Carolina Barry, Julia Rosemberg y Natalí Incaminato y el diálogo primeras damas y feminismos

22 de enero, 2022 | 18.13

Los feminismos sacudieron conceptos, movilizaron nuevas preguntas y aportaron planteos a la conversación pública que Natalí Incaminato, Julia Rosemberg y Carolina Barry se encargan de poner en diálogo con una lectura sobre las primeras damas, sus roles, funciones y legados.

Para Barry, el feminismo por supuesto que ayuda a generar nuevas lecturas sobre el papel que se espera de estas figuras y trae la mirada de "una feminista australiana que dice que hay que suprimirlo, tanto por la población que no tiene que bancar a un mujer y a su familia sino también por la mujer que tampoco tiene que verse sometida a una agenda de actividades desde el mismo momento que su pareja o marido asume un cargo ejecutivo".

"Es para pensar por qué muchas mujeres dejan sus actividades previas para asumir su papel de primera dama -cuestiona-. Un caso es el de Juliana Awada que tenía una actividad previa como empresaria y cuando asumió la presidencia Mauricio Macri la dejó de lado y se ocupó de lleno a su rol de primera dama en actividades protocolares".

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Para la investigadora, no sucede lo mismo cuando son varones quienes ocupan estos roles: "En el caso de Margaret Thatcher, Angela Merkel, Theresa May o la primera ministra de Nueva Zelanda, sus parejas no dejaron sus actividades previas, no se les abrió una agenda paralela".

Incaminato advierte que a las primeras damas se las lee "en buena medida como figuras un tanto residuales y si bien es verdad que estamos en un momento de solapamiento de distintas lógicas, porque no se puede decir que toda la sociedad sea feminista ni mucho menos, hay una serie de publicaciones y de imaginarios que siguen trabajando la idea de la primera dama de manera más tradicional".

En ese sentido ubica "la idea de primera dama de Juliana Awada y las notas de La Nación, revistas como Hola o Vogue que siguen trabajando esta figura vinculada con la moda, con cómo se visten, cómo se comportan, con el ceremonial y protocolo que quizás es una de las dimensiones pero también -identifica- otras actualizaciones que no tenían que ver con romper pero sí con abrir un poco más estas funciones que tuvo Awada al acercarse a las instituciones vinculadas con la infancia, con la beneficencia, con las zonas no vinculadas al Estado sino a funciones de cierto servicio público".

De todas maneras, reconoce en ese rol "un lugar subordinado en términos jerárquicos, con determinadas funciones en relación a lo femenino como lo maternal, lo estético. Eso entra en crisis y la razón por la cual figuras como Soledad Quereilhac discuten eso es porque además de ser feministas son mujeres con sus propias carreras e individualidades diferenciadas de los hombres con los que están casadas, entonces no tiene sentido cumplir todas esas funciones cuando ellas tienen sus propias trayectorias".

Incaminato reconoce "modificaciones que tienen que ver con el feminismo pero también con quienes son las primeras damas porque si una mujer ya tiene una profesión determinada y vive de eso, no puede tampoco tener ni el tiempo ni las ganas de cumplir funciones que están determinadas y tienen que ver con el ceremonial, actividades vinculadas con lo maternal, ciertos servicios sociales de beneficencia que las hemos visto en primeras damas recientes".

Quienes se ven en el centro de la escena pública por estar con alguien que ejerce un cargo público suelen generar discursos diversos, sobre las diferencias en el tratamiento de esas figuras. Rosemberg considera que "las primeras damas que han generado mayor rechazo tienen que ver no solo con el hecho de ser mujeres, sobre las que se ha puntualizado cierto odio porque además generaban una incomodidad de otro estilo. En el caso de Eva Perón era mujer y además era una cabecita negra que venía del interior de la provincia de Buenos Aires, era hija ilegítima y representaba y atacaba determinados intereses. En el caso de Cristina Kirchner lo mismo: está el hecho de ser mujer y atacar y defender determinados intereses. En ese sentido no alcanza solo la perspectiva de género para analizar a estas mujeres, sino que también tiene que ver con qué intereses representaron y atacaron".

"A la perspectiva de género se le debe agregar una perspectiva de clase o política porque es en ese entramado que donde se puede entender mejor el lugar de estas mujeres y los amores y odios que han despertado", define.

Con información de Télam