Era primo hermano de mi abuelo. Nunca terminaba de entender bien el parentesco pero me quedó claro en el último mail que me envío, que por su prosa única, propia de un escritor, antes de la de cualquiera de nosotros al redactar un simple correo, fue tal vez de lo último que escribió.
Era el orgullo de una familia de trabajadores, afincados y luego emigrados de la colonia judía de Rivera, La Pampa, espacio y personas a las que le dedicó uno de sus libros “Amaneceres”, y que como se puede leer en el mail, nunca dejó de añorar.
En muchos el orgullo reverdeció cuando a principios de año fue nominado al Premio Nobel de Literatura, aunque calculo que todos estaremos en deuda por desconocer las verdaderas razones, es decir el contenido de su monumental obra, que incluye decenas de cuentos, novelas, y ensayos.
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Por eso, en mi caso, el orgullo lo fue por lo que sí supe de él: que defendió su amor, Tununa Mercado, incluso frente a las reservas de su tradicional familia judía, que defendió la historia, la literatura, y el presente de la Argentina, lo que lo llevó al exilio y, en los últimos años, a resistir con su pluma la hegemonía cultural de la derecha y la ultraderecha.
Pero también, por haberlo encontrado aquella noche de agosto, en un día de semana y bien tarde en una pizzería de Chacarita, en la que, con 94 años, junto a Tununa y un grupo de jóvenes, sonreía y planeaba su próximo viaje a Colombia, saliendo de allí incluso más en la madrugada de lo que lo hice yo.
No tuvo ningún tipo de ínfulas de artista para mantener, en el fragor de la casualidad, una charla conmigo y quienes me acompañaban, entre ellos mi hermana Jordana, que había leído profusamente los tomo de su Historia Crítica de la Literatura Argentina en su carrera de Letras. Eso también era Noé, no solo el famoso escritor.
A su regreso, quería incluso reunirse para hablar de su, nuestra, familia. Lo haremos más adelante, donde todos nos terminaremos de encontrar.
Estimado Julián, cruzarme contigo, aunque no es la primera vez, me desencadenó muchas imágenes de un pasado muy remoto, todas vinculadas con tu abuelo, primo hermano mío. No te las voy a contar ahora pero espero tener la ocasión de hacerlo porque eso me despierta tantas cosas de mi infancia, que es cuando tuve algunas relación con él. En fin, te agradezco tus líneas y el libro que me mandaste. Tal vez hayas tenido alguna relación con la hija del hermano de tu abuelo, Simón: la perdí de vista después de la muerte de mi madre, en el remoto 1973. El tiempo devora todo y va borrando las personas y lo que significan para cada cual. Yo salgo del país dentro de dos semanas, a fin de septiembre estaré de regreso, podríamos vernos para charlar un poco de todo eso y saber un poco más. Es increíble, y penoso , como desaparece de nuestro horizonte gente con quien uno tenía vínculos heredados, tan peculiar en ese grupo familiar. Te mando un abrazo y te ruego que a fin de septiembre me escribas para vernos. Tuyo, Noé