La preocupación por la escasez y la falta de papel complejiza el escenario del sector editorial en la previa a la 47 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que, a cuatro meses de su realización tiene prácticamente todos sus stands vendidos sin que eso garantice la diversidad de la producción editorial, como advierte la Cámara Argentina del Libro (CAL), ya que este panorama acentúa la diferencia en el acceso al insumo básico para los sellos de diverso alcance.
El evento que el año pasado volvió a la presencialidad plena en el predio de La Rural y congregó a 1.324.500 visitantes transformándose en la más exitosa de su historia tendrá su edición en 2023 del 25 de abril al 15 de mayo y, según anunció la Fundación El Libro, ya tiene el 95% de los espacios de exposición vendidos.
Sin embargo, la entidad manifestó su preocupación sobre la escasez y el aumento del valor del papel tal como había hecho horas antes la CAL en un comunicado en el que decía que peligraba la producción editorial debido "al desabastecimiento y faltantes de papel, lo que lleva a los editores a aceptar cualquier precio para producir".
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"No peligra la Feria del Libro, peligra la bibliodiversidad para ese evento porque al no tener papel, los editores podemos publicar menos libros y si hay menos libros la oferta va a ser menor", sostiene en diálogo con Télam, Martín Gremmelspacher, presidente de la CAL. Y acota: "Para esta época suele estar vendido el 85% de los espacios para editoriales en malos años y el 95% en buenos años" de la Feria.
¿Qué implica esta situación que plantea al mismo tiempo la escasez de papel y el encarecimiento de su precio? La CAL enumera: "aumentos muy por sobre la inflación en papel obra, ahuesado y ecológico, en torno al 150%; aumentos por sobre la inflación en papel ilustración para tapas de libros y para interiores de libros infantiles, en torno al 300%; una participación de más del 50% en el costo general de un libro".
"Es decir que la materia prima cuesta más que el trabajo de autores, editores, diseñadores, imprentas y encuadernadores sumadas. Históricamente, esa participación estaba entre el 30 y el 35%", explicaron en el mismo comunicado.
Para los integrantes de esa Cámara, "este último fenómeno de avance de la incidencia del papel en el costo de un libro - y como los editores no pueden trasladar los aumentos recibidos en forma completa al precio de venta al público de los libros - provoca una pérdida de rentabilidad de la industria editorial a manos de los grupos concentrados que producen papel en la Argentina".
Con información de Télam