"Espera que voy a buscar un buen lugar para sentarme", comenta Mauricio Kartun al inicio del llamado telefónico de este cronista. Nombre irreemplazable del teatro argentino, el autor de piezas como "El niño argentino" y "Terrenal, pequeño misterio ácrata", el dramaturgo compartió con El Destape cómo fue el proceso detrás de "Monólogos de la peste", el nuevo espectáculo teatral que puede disfrutarse en la Sala Caras y Caretas.
- Los “Monólogos de la peste” lograron convocar a 2500 autores, ¿qué criterios tuviste en cuenta a la hora de elegir las ganadoras?
El micro monólogo es un género endemoniado. Parece fácil porque es corto pero, justamente, tiene el desafío que en la literatura tiene el micro relato: un nivel de concentración absoluto. No alcanza con que sea poco. Tiene que tener atributos dramático, conflicto, acción, desarrollo, personajes y aludir a un contexto. Y todo eso en un monólogo de una carilla.
- Muchos de estos micro monólogos tienen un tinte cómico sarcástico, ¿creés que el humor es un escape ante la tragedia de atravesar una pandemia?
Todo lo contrario. El humor nunca es un escape, en el sentido negador. Es un fenómeno poético y tan catártico como lo es la tragedia. Siempre que se habla del origen del carnaval se señala que nació de una población que -festejando el fin de una peste- salió a la calle vistiéndose con máscaras de calavera. Es siniestro y a la vez significativo: es un ritual que intenta poner en espacio lo que sucede. Cuando lo que sucede es trágico, el humor tiene la posibilidad de hacernos pensar en eso sin angustiarnos.
- ¿Hay alguna de las piezas que te haya llamado particularmente la atención?
Las considero a todas muy buenas. Fue difícil elegir cuales quedaban afuera. Creo que los espectadores se van a sorprender con las historias que quedaron seleccionadas. Había tan buen material que se podría hacer otro espectáculo de micro monólogos.
- Con la pandemia, muchos artistas se abocaron al streaming como salida laboral, ¿qué opinión te merece el teatro virtual?, ¿consumís obras en este formato?
Yo soy un sibarita del teatro, en el sentido de que me gusta ver buenas obras y disfrutarlas desde una óptima ubicación. El streaming es un paliativo, lo que se puede hacer dado este contexto. Cuando consumo en pantallas prefiero ver cine o series. El lenguaje por corte es el de la pantalla. Si hacés teatro en una pantalla y no trabajás por corte –sino que tenés una capacidad limitada de edición- inevitablemente el lenguaje se empobrece y el cerebro te pide más que un juego a dos cámaras.
- Claro, pierde ritmo. Es una pena cuando obras excelentes, que fueron subidas a la web, no tienen un buen registro audiovisual.
Efectivamente. El punto de vista único que el espectador asume cuando va a ver teatro se compensa con la emoción del vivo y de sentir que eso que está pasando allí puede dejar de suceder. Si se ve algo filmado, eso se pierde.
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- Recién me contaste que te enganchaste con varias series, ¿cuáles viste?
Ahora estoy con “Bloodline”, de Netflix, y “This is Us”. También vi “La maravillosa señora Maisel”, que me encantó, y me divierto mucho con “Modern Family”, serie que maneja un nivel de humor que nos encanta con mi compañera.
- “Modern Family” es excelente y fue la primera sitcom en introducir una familia homoparental en un rol protagonista.
No tenía ese dato. La estoy mirando por orden de temporadas. Cada tanto tenemos hambre de humor y sabemos que ahí podemos satisfacerla.
- Siempre que se te nombra en un espectáculo tuyo es para destacar la calidad, ¿cómo te llevás con el reconocimiento popular?, ¿te la creés?
Me costó 25 años ponerme a dirigir, antes fui un autor de escritorio. Terminaba una obra y la presentaba a varios directores hasta que encontraba uno que quisiese hacerla. Y si bien siempre tuve la suerte de que aquellos que me gustaban las dirigiesen, sentía que a veces quedaban cosas por exprimir en las versiones finales que llegaban al escenario.
