El exboxeador argentino Marcelo Domínguez se consagró campeón mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) de la categoría crucero ante Akim Tafer en el Saint-Jean de Luz en Francia un 25 de julio de 1997 y se cumplen 27 años de aquella gesta. El "Toro", como se lo conoce, dialogó con El Destape sobre ese momento inolvidable para su carrera en el deporte de los puños. En una charla que tuvo varias anécdotas y recuerdos del combate, el expúgil también habló de su presente como entrenador en el Club Atlanta y hasta el objetivo de ser dirigente en algún futuro no muy lejano.
Es que Domínguez no sólo tuvo un exitoso camino en el boxeo. Con el paso de los años aprendió de todo lo que vivió y se formó para ser campeón del mundo y conocer nuevos rumbos una vez que decida colgar los guantes. Sus 57 guerras arriba del ring tuvieron mucho más que sólo golpes. Cada puño recibido y dado fue algo más para entender lo que vendría después. De aquellos duelos ganó 48 -23 por KO-, perdió ocho y empató uno. Fue monarca a nivel internacional, argentino y sudamericano y lo logró sin dejar sus principios de lado. Pero uno de los días que marcó su vida fue el que enfrentó por primera vez al púgil galo. Fue de visitante y con muchísima gente en contra, lo noqueó y cumplió el sueño de su vida.
"Las sensaciones siguen siendo las mismas que hace 27 años atrás. Se acerca esta fecha y uno sigue siendo el mismo, rememorando y pensando lo mismo que pensaba en ese momento. Lo bueno de esto es que después de tanto tiempo me pude comunicar con Tafer. Nos contactamos por intermedio de la hija y fue algo lindo. De cruce no hablamos nada, sólo nos consultamos qué hacíamos cada uno... tampoco creo que él quiera recordar mucho", expresó entre risas el "Toro".
Y agregó: "Tengo que entender que las cosas están escritas y no son por casualidad. Peleé con Anaclet Wamba en diciembre del 1994 y el que ve esa pelea o sabe como fue el resultado, a mí me pasó algo". Domínguez se refirió a su primer chance mundialista, la cuál le arrebataron injustamente cuando la ganó y se la dieron perdida. Sin embargo, el boxeador tuvo su merecida revancha. "Louis Acaries (exboxeador) me dijo: 'Seguite entrenando que prometo que te voy a dar otra chance'. Akim Tafer iba a combatir con otro boxeador que no pudo porque tuvo un problema doméstico. Louis se acordó, me llamó y fue todo muy rápido". La oportunidad de estar en la lista de los campeones del Consejo Mundial llegó y no la desaprovechó.
Su familia estuvo presente en todo momento y en una anécdota, el "Toro" contó un emotivo recuerdo: "Mi viejo tenía una foto de mi abuelo, la llevó y me la mostraba a cada rato diciéndome que él me iba ayudar. Estábamos por hacer el antidoping y el médico me llama por el nombre Plácido Domínguez, que era el de mi abuelo. Una cosa increíble. Hoy mi papá ya no está, pero me acuerdo cómo se le caían las lágrimas, fue una de las pocas veces que lo vi llorar". Su abuelo no lo abandonó en el día más importante de su vida y el campeón le dedicó aquel logro que consiguió con tanto esfuerzo.
"Me acuerdo todo de la pelea. Recuerdo que cuando subí al ring tenía un ataque de ansiedad terrible, él tardaba en salir y justo mi rincón daba a su entrada. Le gritaba: 'Vení al ring, subí acá. Vení a pelear'. Yo quería agarrarme a piñas. Recuerdo que en el octavo round me desplomé en el banquito, hacía muchísimo calor porque era un lugar muy chico, había mucha gente, las luces estaban muy bajas y me quemaban la espalda. Transcurría el noveno round y antes de que le meta los tres derechazos, cuando estoy en el clinch hice un gesto como diciendo que "sí". Carmelo (Cuello) -su entrenador- me gritó y me dijo 'hacelo plata o mierda'. Le digo que sí y salgo disparado a meterle un roscazo al francés. Me acuerdo que le pegué y una cosa que tengo muy grabada es cuando hice una cintura, me encontré con la oreja del tipo y le metí el tercer roscazo. Después me recibí de monaguillo en el rincón neutral por rezar para que no se pare. Gracias a Dios no se paró y ahí se desató el vendaval de alegría", contó acerca de la pelea ante el galo Akim Tafer, a quien venció por la vía rápida en el noveno capítulo aquel 25 de julio.
