Hugo Benjamín Ibarra pasó la prueba de fuego en Boca Juniors. Una más. Tras haber brillado en la época dorada de Carlos Bianchi como jugador, arriesgó su figura inmaculada en el póster de los hinchas y sacó campeón a uno de los clubes con más presión en el mundo. Si hubiera que definir qué estilo de juego y modo de conducción llevó adelante como entrenador, se podría simplificar con su conocimiento al "Mundo Boca", algo que no muchos pueden entender y que les abre la puerta de salida. Ibarra fue Boca, en las turbulencias y también con viento de cola.
Ibarra se hizo cargo de la dirección técnica el 7 de julio, luego del despido de Sebastián Battaglia en una estación de servicio tras quedar eliminado de Copa Libertadores. Si bien fue anunciado como un interinato, con el correr de los días varias declaraciones del Consejo de Fútbol definieron un rumbo más claro y justo: estaría al frente del equipo hasta la finalización del torneo. A contraposición, la idea de Juan Román Riquelme de continuar el proceso con una persona del riñón de Boca no era bien vista por un gran número de hinchas, que pedían alguien con experiencia para afrontar la desilusión que había generado esa obsesión tóxica que es la Libertadores. Ibarra ganó su primera batalla ahí, quizá la más difícil, con el hincha.
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El debut no fue el soñado. Por resultado, rendimiento y anecdotario: fue derrota 2-1 ante San Lorenzo en el "Nuevo Gasómetro" con complicaciones evidentes para generar juego y fragilidad en el fondo; en el gol a favor, Marcos Rojo fue a dedicarle el tanto directamente a Carlos Izquierdoz al banco de suplentes, uno de los referentes del plantel que había sido relegado por Ibarra, en una de sus primeras decisiones fuertes e impulsadas por el Consejo. Consultado por los periodistas por la salida de Izquierdoz, Ibarra puso su sonrisa característica, que sería una constante en todo el campeonato, y sólo manifestó que se trataba de una decisión futbolística. A las dos semanas de esa declaración, "Cali" se marchó al Sporting de Gijón.
Sin que se observe un estilo o idea clara, los siguientes partidos sumergieron al equipo en una irregularidad de resultados, donde la actuación más preocupante llegaría en la derrota 3-0 ante Patronato en Paraná. Ese día marcó un antes y un después en la historia de Ibarra: lo que vendría serían 14 partidos invictos, con 12 victorias y dos empates, incluido el triunfo ante River en el Monumental. Sin brillar y en muchos de ellos sin jugar bien, le alcanzó con la jerarquía de algunos jugadores y con crear una sólida estructura defensiva, con Agustín Rossi a la cabeza, en medio de las conflictivas negociaciones para renovar su contrato. Otra batalla ganada por Ibarra. Ganar en el "Deportivo ganar siempre".
Otra de las tormentas que debió pasar Ibarra fue la pelea entre Darío Benedetto y Carlos Zamabrano, en el entretiempo del encuentro contra Racing. Al reinicio de la segunda etapa, el rostro visiblemente marcado del peruano no dejaba dudas de lo que había sucedido. Sin entrar en declaraciones ofensivas ni confusas, Ibarra gambeteó el tema ante la prensa con soltura: "Sé que pasó algo, pero son cosas suceden siempre en el fútbol". Benedetto fue suspendido por la dirigencia por dos partidos y volvió a integrar el equipo.
La derrota ante Newell's Old Boys en Rosario fue otro golpe del que se pudo levantar, cuando faltaban dos fechas para el final de la Liga Profesional y le permitió a Racing quedar como puntero tras acechar durante varias fechas. Si bien el resultado ante Gimnasia y Esgrima La Plata no definió nada, le permitió llegar a la última jornada con chances de levantar el trofeo y la presión no le pesó. En una Bombonera repleta, igual que en los años donde Ibarra conseguía títulos como jugador, Boca sacó chapa y venció a Independiente. Sin lucirse, como de costumbre, pero con una clara obsesión de ganar.
El primer título de Ibarra como entrenador de Boca no tuvo lujos. El hincha tampoco los pidió. La inteligencia del "Negro" fue haber entendido dónde estaba y qué necesitaba su equipo para ganar. Sin grandes pretensiones, haciendo cambios lógicos, sin creerse por encima de la institución y navegando aguas peligrosas, Ibarra creó su nuevo póster ahora en la versión entrenador. Con Boca campeón.