Sebastián Ávila: "Con Malvinas hay prejuicios y pruritos como no hay en otros temas"

16 de febrero, 2022 | 13.54

(Por Emilia Racciatti) En su primera ficción "Ovejas", con la que ganó la segunda edición Premio Futurock Novela, Sebastián Ávila construyó una atmósfera gris e inquietante donde una patrulla intenta moverse siguiendo un faro en las Islas Malvinas mientras sus integrantes se pierden, se vuelven a encontrar, pasan hambre, organizan la comida y se debaten entre dormir o permanecer despiertos porque el miedo a lo que puedan soñar los atormenta.

Elegida por un jurado compuesto por Claudia Piñeiro, Fabián Casas y Sergio Bizzio entre 589 novelas inéditas presentadas desde cien ciudades de Argentina y Uruguay, "Ovejas" fue publicada por Ediciones Futurock dando a conocer a un autor que aborda en este trabajo un tema que es eje también de sus horas como docente e investigador: Malvinas.

¿Cómo fue la decisión de presentarse al concurso? Por una compañera de taller que le dijo que debía tan solo mandar un mail y ese dato después de haberse presentado a varios concursos, lo alentó a hacerlo: "Lo mandé y no puse nada, solo novela 'Ovejas', el seudónimo y ya. Dije para qué pierdo el tiempo con esto", relata en diálogo con Télam en el patio de un bar de Paternal.

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

La novela tuvo desde el principio una lectura clave, la del escritor Leo Oyola, con el que Ávila trabajó en una clínica de escritura. Desde que terminaron ese proceso en 2018, se presentó a algunos premios y ante el silencio sobre la obra, el autor de "Kryptonita" insistía. "Me decía 'dale tiempo'. Cuando terminamos de laburar la novela me dijo: 'esta novela va a ganar un concurso y se va a editar".

-Télam: ¿Cómo nació tu interés en el tema Malvinas?

-Sebastián Ávila: Un poco cuando era chico, mi viejo siguió muy de cerca la guerra, trabajaba en Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba) y tenía muchos compañeros de trabajo que eran veteranos de Malvinas. A muchos les habían dado trabajo ahí, en Entel, en Cotel. Empezó a tener una cercanía mucho mayor, iba a los actos para reclamar atención del Estado. Era muy chico pero era un tema. Cuando llegué a la carrera de historia era solo una clase de Argentina 3 y ni siquiera era una clase sobre Malvinas, era sobre dictadura. Le comenté a algún profesor mi interés por el tema y quedó ahí. Por esos años militaba por el barrio y un 2 de abril me dicen que un grupo de veteranos se juntaba a cenar en el Club Paternal, los fuimos a ver para hacerles un homenaje y a partir de ese encuentro empezaron a surgir un montón de cosas, empecé a escribir artículos, me acerqué más al tema. Después lo conocí a Leo Oyola que tenía una clínica de novela y me anoté. Lo primero que me pidió fueron 5 cuentos y apenas nos reunimos me dijo que había uno en el que había que trabajar porque podía ser una novela sobre Malvinas, me convenció y esa fue la génesis de "Ovejas".

-T: ¿Qué repercusiones tuviste de la novela?

-S.A.: Los veteranos en general no son grandes lectores de literatura, son más lectores de historia y además la mayoría sabe lo que fue Pichiciegos y los dejó outsiders. Dijeron estos tipos escriben lo que se les ocurre. Sé de varios que la están leyendo pero fueron más preguntas que comentarios. ¿Esto quién te lo dijo? ¿Tal cosa se te ocurrió a vos?

-T: ¿Fuiste a Malvinas?

-S.A.: Sí, después de escribir la novela. Cuando la escribía Leo (Oyola) me preguntaba si había ido, hasta que un día me dijo "estaría bueno que vayas pero cuando la termines". Fue un gran consejo porque cuando fui me encontré con algo completamente distinto: hasta en los colores, por ejemplo, me lo imaginaba todo en blanco y negro, imaginaba algo mustio y cuando llegué el cielo era super celeste, tuve días de 25 grados de calor. El invierno del 82 fue el más frío de toda la historia de Malvinas. Fogwill tampoco había ido y los veteranos reconocen que creó una atmósfera. Él decía que no había ido pero sabía de la historia militar, sabía mucho de literatura bélica, manejaba ciertas variables que son comunes a todo conflicto moderno.

