El golpazo que significó la eliminación de River de los octavos de la Copa Libertadores a manos de Vélez Sarsfield no marca un fin de ciclo, pero sí un fuerte atenuante en la exitosa historia de Marcelo Gallardo al frente del "Millonario". Acostumbrado a la titánica tarea de reconstruir planteles desde su llegada a Núñez en 2014, el entrenador marcó un perfil sobre cómo mantener un estilo pese a las continuas transferencias y arribos de nuevos jugadores. Ochos años después de su llegada, tras la polémica y temprana salida del torneo internacional, el rendimiento del equipo dejó en evidencia que su ojo clínico para los refuerzos falló por primera vez y que la merma en el rendimiento se dio en un momento cúlmine, muy a contramano a lo sucedido durante este tiempo.
"Nos haremos cargo de lo que nos quepa a nosotros, de no haber estado en mejor condición para pasar una serie que a priori nunca fue fácil. Los hechos terminaron corroborando eso. Una serie difícil", dijo Gallardo después de la frustración que generó perder la serie de la Libertadores. Hacerse cargo de un impacto al que no estaba acostumbrado en instancias lejanas de la competición.
En los pasillos de River hay un lema que se hizo costumbre ante la evidencia y que Gallardo adoptó de la mejor manera: los refuerzos, cuando llegan, tardan 6 meses en adaptarse al sistema y estilo. Salvo excepciones, Gonzalo "Pity" Martínez, Lucas Alario, Ignacio Fernández, Milton Casco, Rafael Santos Borré, Franco Armani, como los más destacados, cumplieron con esa máxima de esperar medio año para que explotaran. Ellos fueron parte de las restructuraciones a las que se vio obligado el DT con el correr de los años luego de la obtención de la Libertadores 2015, donde partieron Matías Kranneviter, Carlos Sánchez, Teófilo Gutiérrez y Ramiro Funes Mori, como también en la eliminación frente a Palmeiras en 2021, donde sufrió las transferencias de "Nacho" Fernández y Gonzalo Montiel.
El 2022 arrancó con el foco puesto, una vez más, con el sueño de conseguir la tercera Libertadores en el ciclo Gallardo. Una mística que se consolidó gracias al sello del entrenador. Para eso, los dirigentes, con Jorge Brito como flamante nuevo presidente tras el alejamiento de Rodolfo D'Onofrio, escucharon el expreso pedido del "Muñeco": para competir en el torneo más importante de Sudamérica, se necesitan refuerzos. En febrero de ese año llegaron 7 jugadores que no lograron mostrar un buen nivel individual ni contagiarse de lo colectivo: Marcelo Herrera, Emanuel Mammana, Leandro González Pires, Elías Gómez, "Juanfer" Quintero, Esequiel Barco y Tomás Pochettino, a los que tiempo después se les sumó la vuelta de Lucas Beltrán y la llegada express de Rodrigo Aliendro.
La marca indeleble que había logrado Gallardo con el funcionamiento de los refuerzos falló no solo por el poco protagonismo de las incorporaciones en el equipo, sino también porque los históricos y ya asentados en el equipo tampoco rindieron como se esperaba. Ni siquiera se pareció al conjunto que había conformado a fines de 2021, cuando el "Millonario" brilló en la Liga Profesional y goleó en la final 4-1 a Colón. Tras la dura derrota ante el "Fortín", Gallardo podrá barajar y dar de nuevo. Analizando uno por uno los casos de los refuerzos que no estuvieron a la altura, pero que todavía pueden potenciar a un equipo que él mismo acostumbró a reinventar.