La feroz polémica que involucra a Carlos Gardel y el uso político de su muerte

Desde que Carlos Gardel pasó a la inmortalidad por un trágico accidente aéreo en Colombia, el destino de sus restos fue una incertidumbre que incluyó casi 50 días y un viaje por 5 países, en los cuales el cantor fue recibido con honores.

13 de diciembre, 2024 | 18.20

En el marco de la semana Día Nacional del Tango, que conmemora el nacimiento del popular cantor Carlos Gardel, vamos a repasar toda la polémica que generó el destino final de sus restos. El máximo exponente del 2x4 en el mundo falleció el 24 de junio de 1935 en Colombia y sería sepultado mucho tiempo después en el cementerio del barrio porteño de la Chacarita. 

La vida entera de Carlos Gardel estuvo plagada de episodios que parecían sacados de una serie de ciencia ficción. El traslado de su cuerpo desde Medellín a Buenos Aires fue el último y el más polémico. Tras el fatídico choque de aviones en el aeropuerto colombiano, el Zorzal Criollo fue enterrado en el cementerio de San Pedro, en esa misma ciudad donde falleció. Y desde ese momento, sus restos no descansarían en paz durante casi dos meses y con viajes interminables por 5 países.

Tras el fallecimiento de Carlos Gardel, Estados Unidos, Uruguay y Argentina se disputaban cuál iba a ser el lugar donde iba a ser sepultado. Sin embargo, Armando Defino, el amigo y apoderado del cantor, resolvió todo con un llamado a la madre del músico, doña Berta, quien respondió de manera contundente: “Mi hijo debe ser enterrado en Buenos Aires, él hubiera querido descansar allí”.

Allí se puso en marcha toda la logística para traer el ataúd desde Colombia a la Argentina. Y como su muerte había ocurrido en ese medio de transporte, dejaba de ser una alternativa. Por esto se vivió una travesía de 48 días y 18.000 kilómetros se completó en tren, camión, lomo de mula y barco. Los lugares por los que pasó el féretro de Carlos Gardel fueron Panamá, Nueva York, Río de Janeiro y Brasil.

El recorrido de los restos de Carlos Gardel

Puntualmente, el cadáver del Morocho del Abasto fue exhumado el miércoles 18 de diciembre de 1935. Tras cavar el pozo, sacaron el féretro de metal y, con el fin de evitar los posibles daños durante el periplo, lo colocaron en una caja de zinc y en otra de madera. Al día siguiente lo llevaron hasta la estación de tren desde donde partió en el Ferrocarril del Cauca rumbo a la Pintada, a unos 80 kilómetros.

Llegada de los restos de Carlos Gardel a Buenos Aires, febrero de 1936 (Gentileza: Fundación Internacional Carlos Gardel)..

Una vez en el primer destino, el tren fue reemplazado por una buseta para viajar otros 30 kilómetros rumbo a Valparaiso. En ese sitio comenzaron los problemas porque la ruta que llevaba a Ríosucio estaba bloqueada por rocas y se utilizaron varias mulas para que transportaran en sus lomos el ataúd y los baúles de Gardel. Como consecuencia, tardaron un día completo para ascender un cerro de 4.000 metros. Según las crónicas de la época, algunas mulas cayeron por el precipicio y se perdieron varios de los baúles.

Luego, en Caramanta, el cajón se subió nuevamente a bordo de una buseta y realizó 150 kilómetros hasta Pereira, con paradas en las localidades de Marmato, Ríosucio y Supía. En el último lugar, el Ferrocarril Antioquía viajó 200 kilómetros hasta el puerto Buenaventura. El 29 de diciembre el cajón fue embarcado en el vapor San Mónica y atravesó 700 kilómetros hasta llegar a la ciudad de Colón, en Panamá. 

Más tarde, Gardel pasó a otra embarcación, denominada Santa Rita, que lo traslado a lo largo de 80 kilómetros del canal y otros 3.700 kilómetros, para finalmente llegar el 7 de enero de 1936 a Estados Unidos. Desembarcó en Nueva York, la ciudad donde el cantor había estado tres años antes grabando varios de sus éxitos musicales, tales como “Mi Buenos Aires querido” y “Por una Cabeza”, así como sus películas.

Tras ser velado varios en una funeraria de la Gran Manzana, el cuerpo de Gardel fue embarcado el 17 de enero en el vapor Pan American, que protagonizó la última etapa del viaje. Recorrió 11.000 kilómetros hasta la Argentina, con escalas en Río de Janeiro, Brasil, y en Montevideo, Uruguay. Y llegó el 5 de febrero al puerto de Buenos Aires, donde lo recibieron 40.000 personas.

Una carroza fúnebre lo llevó hacia el Luna Park, que albergó la capilla ardiente y, tras una noche completa de ceremonia, el cortejo partió en la mañana hacia el cementerio de la Chacarita, donde terminó sepultado en el Panteón de los Artistas. Pero en 1937, el cuerpo fue exhumado nuevamente para ser trasladado unos metros hacia otro mausoleo que tiene en su entrada una estatua del Zorzal. 

El escándalo político que intentó ser tapado por la muerte de Carlos Gardel

Sin embargo, una versión muy polémica sobre el viaje eterno de los restos de Gardel, porque en el libro “Tras los Dientes del Perro”, Helvio Botana afirma que el entierro del cantante y su organización fue una maniobra entre el presidente Agustín P. Justo y su padre, Natalio Botana, dueño y director del diario Crítica.

El objetivo habría sido tapar el escándalo con los frigoríficos ingleses, la investigación de Lisandro de La Torre y el asesinato del senador Bordabehere en pleno recinto. 

“Fue así que a ocultas, sabia y tenazmente, aceleraron el culto a Gardel y desviaron la mirada de la opinión pública. El Estado puso su parte, Crítica lo suyo. Se demoró exprofeso la vuelta de sus restos durante seis meses, buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de estado se debía olvidar”, señalaba Helvio en su libro.