(Por Ana Clara Pérez Cotten) Los momentos de unidad popular de la historia son una luz que llega desde la historia. Defender el pasado no significa desentenderse del presente, algo que además es imposible, define el poeta chileno Raúl Zurita, condecorado con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, durante su paso por Buenos Aires, a la cabeza de la comitiva de autores chilenos que llegaron para celebrar que Santiago de Chile sea la ciudad invitada de la Feria del Libro.
A los 73 años y con las dificultades que le ha traído el Parkinson -enfermedad que padece desde hace 20 años y que relaciona con las patadas de botas negras que recibió durante su detención en la dictadura de Augusto Pinochet- el poeta conversó con Télam sobre la realidad política y social chilena, el rol de la poesía ante la desilusión de gran parte de la sociedad y las formas de ejercer la memoria. Conoce gran parte de la historia de Chile de primera mano: en la misma madrugada del día del golpe de Estado, fue detenido en Valparaíso, encerrado y torturado en una de las bodegas del carguero Maipo, donde estuvo encerrado tres meses. Conoció el exilio y fundó junto a Fernando Balcells, Juan Castillo, Diamela Eltit, Lotty Rosenfeld el grupo CADA (Colectivo de Acciones de Arte) con el que realizó performances artísticas para resistir la dictadura, usando los espacios de la ciudad. Pero también hizo de su propio cuerpo un territorio para dar cuenta del horror: se quemó su mejilla con un fierro, se masturbó ante una pintura de Juan Dávila y se arrojó amoníaco en los ojos. Además del Premio Reina Sofía con el que lo condecoraron en 2020, recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile en 2000. Publicó poemarios como Purgatorio , Anteparaíso, La vida nueva, El día más blanco y Los países muertos.
Ahora, como entonces, sigue interesado en articular la palabra con la política y en pensar el presente a la luz del pasado. Zurita habla con cierta dificultad que se nota en la cadencia de su voz pero que no logra alterar sus razonamientos, que permanecen fieles a los de aquel pasado militante.
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Fue el tormento, los golpes y en pedazos nos rompimos. Yo alcancé a oírte pero la luz se iba. Te busqué entre los destrozados, hablé contigo. Tus restos me miraron y yo te abracé. Todo acabó No queda nada. Pero muerta te amo y nos amamos, aunque esto nadie pueda entenderlo, dice al comienzo Canto a su amor desparecido, el largo poema que escribió en 1985 y que recitará hoy ante el público a las 18 horas en la Sala Tulio Halperin Donghi del Pabellón Amarillo.
-Télam: ¿Cómo siente poder volver a viajar a recibir premios y a reencontrarse con el público después de la pandemia?
-Raúl Zurita: La pandemia ha sido pura reclusión y eso ha sido muy duro. Pero no tiene que hacernos olvidar que hubo cosas realmente graves, como las muertes solitarias o una vida con barbijo, esa marca tan atroz no ha tenido una solución. Es muy fuerte y ya casi lo hemos olvidado.
-T.: ¿Y qué siente al salir de Chile?
-R.Z.: Después de la pandemia, he podido viajar varias veces. Y es siempre una experiencia. Como toda experiencia, puede ser fuerte, maravillosa o decepcionante pero siento que ha sido bueno llevarme a mí mismo a lo más vivo del presente. ¿Por qué? Porque a esta altura estoy muy tranquilo, defendiendo el pasado.
-T: En una época marcada por la inmediatez del presente y la incertidumbre de un futuro signado por la Inteligencia Artificial, es casi contracultural defender el pasado. ¿Qué es para usted defender el pasado?
-R.Z: Es defender tu propio pasado. Tus recuerdos y tus imágenes. Tengo algunas imágenes grabadas, imborrables, que se me aparecen como flashes, presencias de la memoria. Salvador Allende en el balcón del Palacio de la Moneda o junto a mis compañeros, cuando fundamos el Colectivo de Acciones de Arte. Defender el pasado no significa desentenderse del presente, que además es imposible. Pero defender los momentos de unidad popular de la historia es una luz que llega desde la historia.
-T.: Este año, hay dos aniversarios concurrentes que marcan el pulso de la Feria: el 40º aniversario de la democracia argentina y los 50 años del Golpe en Chile contra Allende. Va a recitar ante el público Canto a su amor desaparecido, un poema de resistencia a las dictaduras latinoamericanas. ¿De qué está hecha hoy su memoria?
-R.Z.: Yo estoy esperando el 11 de septiembre (el 11 de septiembre de 1973 se produjo en Chile el Golpe de Estado). No sé, en realidad, si seré lo suficientemente fuerte como para estar en Chile en esa fecha. No sé que voy a hacer ese día. Aquella madrugada del 11 de septiembre, yo vi el desplazamiento de militares en Valparaíso. A las horas me detuvieron. Siento, entonces, que las conmemoraciones históricas tienen un lado mentiroso, y un lado bueno. La mentira es toda la fanfarria y eso es casi un insulto para las personas que están todavía buscando a sus hijos. Creo que ese día es de ellos, con la bandera a media asta y crespones negros.
-T.: ¿Cómo vivió el rechazo al proyecto de reforma constitucional?
-R.Z.: Es un momento político muy difícil para Chile porque una parte está muy dolida por el fracaso y la otra, tampoco está contenta porque son gobernados por personas que odian. Fue una gran desilusión, se apostó por ampliar los derechos a las minorías sexuales y étnicas, pero la campaña de terror fue muy fuerte. Esa fue la razón principal por la que fue rechazada. Boric es un hombre bueno al que le toca lidiar con una derecha que trabaja de oposición sin tregua. Todo esto me da la sensación de que a la historia le falta aún una gran tragedia de la que renaceremos con el pueblo movilizado, en un movimiento que se repite como un bucle, un carnaval de idas y vueltas. Derrotas, triunfos, retrocesos y avances, ese es el baile de la vida, como el movimiento del mar.
-T.: ¿Y cuál es el rol de la palabra en un clima de desilusión y cansancio?
-R.Z.: La palabra está en crisis, de tanto gastarla en el uso demagógico. A pesar de eso, la palabra siempre encuentra su cauce. Yo he escrito poemas en el cielo y en el desierto, logré correr un poco el límite de lo posible. Y creo que las nuevas generaciones, aquellos que nacieron después del Golpe, tienen una apuesta mucho más minimalista en su intervención que me resulta muy interesante.
-T.: Muchos lo consideran el padre de varias generaciones de poetas chilenos. ¿Por qué cree que Chile es tan fecundo en poetas?
-R. Z.: Porque hay muchos terremotos. Es la inseguridad de la tierra en la que viven acorralados por el mar y por la cordillera. Es, además, una tierra que cruje. Esa cornisa empuja las palabras.
Con información de Télam