-T: ¿Con la creación del Museo Malvinas o de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur crees que se produjo cambios en la conversación pública sobre el tema?

-S.A.: Se fue expandiendo la capacidad de significar Malvinas. Hay una novela del 2016 que es sobre un soldado trans. Se están abriendo capítulos de los cuales no se hablaba y permiten que otra gente se acerque. Hay estudios de género, de masculinidad sobre Malvinas. Eso permite que más gente se vaya acercando al tema, que se corran los polos clásicos de los héroes o las víctimas. Las mismas fuerzas armadas en la Universidad de la Defensa tienen veteranos que estudian Malvinas. Pasaron 40 años, tenían 20 años, ahora tienen 60 y ellos mismos van dando un giro interesante. Hay prejuicios y pruritos como no hay en otros temas. Donde hoy más se investiga Malvinas es en las universidades del conurbano, más en las nuevas.

-T: Justamente, ¿vos trabajas en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), no?

-S.A.: Sí y para mí hay un gesto que replica lo que pasó cuando volvieron los veteranos, que cuentan que cuando volvieron a la Ciudad hubo un maltrato constante. Tipos que llegaban a un edificio y el portero que los conocía de chiquitos no los saludaba, otros que iban a comprar un alfajor y les decían "milicos de mierda, ustedes perdieron la guerra". No se vivió lo mismo en otros lugares del país. En Puerto Madryn directamente pasó otra cosa. Hay un registro fotográfico del día que se acabó el pan porque toda la gente fue a comprar el pan para llevarle a los que bajaban de los barcos, los iban a buscar, los recibían las familias. La Ciudad de Buenos Aires es la única jurisdicción que no tiene monumento a los veteranos, el único que tiene es el cenotafio que es nacional. No tiene que ver con la pertenencia territorial de los veteranos porque según datos de Anses, en la Ciudad hay 6000 que cobran la pensión, de un total de 15.000.

-T: ¿Cómo es tu trabajo hoy con Malvinas?

-S.A.: En la UNAJ formo parte de dos proyectos: uno de extensión, otro de investigación y trabajamos más Malvinas desde lo local, con las memorias locales. Varela tiene una gran historia: centro de veteranos, monumentos. La universidad también tiene publicaciones. Se publicó un libro sobre Malvinas y está por salir otro sobre la historia de Varela pero tiene varios capítulos sobre Malvinas. También trabajo con arqueólogos y estamos más enfocados en la materialidad: guerra y posguerra. Trabajamos todas las semanas con veteranos, los entrevistamos en base a sus objetos referidos a Malvinas. Y hablamos de sus historias a partir de esos objetos. Juegan un rol crucial porque sacan a las personas de los testimonios aislados. Los objetos siempre contienen algún recuerdo que en el relato casete no aparece. Es lo que nos pasa con cualquier experiencia traumática, tuviste un accidente y ya lo tenés recontra armado pero con un objeto quizás aparece otra parte de la película.

Nuestra idea es hacer arqueología propiamente dicha en las islas y poder recuperar muchas de las cosas que han quedado ahí. Eso es lo que más me impactó del viaje. Edgardo Esteban fue el primer veterano que volvió en el 99 y escribió en sus memorias que se encontró con un lugar que es un museo al aire libre, fui en el 2020 y era igual. Hay toda una discusión ahí porque hay un millón de cosas para discutir con el gobierno inglés: la pesca, la cooperación científica, el petróleo. Pero nunca se discutió el patrimonio. Argentina le devolvió cosas a Paraguay que eran de la guerra, por ejemplo. En este caso, además, estamos hablando de gente que está viva. En las entrevistas preguntamos qué objeto te gustaría recuperar y todos quieren recuperar alguno. Hubo alguien que encontró su radio Spica y escuchó un partido de River estando en Malvinas con esa radio. Nos decía que al encontrarla se dio cuenta que lo que se acordaba era verdad. Hay un momento en el que dudás de lo que viviste y el objeto es una reafirmación de la memoria, permite anclar el recuerdo.

Con información de Télam