La música es política: qué pasa en Glastonbury, el festival de los festivales

La política es el eje sobre el que se estructura el festival, con espacios específicamente dedicados al debate y la elección de un tema principal que varía todos los años. Este año el protagonista fue el Sistema Nacional de Salud.

29 de junio, 2023 | 19.43

El binomio rock y política siempre es materia de debate y se pone en discusión. Sucede en Glastonbury y en el Cosquín Rock, ¿se puede esperar que un festival masivo que reivindica el género musical que cantó contra la guerra en Vietnam y resistió a la dictadura cívico-militar sea un espacio aséptico? ¿Es deseable, en tiempos de expansión global de las expresiones de ultraderecha, que sean lugares que reúnan a las “más distantes ideologías”, como plantea la web del festival cordobés?

Este fin de semana se llevó adelante el festival de Glastonbury en Inglaterra, un evento nacido en 1970 y que tuvo su primera edición al día siguiente de la muerte de Jimi Hendrix. Michael Eavis, un granjero que se dedicaba a producir lácteos en los terrenos que había heredado de su padre también granjero, creó el festival con la intención de tener una versión menos comercial de los eventos al aire libre que proliferaban en todo el mundo. Para esa primera edición, cobró una entrada de 1 libra y la producción de leche de sus vacas se podía consumir de manera gratuita. Fueron 1500 personas y el plato fuerte musical fue T-Rex. En sus 53 años de existencia, el festival de Glastonbury se paró lejos de la amplitud que puede garantizar la falta de definiciones y apostó por ser un espacio que convoque a personas que compartan ciertas visiones del mundo. Hoy Glastonbury congrega a 200 mil personas cada año y las entradas se agotan en minutos.

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Durante mucho tiempo fue conocido como el festival de la Campaña por el Desarme Nuclear (CND por sus siglas en inglés), una organización que nació en 1957 en los albores de la lucha anti-bélica de la posguerra. Todas las ganancias eran donadas a la CND y tanto lxs artistas como quienes asistían tenían muy claro cuál era el perfil del evento y el destino de los fondos. Terminada la Guerra Fría, si bien el perfil pacifista se mantuvo, se comenzaron a incorporar las reivindicaciones del ambientalismo. Hoy en día, Glastonbury tiene como sus principales beneficiarias a las ONGs Greenpeace, Oxfam y WaterAid, quienes reciben alrededor de 2 millones de libras de las ganancias del festival, además de tener sus propios espacios de concientización y divulgación a lo largo y a lo ancho de los tres millones de metros cuadrados que ocupa el evento. Otra parte de las ganancias netas de cada edición del festival se destina a organizaciones  y proyectos locales, como la reciente construcción de viviendas sociales en la zona que fueron inauguradas por Eavis y el exfutbolista Gary Lineker (el inglés más fan de Diego Armando Maradona). Según información oficial, la edición 2022 de Glastonbury recaudó unas 32 millones de libras netas. Emily Eavis, hija del granjero y actual organizadora del festival, aseguró que en la cuenta bancaria quedan 10 millones para cualquier eventualidad que surja y que el resto se dona.

Que el destino de los fondos sean ONGs globales suena distante de ser revolucionario, es cierto, pero lejos de haber stands de grandes marcas que venden sus productos, en Glastonbury hay puestos en los que se informa sobre el impacto del extractivismo sin control o sobre las ganancias exorbitantes de las grandes corporaciones de energía en desmedro de las comunidades locales. Pero no solo de ONGs se trata, la política es el eje sobre el que se estructura el festival, con espacios específicamente dedicados al debate y la elección de un tema principal que varía todos los años. En la edición del 2022, que fue el regreso post pandémico del festival, el eje elegido fue el medioambiente y la invitada para abordarlo fue la activista Greta Thunberg, que ante una audiencia de casi 100 mil personas dijo que el objetivo no es “arreglar” el sistema para que no dañe el ambiente, sino que el problema es el sistema y por lo tanto debe ser cambiado.

Este año el protagonista fue el Sistema Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés), que en julio cumple 75 años y que actualmente se encuentra en el ojo de la tormenta por las denuncias de privatización encubierta impulsadas por sindicatos, profesionales de la salud y partidos opositores. El sábado 24 de junio, ante miles de personas que esperaban la llegada del cantautor británico Lewis Capaldi, tres trabajadorxs locales de la salud se subieron el escenario más grande del festival, el Pyramid Stage, para ser homenajeadxs. Rebecca, médica generalista, Ben, fisioterapeuta, y Angela, enfermera, recibieron el aplauso del público luego de decir algunas palabras y halagar la labor de un grupo de colegas que había asistido al festival a atender una emergencia. Días antes de que se abrieran las puertas de la granja para esta edición de Glastonbury, en el pasto del inmenso terreno sobre el que se erige el Pyramid se había hecho un mural que rezaba “Acá apoyamos al NHS (We stand with te NHS)”.

