Betty García, una de las pioneras del fútbol femenino en Argentina: "Hoy me doy cuenta que no fue en vano lo que hicimos"

Betty García tiene 80 años y vivió toda su vida en Avellaneda. Siempre le gustó el fútbol y fue una de las jugadoras que logró un histórico cuarto puesto en 1971 con la Selección. Su lugar cerca de la cancha no tiene fecha de vencimiento y, ahora, entrega su sabiduría a las más chicas.

21 de agosto, 2022 | 00.05

En 1971, un equipo conformado por 16 mujeres argentinas viajó a México con la ilusión de consagrarse campeonas del Mundial femenino de fútbol. Sin director técnico, sin botines y sin el reconocimiento de la FIFA, este equipo de mujeres no solo le abrió camino a las nuevas generaciones dentro de "las número cinco", sino que quedaría en la historia por golear 4-1 a Inglaterra en el estadio Azteca.

Si bien el reconocimiento llegó tarde, en 2020 el Congreso de la Nación estableció al 21 de Agosto como el Día de la Futbolista Argentina. Fue en honor a ese triunfo logrado por el primer seleccionado femenino que derrotó a Inglaterra en el mundial del 71. Gloria Argentina García, más conocida como “Betty” García, era la "9" de área de aquel equipo que viajó a México a cumplir el sueño de representar a nuestro país. En diálogo con El Destape, contó cómo comenzó su carrera futbolística, qué significó vestir la celeste y blanca y cómo analiza el crecimiento del fútbol femenino en la actualidad.

De Avellaneda a México 71

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Betty García tiene 80 años y vivió toda su vida en Avellaneda. Desde pequeña le gustaron los deportes y tuvo la suerte de que su padre la acompañara en su decisión de jugar al fútbol, pese a los tiempos que corrían. Su vida cambió para siempre cuando, a los 18 años, le pidió a una amiga que la llevara a jugar con el equipo que ella entrenaba. "Me fui a probar en el Club Atlético All Boys y quedé. A partir de ahí, todos los fines de semana salíamos a jugar a diferentes lugares”, aseguró García a El Destape.

Sus condiciones se afirmaban cada vez más, al igual que su deseo de seguir creciendo dentro del fútbol. Luego de un tiempo, dejó All Boys para integrar el Club Atlético Piraña, de Nueva Pompeya. En aquella época, ser mujer y jugar al fútbol eran dos situaciones mal vistas por la sociedad, tanto que, muchas de esas jugadoras que formaron parte del seleccionado femenino, tuvieron que lidiar con los prejuicios de sus propios familiares: “No le decíamos a nadie que jugábamos al fútbol, porque nos miraban mal. Fue duro, pero nos gustaba tanto jugar al fútbol que seguimos adelante pese a todo”.

Sin dejarse influir por las miradas, en 1960 cruzó el charco para formar parte del Nacional Montevideo de Uruguay. En el "Bolso" jugó tres años, hasta que prohibieron el fútbol y volvió a Argentina. Iban a pasar 10 años hasta que tuviera la posibilidad de jugar el Mundial: el equipo viajó a México sin director técnico, sin ropa para jugar y sin botines.

“Nuestro entrenador no pudo viajar por temas de papeles y la UTA nos había dado ropa para que jugáramos todas iguales, pero en el primer lavado esa ropa no sirvió más”, recordó Betty. Con el tiempo del reloj corriendo y, en medio de una desorganización, el comité organizador se encargó de conseguir ropa y botines para las jugadoras. El sueño del equipo argentino seguía en pie.

Luego del primer partido frente a México, un jugador argentino radicado allá se acercó al plantel femenino y les ofreció dirigirlas. Frente a la necesidad de una mirada crítica fuera de la cancha, aceptaron la propuesta. Así llegaron al encuentro más esperado: frente a Inglaterra. Allí lograron el triunfo 4 a 1  con goles de Elba Selva y las asistencias de Betty: “Era un partido en el cual teníamos la obligación de ganar porque nos quedábamos afuera del mundial”.

