El desconocimiento hace que la diabetes sea una palabra tabú para muchos. El temor a la enfermedad genera dudas sobre cómo manejarla. En el mundo, 1 de cada 11 personas la tienen, según la OMS. El primer impacto es el miedo, pero con cuidados la vida es normal.
En deportistas de alto rendimiento la diabetes también ocurre. Esta enfermedad crónica no significa un freno a la carrera. Si, una readapatación. Lucas Gargallo juega de alero en el club Hispano Americano de la Liga Nacional de Básquet. Desde hace más de ocho años está en el alto rendimiento. “Si uno se cuida y toma precauciones con la comida, se va fijando y hace lo que tiene que hacer se le puede jugar de igual a igual a cualquiera. No te limita”, dice a El Destape.
Lucas tomó conocimiento de su enfermedad a los 17 años. Estaba en pleno Mundial en España en 2012. Durante esos días, su abuelo falleció ese dolor, sumado a los nervios lógicos de la competencia, lo llevo a tener un pico. “En el torneo sufrí calambres, infecciones, bajé muchísimo de peso. Volví sin fuerzas, no me podía mover”, recuerda a este medio. Todavía con la incertidumbre sobre lo que le pasaba, Gargallo jugó un partido de la Liga contra Lanús. Ese día salió a la cancha y fue una actuación llamativa. No se podía mover, le dolía el cuerpo, estaba cansado. “Hablé con el doctor de Boca y me llevaron al hospital. Tenia 480 de azúcar en sangre. Me estabilizaron y ahí me contaron cómo era”.
Los primeros dos meses fueron duros. No quería saber nada. El golpe, la incertidumbre y el desconocimiento de la enfermedad asusta. “Estuve dos meses sin jugar. No quería hacer nada. Pero empecé a sacar fuerzas. Las ganas de volver a la Selección y de seguir jugando de esto me empujaron”, recordó. Junto a su familia, Juan Pablo Fernández, un compañero en Boca, fue uno de los que lo ayudó. Y así arrancó. Los primeros días que tenía que inyectarse iba al hospital. Lo hizo durante una semana, pero después se animó. “Era algo que tenía que hacer yo toda mi vida. No podía estar yendo todos los días al hospital”.
Ahora se controla porque aprendió a convivir. En Argentina no es el único deportista de alto rendimiento en tener la enfermedad. Valentina Kogan, ex arquera de la Selección argentina de Handball, vivió toda su carrera deportiva con el conocimiento de la enfermedad. Lo transitó diferente. Desde que se enteró a los 10 años que era diabética comenzó a vivir la vida, con recaudos, pero sin miedo. “Siempre lo internalicé como parte de mi vida”, cuenta a El Destape.
Las inferiores del club de handball, la conversión a profesional, el debut en la Selección, los años de actividad en Europa y la cumbre de disputar un Juego Olímpico con la Celeste y Blanca. Todo eso hizo Valentina Kogan. Ese largo recorrido es una muestra clara que no es un impedimento. “Nunca lo sentí así. Yo estaba convencida de que lo podía hacer y, entonces, lo hice. Tampoco sentí que alguien podía “bajarme puntos” por eso y dejarme afuera de una lista”, cuenta.
El estricto cuidado, en algún momento de su vida, la llevó a sentir un “burn out” que es cuando una persona que vivió con diabetes toda su vida, simplemente, se cansa de la enfermedad. “Te enojás, es medio una rebeldía adolescente. Es como que te quemás, no querés saber más nada, pero después te acomodás”, recuerda a El Destape. Los años con la enfermedad, las charlas con otras personas y el crecimiento de una comunidad en torno a la diabetes la llevaron a generar un cambio.
Durante un par de años estuvo al frente de un grupo de entrenamiento para personas con diabetes. “Algunos médicos todavía no prescriben hacer deportes, por el temor a los picos o a algún desmayo, pero en realidad lo que hay que hacer es estar atenta a eso y controlarlo. Soy una abanderada del deporte para luchar contra la diabetes”.
A partir de su deseo de colaborar, junto a otras personas, se generó la Asociación Civil Activa. Valentina Kogan es la vicepresidenta. A través de ella, se busca colaborar con personas con enfermedades cróncias no transmisibles. A través de donaciones y diferentes atrividades generan campañas de concientización, de comunicación y, además, se trabaja sobre la contención. La principal búsqueda de “Activa” también es fomentar los hábitos saludables individuales y colectivos y colaborar con la elaboración de políticas públicas. “Hace mucho dejé de pensar ¿Por qué a mi? Pensé ¿para qué?. A mi me sirvió, entre otras cosas, para tener una mayor convicción y a no tener miedo en busca de mis objetivos”, cerró, Valentina.