"Irse yendo", una ficción rancia sobre la gentrificación y el progreso en Latinoamérica

11 de abril, 2022 | 08.54

"Irse yendo", la primera novela de Leonor Courtoisie (Montevideo, 1990), repasa a través de una prosa potente fenómenos urbanos como los de la gentrificación, "un nombre gringo para algo que ha sucedido siempre cuando aparece el progreso en las ciudades y se vuelve preocupante cuando no tiene que ver con las voluntades de las personas que la habitan sino con grandes empresas y un Estado que habilita inversiones que no son para el bien común", dice su autora.

La protagonista de la flamante publicación de Criatura vive con su madre y su hermano en la casa de su abuela, una casa que venderán para que sea demolida y puedan reutilizar el terreno en una nueva construcción. "En los últimos años Montevideo cambió considerablemente y las topadoras se parte del paisaje, un símbolo muy literal de cómo se arrasa con cierto patrimonio -señala Courtoisie-. Su valor simbólico dentro de la novela es intentar romperlo todo: lo familiar, lo que una cree y los espacios que habita para entender de nuevo en donde estamos".

Antes de que la casa se venda, la protagonista intentará cortar el árbol que por varias generaciones contempló a su familia, "un gomero ficus elástica de raíces aéreas casi imposible de arrancar de raíz -explica la autora-, como ocurre con ciertos lazos, con el lugar de dónde venimos".

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Courtoisie es creadora escénica, actriz y escritora. Coordina el sello de dramaturgia Salvadora, es miembro del Directors LAB del Lincoln Center Theater de Nueva York, su obra "Duermen a la hora de la siesta" ganó el Premio Molière a la creación teatral y el Nacional de Literatura en Dramaturgia Inédita. Publicó la obra dramática "Corte de obsidiana" y el poemario "Todas esas cosas siguen vivas". Por estos días trabaja con la Comedia Nacional de Montevideo, dirigiendo y escribiendo una reversión de "La mujer desnuda", de Armonía Somers.

-Télam: Sos actriz, creadora escénica y escritora, ¿cómo juegan esto a la hora de armar un texto?

-Leonor Courtoisie: No diferencio: cuando estoy actuando me siento muy escritora, cuando estoy escribiendo me puedo llegar a sentir muy actriz y en la creación escénica encuentro el vínculo de todas las partes. Estoy siempre en lo bordes.

-T: ¿Cuánto de lo real se cuela en el texto?

-L.C: Me interesa el hiperrealismo de la pintura y eso se cuela en el texto, pero también hay algo de crónica actual, de trillar mucho la calle, casi como un flaneur, observando cómo las modificaciones urbanísticas condicionan la vida de las personas pero también cómo cada entorno puede determinar la escritura. Siempre sentí que la escritura es un ejercicio corporal, es una conexión que parte del cuerpo, una pulsión, y mi escritura está relacionada con los trazos que dejan los cuerpos cuando se trasladan, con ver cómo la ciudad afecta a esos cuerpos.

-T: El texto ensaya sobre lo que la experiencia deja y lo que implica despojarse.

-L.C: Anhelo que el libro no sea una reflexión moralizante sobre el pasado y la emoción de una persona o varias, me gustaría que el libro fuera una experiencia en tiempo real. Me interesa, más allá del libro como objeto tangible, pensar en lo que no se puede asir de la experiencia de la lectura.

-T: ¿Hay en esta novela la intención de evidenciar lo transparente por habitual, de desregular desde la ficción convenciones sociales caducas que empobrecen vida y lenguaje?

-L.C: La ficción es la oportunidad de ocuparme de algo que me tiene obsesionada, la idea de lo imposible, un poco nostálgica y sesentosa, pero que permite proponer ciertas rupturas en algunos comportamientos generales. Eso me hace pensar en el carácter político de la escritura. En un momento en que las derechas fascistas están en auge en el mundo, se hace necesario estar en constante estado de reflexión y duda ante lo literal que se nos presenta, más que nunca encuentro interesante cuestionar el modo en que vivimos y el modo en que escribimos, como una forma de invitar a compartir la reflexión.

-T: "Dejarse estar también es un deporte (...). Es un entrenamiento forzado despertar un día y darse cuenta de que una es todo lo que nunca quiso", dice la narradora. Un texto rancio que puede ser leído como crítica a una cultura hiperproductiva que niega el derecho al descanso.

-L.C: Este "Irse yendo" de la novela puede ser también un dejarse estar para empezar a contemplar qué sucede alrededor y en algún momento accionar. Uruguay es uno de los países con mayor índice de suicidios de Latinoamérica, ese dejarse puede ser un estado de depresión, pero también el momento en que te das cuenta de la calesita en la que vivís. Es interesante pensar ese dejarse estar como una posición ante la hiperproductividad a favor del descanso, el disfrute y el deseo, a pesar de la tensión generalizada en un país con costo de vida que crece exponencialmente a diario.

Con información de Télam