El esperadísimo regreso de la 46 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, finalmente se materializó durante un acto celebrado en el Salón El Central del predio porteño de La Rural, donde la expectativa del reencuentro presencial tras dos años de ausencia se tamizó con fuertes críticas y reclamos en torno a la falta de papel en el país, al rol del Estado en las políticas culturales y a una situación global donde la inflación fue uno de los factores más aludidos.
"Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol. En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar", dijo el escritor Guillermo Saccomano al abrir la 46 Feria Internacional del Libro, que no contó con el tradicional discurso inaugural del director, Ezequiel Martínez.
Con una fuerte crítica en torno a la compleja situación editorial del país y frente a un público que lo seguía atentamente, Saccomanno señaló que "a la escasez de papel, producto de la pandemia y el aumento en los costos de energía en el mundo, se le suman en nuestro país los problemas habituales: la industria del papel es oligopólica, el papel se cotiza en dólares, y aun cotizando en dólares, tiene inflación y ningún tipo de regulación desde el Estado".
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¿Es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en la Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros? En lo personal, creo que esta situación simbólica refiere una violencia política encubierta, dijo el autor de libros icónicos como Cámara Gesell, ante un auditorio entre quienes estaban los escritores Silvia Schujer, Enzo Maqueira, María Inés Krimer, Gustavo Nielsen, Canela, Ana María Shua, Alicia Genovese, el ex director de la feria Oche Califa y el periodista Carlos Ulanovsky.
Quiero destacar el rol que ocupa la Feria en el sistema de libro y la cultura, central en términos culturales pero también económicos", dijo el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, marcando un contrapunto futurista con el fuerte discurso discordante que daría Saccomanno minutos después.
Mientras que el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, aseguró que la cultura es sanadora y sentó posición ante la gravedad que significaría que en diciembre caduquen asignaciones destinadas a promocionar actividades culturales, en referencia a la Ley 27.432 propiciada por el macrismo en 2017, modificando los impuestos destinados a la financiación del cine, el teatro, la música y las bibliotecas populares: queremos dejar en claro nuestro compromiso para seguir trabajando todos los días, para revertir este legado que resultaría gravemente perjudicial para las diversas prácticas culturales, consignó.
Por su parte Ariel Granica, presidente de la Fundación El Libro, se refirió a las cruentas consecuencias que la pandemia tuvo en el mercado editorial local, abogó por la libre circulación de libros en el Mercosur y pidió implementar medidas de alcance estratégico para mejorar las condiciones para exportar, esto es: internacionalizar a nuestros autores y dar apoyos a las traducciones locales de autores extranjeros.
"En la Fundación El Libro defendemos que se valore y remunere el trabajo de autores y autoras como corresponde", aseveró Granica, en tanto advirtió, en lo que sonó más a exhortación, que "no solo hay que incentivar la producción, sino el consumo cultural".
Con La Habana como la Ciudad Invitada, entradas que van de los 300 a los 450 pesos y beneficios para comprar libros, entre los contados invitados internacionales que asistirán presencialmente a la Feria, un amplio resto lo hará en forma virtual, están el best seller estadounidense John Katzenbach y el español Javier Cercas, Paulina Flores, el rumano Miguel Gane y la joven poeta Loreta Sesma.
Con información de Télam