Andanin Vilas, la hija mayor del legendario tenista argentino Guillermo Vilas y la tailandesa Phiangphathu Khumueang, creció bajo la sombra de un apellido célebre pero con la determinación de construir su propio camino. Nacida el 15 de noviembre de 2003 en París, Andanin representa una mezcla cultural única y un profundo legado deportivo que comparte con sus tres hermanos: Lalindao, Intila y Guillermo Junior.
Desde pequeña, la familia Vilas tuvo una vida nómada que los llevó a instalarse finalmente en Montecarlo en 2017, un lugar que simboliza tanto la carrera de su padre como su propio desarrollo personal.
En Montecarlo, Andanin divide su tiempo entre el tenis profesional y sus estudios de Negocios en la Universidad Internacional de Mónaco. Entrena seis días a la semana en el prestigioso Monte-Carlo Country Club, un escenario que resuena con la historia de su padre, ganador del torneo ATP en 1976 y 1982.
Pero no todo es deporte; sus estudios también ocupan un lugar central en su vida. La joven, con una agenda disciplinada y el apoyo de la universidad, ha sabido equilibrar ambas pasiones. “Mientras jugar me haga feliz, eso es lo más importante”, asegura Andanin, quien además se enorgullece de mantener una rutina que incluye clases en línea y entrenamientos intensivos.
Una vida marcada por su apellido, pero con identidad propia
Aunque lleva con orgullo el apellido Vilas, Andanin busca destacarse por sus propios méritos. Desde niña fue consciente de la fama de su padre, especialmente durante los años que vivieron en Argentina, donde cada salida a la calle se convertía en un desfile de saludos y admiradores. Sin embargo, aclara que ni ella ni su familia utilizan el renombre de Guillermo Vilas para obtener ventajas. “Quiero hacer mi propio camino”, afirma con convicción.
Ese camino no solo está relacionado con el deporte. Su conexión con la cultura tailandesa, inculcada por su madre, también juega un papel importante en su identidad. La familia mantiene tradiciones culinarias y sigue en contacto con sus raíces pese a la distancia. A esto se suma el rol de Andanin como hermana mayor, un papel que asume con dedicación y cuidado hacia sus hermanas y su hermano menor, a quien describe como el “rey de la casa”.
Inspiración y legado
Andanin no oculta su admiración por su padre, tanto dentro como fuera de las canchas. Aunque reconoce el impacto de su trayectoria deportiva, lo que más valora es su carácter. Los encuentros con admiradores que le cuentan anécdotas sobre Guillermo Vilas la llenan de orgullo y refuerzan el compromiso de honrar ese legado a su manera.
Con apenas 21 años, la joven combina la disciplina del tenis, la exigencia de sus estudios y un fuerte sentido de pertenencia a su familia. Su historia refleja no solo el impacto de un apellido icónico, sino también la capacidad de una nueva generación para reinterpretar ese legado y darle un giro personal. Andanin Vilas, con el mar como inspiración en su nombre y la ambición como motor, sigue escribiendo su propia historia desde Montecarlo.