En cambio, cuando empecé a dirigir parte de ese desafío lo resolvía si trabajaba mucho más tiempo. Podía equivocarme y corregir sin que nadie me apure. En el camino fui encontrando una especie de método personal donde estoy obsesivamente en todos los detalles. Pese a que a veces hay obras más entretenidas que otras, lo que entrego siempre está elaborado con extremo cuidado.
Por ejemplo, con “Terrenal” paré los ensayos unos meses antes de estrenar porque no estaba saliendo lo que buscaba. Después, por suerte, lo encontramos y la obra estuvo en su séptima temporada hasta que suspendimos las funciones por la pandemia. Volviendo a tu pregunta inicial de “si me la creo”, te digo que lo que sí me creo es la responsabilidad y el desafío de trabajar un producto, para entregarlo en las mejores condiciones posibles.
- ¿Leés las críticas de teatro?
Sí. Ha pasado un fenómeno muy particular en los últimos años y es que la crítica ha entrado en una especie de curiosa democracia, con el surgimiento de nuevos blogs y webs. Esto ha creado una especie de comunidad de críticos. En la época en las que empecé a estrenar obras la crítica era Clarín, La Nación, Página12. Ni que hablar si te mataba Clarín. Si era la primera nota que salía, cagaste porque cuando los otros cuatro la leían, escribían cosas similares para no pelearse entre ellos.
Por otro lado, les vas conociendo la posición a cada uno. Por ejemplo, había una crítica muy famosa a la que no le gustaban las malas palabras. Entonces en mis obras, bufaba cuando encontraba una.
- ¿Creés que, como sociedad, vamos a salir con alguna enseñanza de este período de pandemia?
No me cabe ninguna duda de que sí. Mi madre española vino prácticamente sobre la Guerra Civil y mi padre fue de la primera generación de inmigrantes judíos que vinieron de Rusia huyendo. Las guerras que atravesaron hicieron que, por ejemplo, en casa la comida tuviese un valor muy especial. Digo esto para ejemplificar cómo una situación singular deja enseñanzas y marcas que duran mucho tiempo. La pandemia nos va a dejar una serie de aprendizajes, confío en que, de alguna manera, nos lleve a parar un poco la pelota.
- De lo que casi no hablas en los reportajes es de tu amor por los gatos. Una vez escuché que decías que son los mejores amigos que puede tener un dramaturgo, ¿a qué se debe esto?
Los gatos son una curiosa compañía. Tienen gran independencia, pero, por otro lado, son solidarios, no fastidian y acompañan. Tienen una presencia amorosa que no hace fiestas. El perro hace fiestas, el gato nunca. Para alguien que escribe estar conectado con algo tan relajado, como es la presencia de los gatos, ayuda.
- Si bien son grandes amigos, la cultura popular no les hizo buena fama. De hecho se me ocurren expresiones como: los gatos negros dan mala suerte, no tengas un gato porque lo único que hace es rasguñar, son ariscos.
Durante mucho tiempo no soporté a los gatos por una anécdota de cuando tenía 22 o 23 años. Una noche invité a cenar a una muchacha a la que le gustaban y en el lugar a donde fuimos, un restaurante del puerto de Olivos, había uno. Por congraciarme con ella, quise levantarlo y el turro se me prendió a un brazo, dejándomelo hinchado toda la velada. La cita fue un fracaso y gracias a ello entré en un estado de recelo con los gatos por varios años.
Hasta que años más tarde heredamos un gatito muy chiquito. Al principio no quería saber nada con el animal y menos que conviviese en mi casa, pero bueno, en algún lugar tenía que estar. Después de un mes de convivencia, el gatito se volvió mi amigo del alma. ¿Que cargan mitos? Sí, pero inevitablemente todo carga mitos. Son “compradores” diría mi mamá, bichos seductores.
- "Monólogos de la peste" podrá disfrutarse en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037) el domingo 20 de diciembre a las 20 horas, y los domingos 17, 24 y 31 de enero, a las 20 horas. Localidades en venta por Alternativa Teatral.