El festejo siguió en el hotel con su entrenador y vivieron otro instante que quedó en el recuerdo: "Cuando llegamos con Carmelo nos quedamos festejando y nos tiramos unas cuantas botellas enteras de champagne. Estuvimos como hasta las seis de la mañana y cuando nos estábamos yendo nos dieron la boleta. ¡No sabés lo que tuvimos que pagar! Fue gracioso y de mucha satisfacción también. Nos agarramos la cabeza por la cantidad de plata, no lo podíamos creer, pero después los dos hicimos el mismo gesto encogiendo los hombros y dijimos '¡Qué me importa!'. No fue por el hecho de derrochar plata, en ese momento no me importó nada porque entraba en parte del festejo por todo lo que habíamos luchado".
El presente del "Toro" como entrenador y su formación
Al margen de lo que hizo como boxeador, hoy Domínguez está debajo del ring y lo vive con mucha pasión: "Me formé bien y estoy haciendo bien las cosas. No soy un tipo de dejar pasar las cosas por alto, soy muy metódico para trabajar, en el sentido que pienso antes de hacer las cosas. Hoy yo tengo un montón de boxeadores que han tenido cinturones, dos que pelearon por título del mundo. Hice un chico desde abajo como Juan Leal, que creo que de todos los boxeadores de la Liga Metropolitana es el único que peleó por un título del mundo". El mencionado torneo es uno de los más prestigiosos a nivel nacional sobre el boxeo amateur donde pelean púgiles de todo Buenos Aires.
"Siempre digo que no soy una persona que se quedó con lo que aprendió mirando. Aprendí muchísimo al lado de Hernán Santos Nicolini, me enseñaba, me explicaba cómo eran las cosas, hablaba de negociaciones al lado mío. Se dio cuenta que era un tipo que me interesaba por las cosas y aprendí muchísimo trabajando con él en su oficina. Me puse a laburar y empecé a aprender todo eso. Él tenía una pieza llena de películas y lo que yo hacía era mirarlas y rotularlas. Una vez me mandó a buscar una pelea y ninguna tenía nombre. Ahí tomé la decisión de hacerle la videoteca, era increíble todo lo que tenía", destacó sobre el reconocido periodista y expromotor del "Toro", quien lo marcó mucho en su vida.
"Cuando Néstor Giovannini sale campeón del mundo, lo acompañé como sparring, vi un estadio de 20.000 personas lleno, me quedé obnubilado y Nicolini me dijo '¿Cuántos ojos no? Acostumbrate porque estos ojitos te van a estar mirando a vos dentro de poco'. Para mí fue una enseñanza terrible. Cuando me llegó a mí ya sabía lo que era, fue un muy buen consejo que me dio. Me fui armando y no me quedé con lo que aprendí así. Me quedaba en los estadios viendo cómo armaban los escenarios, los ring, cómo practicaba el locutor. Veía como armaban los eventos. De todo fui aprendiendo y creo que hice de todo", sostuvo Domínguez.
Los estudios de Marcelo Domínguez y el objetivo de ser dirigente
El "Toro" tiene varias facetas, entre las que no sólo se encuentran la actoral -lo cual mostró en El Tigre Verón-, sino que además tiene como objetivo ser dirigente y posee todos los pergaminos para hacerlo: "Estudié psicología del deporte, preparación física, me recibí en el Comité Olímpico internacional de Gestión Deportiva. Hoy veo algún video viejo y veo otras formas, otras cosas. Lo aprendí más que nada de mi señora que es médica, que no se puede quedar con lo que aprendió 20 años atrás. Por algo estudié lo que estudié. Tengo la suerte de poder haber hecho todo eso y hoy me dedico de lleno a todo. Creo que hay muchas cosas que se pueden hacer bien y lo que me cuesta entender es por qué se hace mal. Me gustaría ser dirigente en el boxeo argentino porque creo que soy intrépido, estoy totalmente preparado y lo demuestro. Sé cómo son las cosas arriba y abajo del ring, no soy un improvisado".