Si bien el seleccionado argentino logró el cuarto lugar en ese Mundial, el trabajo, dedicación y perseverancia de las jugadoras quedó en la historia del fútbol femenino. Fueron el inicio de una lucha por los derechos de las mujeres, que aún continúa y que muchos logros obtuvo a lo largo de los años. Dentro de su experiencia como futbolista, no solo guarda el recuerdo de haber participado del primer seleccionado, sino que también cumplió el sueño de jugar en Racing Club de Avellaneda, el club de sus amores y del cual hoy es socia honoraria.



En su regreso del mundial, Betty junto a Marta Soler y Virginia Cataneo, también integrantes del seleccionado, fueron a jugar a Racing donde integraron "La Academia", el primer equipo de fútbol femenino del club, con el que salieron campeonas en 1978. Hoy Betty también tiene su lugar en la calle Diego Milito, donde Racing homenajea personalidades destacadas del club. “Para mi fue hermoso el reconocimiento, porque es en el club que soy fanática”, agregó.

La lucha como bandera y enseñanza

Si bien la situación actual de las jugadoras es mucho más relajada en cuanto a prejuicios y diferencias, que la época en la que comenzó a jugar Betty, las barreras todavía siguen muy presentes. “En esa época había mucho machismo. Muchas personas nos decían que el fútbol no era un deporte para mujeres y, a veces, había problemas hasta en las propias familias”, aseguró.  Además de dedicarle tiempo al fútbol, que era su pasión, Betty también se distribuía los tiempos para trabajar, porque durante esa época, las jugadoras no percibían ninguna remuneración por jugar.

En la actualidad, muchas jugadoras lograron firmar contratos con los clubes en los que juegan, pero no es la realidad de la gran mayoría. Muchas de ellas todavía siguen trabajando para sobrevivir, porque el fútbol no se los permite.  Tal es así que, luego de 25 años ininterrumpidos, García dejó el fútbol en el 84, para preservar su salud, ya que sus obligaciones laborales se lo demandaban.

“Yo me retiré en el 84, porque tenía miedo de lesionarme y tenía que trabajar porque no cobraba nada por jugar. Quizás solo nos daban viáticos, pero no más que eso”, afirmó Betty.  Alejada de las canchas, pero no del fútbol, desde el 2017 tiene un rol fundamental como entrenadora de las Norita Fútbol Club. “Me encanta ser la DT del equipo, porque les puedo transmitir a las pibas un poco de lo que yo aprendí”, contó. 

Una diferencia que marcó la ex jugadora fue el apoyo familiar que existe en la actualidad, a comparación de su juventud, y destacó: “Me da mucha alegría cuando veo a los padres que acompañan a sus hijas a los partidos o a los entrenamientos, porque nos habla de un cambio de pensamiento en la sociedad”.

Entre sus enseñanzas, Betty promueve la importancia de que los equipos femeninos puedan jugar en los estadios, como los planteles masculinos, o que puedan cobrar igual que los jugadores, para dedicarse por completo al fútbol. También menciona la necesidad de que los cuerpos técnicos estén integrados por mujeres, para que las jugadoras se sientan más contenidas ante posibles situaciones de violencia de género. 

En cuanto a la situación actual del seleccionado femenino, Betty aseguró: “Tenemos que pelear por los derechos de las jugadoras femeninas. Hubiese sido lindo que televisaran la Copa América, para que la gente conozca a las chicas y que siga los partidos. Esa es la forma de ayudar a visibilizar el trabajo que hacen todos los días”.

Por último, se refirió a su rol en la lucha por los derechos de las mujeres y reflexionó: “Hoy me doy cuenta que no fue en vano lo que hicimos nosotras porque ayudó al desarrollo del fútbol femenino actual. Cuando yo arranqué no existía la palabra feminismo, pero hicimos lo mismo que ahora: Luchar para lograr un montón de derechos”.