Un héroe está rodeado de anécdotas y de historias. A lo largo de su carrera, Ringo Bonavena sumó múltiples relatos que se suman por doquier. Hace 45 años, un 22 de mayo de 1976, esta vida llena gracias, de flashes, de subidas y bajadas terminó. Ese día un guardaespaldas de Joe Conforte, su manager, le dio un escopetazo en medio del pecho.
“Viste como guapee, guapeé”, salió a los gritos. Ringo recién había perdido contra el deportista más grande de toda la historia Muhammad Alí. Fue el 7 de diciembre de 1970 en el Madison Square Garden. El boxeador estadounidense le ganó con un nocaut técnico en el 15° round. Bonavena estaba mano a mano con el mejor púgil que el mundo vio con vida y le hizo frente. Después de aguantar y de golpear más de lo esperado, el hincha de Huracán más famoso sabía que estaba perdiendo en las tarjetas. Si se mantenía de la misma forma, no había chance.
Años más tarde lo explicó: “Mandé a todos al carajo. Me la tenía que jugar con la mía” Se la jugó, como la ley de su calle lo marcaba y fue en busca de la mano salvadora que nunca apareció. Por el contrario, apareció el “float like a butterfly, sting like a bee” de Muhammad Alí más fuerte que nunca y Ringo terminó en el piso. Después de otras dos caídas, nocaut técnico.
Desde siempre, los duelos mediáticos entre boxeadores le suman al show. El aura similar al de una calle rodea a los púgiles. “Boqueándose” como en el barrio, en la previa de la pelea, Bonavena se cruzó con Alí. “Sos un gallina. Vos sos un gallina, en serio. Pipipi”, lanzó Ringo con todo sus desparpajo. Y hasta simuló tirarle un golpe. Todo show que Alí, tal vez la lengua más filosa del boxeo, acompañó. La gran mayoría del público, por supuesto, se quedó con esa intervención, pero lo mejor estuvo al terminar.
-Perdón, por decirte que eras una gallina. Sos un campeón, son cosas que se dicen de boxeador a boxeador.
-Me caes bárbaro, está todo perfecto.
-Soy argentino, espero que entiendas lo que digo.
-Yo quiero decir, que es el contrincante más difícil que tengo hoy en día.
“Yo soy del barrio, del barrio de la Quema, yo soy del barrio de Ringo Bonavena”, dice la canción de la hinchada de Huracán. Con toda su familia peronista, el boxeador nunca estuvo de acuerdo con esta doctrina y fue profundamente antiperonista. Aun así siempre estuvo cerca del pueblo, de lo popular. Tal es así que su velatorio fue multitudinario en el Luna Park. Más allá de ser uno de los boxeadores más emblemáticos de la historia del país, Bonavena también estuvo en películas, revistas de calle Corrientes y hasta grabó una canción en un disco.
Envuelto en escándalos y con una personalidad de acero, su vida terminó en la puerta del cabaret “Mustang Ranch” en Las Vegas. Fue asesinado por un guardaespalda de Joe Conforte. Si bien la investigación nunca se completó, todos los indicios apuntan a que fue un pedido del mafioso -su representante- por un ajuste de cuentas, ya que Ringo tenía un amorío con su mujer Sally. Así Bonavena murió alejado de su tierra, pero siempre contando con el cariño de su gente.