La madre patria del cooperativismo

En 1884, en Lancashire, se creó el movimiento cooperativo tal como se lo conoce hoy en día. Los Pioneros de Rochdale fundaron la primera cooperativa de consumo de la historia, creada por un grupo de 28 hombres que decidieron buscar un modelo alternativo ante las extremas condiciones de pobreza y la explotación de lo que se conoció como “La década del hambre”, y de esa manera garantizar alimentos de calidad a un costo accesible y dando trabajo a miembros y personas desempleadas. Los Pioneros fueron los responsables de crear los valores que actualmente rigen al cooperativismo en todo el mundo: ayuda mutua, responsabilidad propia, democracia, igualdad de derechos y beneficios, equidad, solidaridad y valores éticos como la honestidad o la responsabilidad social. En el marco de esos valores idearon una lista de principios básicos como la entrada y salida voluntaria de sus miembros, el control democrático de la empresa, la participación económica y compensación limitada de los beneficios, la autonomía e independencia de los miembros respecto de personas o instituciones que estén fuera de la empresa, la cooperación con otras cooperativas y la preocupación por la comunidad donde están insertas.

Si bien en Glastonbury está abierta la posibilidad de ingresar al predio con todos los alimentos y bebidas que se quiera, dentro del predio hay un mercado de la empresa cooperativa Co-op, que también es el gran sponsor oficial del festival, en el que se puede comprar comida, elementos de higiene personal y bebidas de producción nacional a precios accesibles. En el frente del galpón gigante rodeado de carpas que alberga este mercado se puede leer una dirección: 31 Toad Lane. Pero no, no hay calles en Glastonbury, esas son las coordenadas de la casa en la que los Pioneros de Rochdale fundaron esa primera experiencia cooperativa colectiva. Al lado de la dirección hay dos textos: “Lugar de nacimiento de la cooperación desde 1884” y “Nos importa el mundo que compartimos”.

El terreno de la Izquierda

Sobre el NHS también se habló en uno de los espacios específicamente dedicados al debate político, el Left Field. Los banners que identifican a la enorme carpa de circo donde funciona este escenario tienen dos slogans “mezclando pop y política (mixing pop and politics)” y “recarga tu activismo (recharge your activism). Sobre la situación del NHS, se organizó un panel llamado “¿Se puede salvar al NHS?”, del cual participaron organizaciones de inmigrantes que abordan específicamente las vulneraciones al derecho a la salud de esa población y una médica representante del Partido Laborista. Entre lxs panelistas hubo acuerdo en que durante los 13 años ininterrumpidos del Partido Conservador en el gobierno, se registraron avances de una privatización encubierta del sistema público de salud que profundiza la desigualdad.

Las problemáticas actuales del NHS también estuvieron presentes en una charla sobre las huelgas del último año en Reino Unido, en la cual fueron protagonistas delegadas y dirigentes mujeres de sindicatos de enfermerxs y docentes, dos de los gremios que actualmente se encuentran en conflicto. Según la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido, 2022 fue el año con más paros desde 1989, penúltimo año de gobierno de la líder conservadora Margaret Thatcher, y este año parece ir en el mismo camino. De acuerdo a las expositoras, parte de esta conflictividad se explica por el sostenido aumento del costo de vida vía inflación, pero también por un hartazgo generalizado con la clase política tradicional.

Además de estos paneles, en el Left Field también se abordaron temas como el rol de la política ante el cambio climático, la pelea por el derecho a la naturaleza y la lucha de las mujeres en Irán. Todo esto intercalado con presentaciones de artistas con conocido compromiso político, organizadas por el cantautor y activista Billy Bragg.

Este año, Glastonbury sumó otro escenario en el que se realizaron charlas sobre política y cultura llamado The Information, en donde se conversó sobre el poder de la música para impulsar la acción por el clima, arte y activismo, fútbol femenino, inclusión, derecho a la alimentación. En este nuevo espacio se llevó adelante un panel que hacía una pregunta fundamental: ¿Pueden ser los festivales una fuerza de cambio? En una entrevista de 2019 en el medio Tought Economics, Emily Eavis dijo: “Glastonbury significa cosas distintas para cada persona, pero para mí hay algo realmente vital en reunir a gente que puede vivir pacíficamente, sin conflictos, durante 5 días en medio del campo con unas instalaciones bastante básicas, y salir de allí con la sensación de que pueden cambiar el mundo. Me cuentan continuamente historias de experiencias que cambiaron vidas en el festival, de personas que han cambiado sus hábitos, su estilo de vida, su forma de hacer activismo”.

Entonces, ¿los festivales masivos tienen que ser espacios de pretendida neutralidad ante el mundo en un momento en el que la institucionalización de la desigualdad, el racismo, la xenofofia, la homofobia y la transfobia gana terreno en todo el planeta? En esa misma conversación, Emily Eavis concluyó: “La gente que viene a Glastonbury es increíble y generosa. Son positivxs, y el cambio social es un esfuerzo conjunto entre ellxs y nosotrxs. Si podemos cambiar las cosas en el festival, ¿por qué no en toda una ciudad como Oxford, que tiene el mismo tamaño?”.