estoy orgulloso porque Maradona se enfrento a los poderosos".
Como los cuentos, las leyendas se mantienen. El legado no es por el fútbol. Nunca hubo nadie que haya manejado una número cinco como él. Pero lo que lo transformó en leyenda no fue su habilidad, sino el amor de su pueblo que, ahora, lo transformó en un verdadero Dios pagano.