Romão: "Brasil viene movilizando con su poesía una potencia creativa y política enorme"

12 de noviembre, 2023 | 17.36

La actualidad de la poesía brasileña, específicamente la que se gesta en los saraos, un movimiento de los márgenes paulistas; o si la literatura puede ser considerada un hecho colectivo, son algunas cuestiones a las que se refiere Luiza Romão con la excusa de la primera publicación en Argentina de una obra suya: "Brasil viene movilizando con su poesía una potencia creativa y política enorme", asegura la escritora y performer.

"Necesitaría hacer un doctorado para poder responder qué pasa con la poesía hoy en Brasil, estamos hablando de un país enorme, continental, en el que la poesía adquiere estéticas muy diferentes dependiendo de cada territorio", se ríe Romão, magíster en Teoría Literaria y Literatura Comparada por la Universidad de San Pablo y graduada en Artes Escénicas.

-Télam: ¿Pero existe la posibilidad de hacer una panorámica muy general para hablar también de cuánto definen y designan a esa poesía movimientos como los del slam y el sarao?

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-Luiza Romão: Con todos los riesgos que conlleva este gesto generalizador, percibo una retomada del cuerpo, de la voz y de la dimensión performática del poema en las producciones contemporáneas. Es algo que se remonta a mucho tiempo atrás. Bien antes. Brasil tiene una inmensidad de tradiciones de poéticas orales que se transmiten y reinventan de generación en generación como el cordel, la glosa, el repente, la embolada y el congado entre muchas otras; y en las últimas décadas se ha producido este auge del movimiento de los saraos y los slams (batallas de poesía de autor de hasta tres minutos de duración) que viene movilizando una potencia creativa y política enorme, especialmente al amplificar las voces que por siglos fueron subalternizadas por el poder hegemónico; de modo que ya no es posible ignorar estas producciones.

-T: ¿Qué pasa cuando un premio tan institucionalizado como el Jabuti pone el foco en estas formas tan insumisas de hacerse con la lengua? Es decir, ¿al mismo tiempo que las legitima las está fagocitando?, ¿hay un empoderamiento de ciertas voces dentro de la historia literaria y cultural del país con distinciones como éstas u ocurren otras cosas?

-L.R: Esto despierta el interés de los espacios establecidos de la cultura y el saber. Hoy en día, el slam, por ejemplo, se investiga en las universidades, se lo reconoce en los premios literarios, se ha convertido en tema de películas, de telenovelas y series, se encuentra en las asambleas, en los exámenes de ingreso a la universidad, en los anuncios publicitarios y en los museos. Este movimiento es casi inevitable: sucedió con el hiphop, el samba y varias otras prácticas poéticas insurgentes. Lo veo como un entramado de fuerzas, con sus ambigüedades, victorias, reordenamientos y negociaciones. En mi caso, recibir el premio Jabuti hizo posible que la obra llegara a muchas lectoras y lectores nuevos. Hasta entonces, la mayoría de mis libros se vendían de mano en mano, después de lecturas, batallas y performances, y de repente el libro está en las librerías, en las escuelas, encontrando un público que no me conocía. En ese sentido, mi apuesta es: aprovechar la brecha y ensancharla para que se convierta en un camino para un grupo de personas.

-T: ¿Creés que la literatura es una construcción colectiva?

-L.R: . En cuanto a la literatura, de forma amplia, lo dudo pero sospecho que sí. Ahora, si nos centramos en el género poético, ahí sí, sin lugar a dudas, es un hecho colectivo. Esto viene de los inicios de la poesía, desde los aedos, los trovadores y los griots, hasta llegar hoy a los poetas performáticos, los slammers y los MC's. La poesía trabaja la palabra desde su dimensión sonora, rítmica y melódica; es ese gesto vocal lo que evoca el encuentro; que tiene lugar en el habla y la escucha. Me gusta mucho un texto de Derrida llamado "Che cos’è la poesía?" en el que define al poema como aquello que penetra por el corazón y se imprime en la memoria, en el que parece que al poema no le basta con ser leído en silencio de forma individual y donde hay un horizonte enunciativo, un volverse voz, una voz que está destinada a otra persona. Voz que teje un colectivo. Al fin y al cabo: ¿para qué memorizamos un poema si no es para decirlo, si no es para poder regalárselo a alguien en algún momento, ya sea en la catarsis de una ronda de poesía o en la intimidad de un susurro?.

Con información de Télam