Alfredo Stroessner estuvo en el poder de Paraguay durante 35 años. Esas tres décadas y media es la mayor cantidad de tiempo que un mandatario sudamericano estuvo al frente de un país. Llegó a ese lugar por un golpe de estado que le realizó a Federico Chaves, quien se había hecho cargo de la presidencia de manera provisoria en 1949 en reemplazo de Felipe Molas López. En 1954, el 11 de julio, fue “elegido” presidente en un sufragio sin oposición.
En paralelo, el Club Deportivo Pinozá, un club de barrio que nada tenía que ver con el dictador Stroessner, llevaba 32 años de existencia. Había sido fundado por vecinos del barrio de Pinozá, localidad ubicada en la ciudad de Asunción, el 11 de enero de 1932.
Si bien su fundación fue en Pinozá, no fue hasta algunas décadas después que el club consiguió terrenos para tener su propia cancha en el Barrio Vista Alegre, también ubicado en la capital del país. ¿Cómo consiguió las tierras? A través de la firma de un decreto, Stroessner le facilitó a la institución el título de propiedad. Gran responsabilidad la tuvo Hilario Aguilera, peluquero del barrio y del dictador, quien se lo sugirió durante una sesión de corte de pelo y recibió una respuesta afirmativa.
Es por este motivo que el estadio del Club Deportivo Pinozá, que milita en la Primera División C —cuarta y última categoría del fútbol paraguayo—, lleva como nombre “Alfredo Stroessner”. Si bien cuenta con capacidad para nada más que 80 personas sentadas, la denominación del mismo llama la atención más allá del tamaño. En 1992, tres años después de que el gobierno autoritario fuera destituido para un retorno paulatino a la democracia, se votó dentro del club si seguiría llevando ese nombre o no, y eligieron mantenerlo. Así, en 2021, un club homenajea a Stroessner, responsable de la tortura de 20 mil personas y la desaparición de 423 personas bajo su mandato.
Algunas decisiones de clubes argentinos contra represores
La consciencia que se generó en Argentina con respecto a la memoria y en materia de derechos humanos llegó a diversos aspectos, hasta tal punto que algunos clubes tomaron decisiones en el último tiempo que son una suerte de, aunque mínima, reparación por la última dictadura cívico militar, la más sangrienta de todas las que tuvo el país.
Uno de los casos más emblemáticos es el de "Marquitos" Zuker, hincha de Defensores de Belgrano y San Lorenzo, quien fue secuestrado por un grupo de tareas en 1980 y sigue desaparecido. En 2001, el club de Núñez, que además tiene su estadio frente a la ex ESMA, uno de los tantos centros clandestinos de detención que utilizó la dictadura genocida, lo homenajeó con su nombre en una tribuna. Ese espacio, además, cuenta con un mural de Zuker.
En 2019, Banfield y Ferro le devolvieron la condición de socios y socias a 11 y 16 personas desaparecidas entre 1976 y 1983; en ese mismo año San Lorenzo hizo socios honorarios a sus simpatizantes desaparecidos. También en 2019, Talleres de Remedios de Escalada realizó un acto para entregarle a Nina Goyeneche el carnet de socio honorario de su padre Hugo, desaparecido el 13 de abril de 1976.
En 2021, Racing también le restituyó la condición de socios a sus simpatizantes víctimas del terrorismo de estado; River y Boca se unieron a través de las redes sociales para intentar contactar a familiares de desaparecidos y reivindicarlos como socios. El Xeneize, además, tomó en marzo la decisión de dar de baja como socios honorarios a Emilio Eduardo Massera y Alejandro Lanusse (este último, partícipe del Golpe autodenominado “Revolución Argentina”), decisión que el Millonario había tomado en 1997 con Massera, Jorge Rafael Videla y Orlando Agosti.