Una noche de rock. Esto fue lo que hizo Airbag el viernes en el estadio de Vélez Sarsfield. Los hermanos Sardelli desplegaron toda su variedad rockera frente a un estadio que reventó y que acompañó la multiplicidad de recursos que desplegaron. Desde sus clásicas -y hiteras- baladas hasta el arrollador poder de las guitarras, bajos y batería dispuestas para el "hard" o baladas del glam de los ochenta. Tres horas a pura intensidad en su gira "Jinetes Cromados Tour".
Guido, Patricio y Gastón Sardelli se plantaron en el escenario a las 21.15 de la noche para dar comienzo a un recorrido ecléctico por sus 20 años de historia. Llamaradas de fuego, explosiones, bombas de humo, camperas de cuero y guiños a cada uno de los grandes de cada estilo de rock. De entrada, con dos calaveras en la parte superior de la escenografía, la banda hizo una declaración de principios: entró a puro poder, con un juego de luces y una estética del rock setentista.
Tres horas y aproximadamente treinta temas que incluyeron gran parte de su carrera en una noche que, además, se prestó para el recital. La primera montaña rusa de sonido empezó con la mixtura del poder del arranque con canciones más soft. Pasaron "Perdido", "Uber Puber", "Nunca lo olvides", "Vivamos el momento", "Noches de insomnio", entre otras. Todo ese recorrido fue un calentamiento para llegar a los momentos más fuertes de un recital lleno de sorpresas. Ya en esas canciones, Patricio y Guido empezaron a soltar los riff y punteos que, con el correr de los minutos, llegarían a mansalva. Incluso "Pato" se le animó a una guitarra doble mango y también aparecieron máscaras de calaveras para hacer "Huracán".
Después de un arranque que se tornó aplastante, los hermanos armaron un living en medio del escenario y, desde allí, empezaron a disparar sorpresas en un momento que se convirtió en el "mediotiempo" del show. Sentados y, tal cual lo dijeron, fue un instante en el que recordaron sus inicios. Y ahí desplegaron una versión muy lograda de la emblemática "Have you ever seen the rain?", de Creedence Clearwater Revival. Un guiño a su propio pasado, pero también un homenaje a lo más puro del rock que, puristas y prejuiciosos, tendrían que escuchar.
La gran sorpresa de la noche llegó cuando el Tanque Iglesias, baterista de La Renga, se subió al escenario como el invitado de la noche y acompañó la versión de la "Balada del diablo y la muerte" que estuvo en la voz de Guido. La canción fue una de las más festejadas y disfrutadas tanto por el público como por el propio trío de hermanos que no podían ocultar su sonrisa. Entre los homenajes a distintos momentos del rock también, ya sobre el final, apareció la clásica de Chuck Berry, "Jhonny B. Goode". El otro obsequio de la banda a su público fue una versión amplificada y distorsionada del himno nacional argentino, un guiño a los grandes guitarristas virtuosos de la historia.
El show, más allá de estos momentos, incluyó un gran repaso de los veinte años de la banda que retomaron sus grandes canciones y discografía. Así fue como, tal cual marca su vasto recorrido, pudieron pasar desde un instante relajado con "Cicatrices", "Va a ser difícil olvidar" y la "Moda del montón" a un bloque mucho más power en donde la banda volvió al estilo con el que más conecta: el hard rock.
Ya para ese tramo final apareció un Frankenstein inflable y pasaron "Motor enfermo", "Colombiana", "Mila, Saturno y el río", "Cuchillos Guantanamera" y "Por mil noches". Allí parecía que todo se terminaba cuando desplegaron la ya mencionada versión del himno. En plena fiesta, Airbag dio un paso más adelante y cerró su gran noche en Vélez con "Como un diamante", "Kalashnicov", "Solo aquí" y "Mi sensación" que fue el final formal de la show. Aunque había un regalito más: una versión del tango "Por una cabeza", con la que dieron cierre a una velada espectacular para sus fanáticos, consagratoria para ellos y reveladora para los incrédulos.