Los desafíos de una institución centenaria: el Palais de Glace y la muestra del Salón Nacional

23 de septiembre, 2023 | 15.42

(Por Marina Sepúlveda) En tanto instancia de validación del arte y muestra del escenario artístico nacional, con búsquedas que atraviesan todos los territorios y particularidades, el recién inaugurado 111º Salón Nacional de Artes Visuales organizado por el Palais de Glace plantea desafíos de gestión y una curaduría atípica, como expresan la directora del Palais, Federica Baeza, y la curadora Guillermina Mongan.

Situada por segundo año consecutivo en tres espacios emblemáticos como son el Centro Cultural Kirchner (CCK), el Centro Cultural Borges y el Centro Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, la nueva edición del Salón de Artes Visuales (SNVA) instala un escenario que permea la comprensión de por dónde van las búsquedas de las prácticas artísticas, las miradas de los creadores, las materialidades escogidas y temáticas abordadas, en un mundo tan cambiante y en crisis.

En la edición 111º, inaugurada el 21 de septiembre, en el Paco Urondo, reafirma una nueva concepción de gestión que lleva adelante Baeza desde 2020 y culminará a fin de año.

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Creado en 1911, el Palais de Glace que organiza todos los años el Salón Nacional de Artes Visuales como actividad principal -con su sede del barrio de Recoleta cerrada por obras de restauración y puesta en valor no finalizados por el gobierno anterior-, desde el 2018 garantiza la paridad de género y lo federal en la selección y premiación de obras, y un más reciente 5% de cupo travesti-trans.

Pero, en tanto parte de un programa de política cultural, el hito que representa la inauguración del Salón Nacional habilita una perspectiva de lo realizado hasta el momento, lo que faltaría, y sobre todo, comprender la escena del arte local, desde esta impronta fuertemente federal que logró modificar ese inicial 76% de artistas participantes del Salón de la ciudad de Buenos Aires.

A modo de balance de su gestión, Baeza afirma que "lo primero que se hizo fue poner en valor el Salón Nacional, rescatarlo de la obsolescencia, el anacronismo, de ser un lugar que ya no tenía la posibilidad de generar institución, de empoderar a les artistas, de reivindicar nuestra escena artística nacional teniendo en cuenta su gran diversidad".

"Esto se ha reflejado en una política de género que ha superado lo sesgado; que ha tenido antes la premiación, selección y la composición de los jurados en materia de género sosteniendo la participación mínima de un 50% de femeneidades, sumando un 5% de la comunidad travesti trans no binaria, es decir, leyendo su propia historia, entendiendo y respondiendo a ella".

Parte de lo conseguido es "cumplir con el 50% de participación de artistas de las provincias con el objetivo de convertir al Salón Nacional en un gran foro interregional de las artes", explica y añade como logro la democratización en la postulación de jurados avalados por instituciones. Y esto es algo que "se manifiesta en el registro de inscripción más alta de toda la historia de los 111 años del salón", lo que constituye un éxito ante la inscripción de "3241 personas (un 20% más con respecto a 2022), que es una cifra absolutamente inédita en más de un centenio", algo que "fue posible por la participación de les artistas", recalca.

El SNAV conformado por regiones para la preselección marcó un incremento de participación llamativo: 80% Cuyo, 50% NEA y 40% en Centro (Córdoba), entre otros.

"Diversidad, federalización, democratización y finalmente puesta en valor, son todos los aspectos que se han logrado producir en estos tres años de gestión en relación al Salón Nacional", resume Baeza.

Las expectativas se cumplieron con la gran inscripción que tuvieron, los 111 jurados postulantes y el resultado que decanta en "un recorte de obras muy interesantes, muy elaborado donde las diversidades de las escenas culturales del país ha quedado muy reflejada, a pesar de tantas discusiones y cosas que se han dicho", quedando demostrada la validez y contemporaneidad de las producciones que "presentan un gran nivel de trabajo en relación a los lenguajes artísticos", en un panorama "que el público va a poder disfrutar", señala refiriéndose a la exposición.

Este gran muestrario va en sintonía con lo que refiere la curadora: "estoy muy sorprendide de las producciones en cada uno de los territorios", porque la posibilidad de curar una muestra de este tipo permite ver en conjunto "lo que se va produciendo, las condiciones materiales", sus temas y coyunturas, sumado a la complejidad de esas "más de 3000 obras presentadas, 900 preseleccionadas, 200 seleccionadas, tener la posibilidad de ver toda esa heterogeneidad y a su vez dar cuenta de una producción nacional, diversa y federal es una de las particularidades y características del salón", que refleja "un tema de época, preguntas sobre el presente", las que fueron consideradas y dialogadas.

Entre los interrogantes se plantean "¿qué producciones son las del presente? ¿cómo son en cada uno de esos territorios las condiciones materiales, los contextos", resumido en el texto curatorial al que Mongan titula "Sueño despierto de los días", que responde a una "decisión de poder seguir apostando a la práctica artística, al lugar que ocupan ellas en ese imaginar, en ese producir modos de vida", sintetiza la curadora que es historiadora del arte, artista e investigadora.

Su concepción de la muestra repartida se diversifica en tres núcleos temáticos rozados en sus bordes e instalados desde lo situado con: "Imaginar futuros al cobijo de un paisaje" (CCK), "Rituales contra el olvido" (Paco Urondo), y "Lo que cabe en las historias" (CCBorges).

Por otra parte, curar una muestra tan heterogénea como la del SNVA significó para Mongan tomarse "mucho tiempo en ver cada uno de los trabajos, investigar acerca de cada une de los artistas, entender situadamente los trabajos", explica la curadora que también es miembro de la Red Conceptualismos del Sur.

Entre las relaciones de las obras y los entornos de producción la curadora encontró "grandes citas, preguntas o relaciones" acerca de "las historias del arte" interrogando "al propio campo, a los cuerpos, sus identidades, performatividades" lo que derivó en esas "relaciones vinculadas a rituales, ejercicios de memoria, con los tiempos" en una primera mirada sobre el conjunto de las 212 obras que se exponen y representan las categorías del SNAV.

Después vino el momento de organizarlos: "la clave fue detenerme en esa dimensión situada y en la producción de cada une de los artistas, en una velocidad récord", por el poco tiempo del que dispuso tras la selección del jurado, que también integró.

Parte del desafío curatorial fue elegir los núcleos temáticos en esa heterogeneidad de obras para "encontrar relaciones y pequeños agrupamientos, sobre todo en trabajos que no se eligen a priori", y de ese análisis observó "que había una gran capa en relación a los tiempos", lo que dio nombre a los tres núcleos relacionados con el tiempo de los "rituales contra el olvido que son ejercicios de memoria, el vínculo con duelos más íntimos, contra el olvido, de distintas maneras", describe.

"Imaginar futuros…" presenta en el CCK un complejo diálogo de obras, "son trabajos que imaginan futuros distópicos, producen o revisan herramientas para ver e imaginar cuáles pueden ser", o plantean "vincular y volver a conectar con un tiempo ancestral y ver cómo se cruzan las concepciones en torno al tiempo".

"También cabe una pregunta en torno a lo que se construye como historias, pero en el campo de las historias del arte, no de una historia del Arte canónica, sino todo lo que cabe en esas otras historias, que también construyen", define Mongan.

"Creo que el desafío más grande fue poder tener la delicadeza, la conexión, el cuidado con cada uno de los trabajos", resume Mongan quien tuvo en cuenta lo que imagina el artista sobre su obra en el SNAV y lo que significa llevarla al espacio, y el reto de los tres lugares expositivos.

Las obras, tan diversas van desde la impresión 3D, lo sonoro en una instalación de radios, la robótica a colgantes que responden a proyectos cruzados con la medicina reconstructiva, instalan paredes de jabones o ladrillos, performances, y por supuesto, pinturas, dibujos, arte textil, fotografías y cerámicas como rituales, vajillas de papel, esculturas de madera o un árbol de botellas transparentes, entre lenguajes y materialidades, todos ellos habitando, narrando, y con muchos nombres de artistas conocidos y otros por descubrir.

En esta edición se “cristaliza todo un proceso de trabajo de estos años de gestión” de discusiones del campo artístico que lograron “encontrar sus canales”, de la mano de “proyectos institucionales y de gestión” que contemplan a la comunidad, con el deseo de “que tengan continuidad independientemente del complejo panorama político”.

"Lo que espero como persona que cree en el sistema democrático es que los grupos de poder que lo cuestionan, que tensan e inciten al odio, no formen parte de una futura gestión, pero, independientemente de ello, quisiera que la institución conserve estos lineamientos y que se entienda que los proyectos de gestión tienen que ser pensados en plazos más extensos, lo que da la oportunidad de tener coherencia y enriquecimiento en nuestras propuestas", concluye Baeza.

La exposición podrá visitarse hasta el 12 de noviembre, de miércoles a domingos de 14 a 20 en el CCBorges (Viamonte 525) y el CCK (Sarmiento 151); en el Paco Urondo (25 de Mayo 201) hasta el 15 de octubre, de lunes a viernes de 10 a 20.

Con información de Télam

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