Emoción en el folklore por lo que se supo de Atahualpa Yupanqui: “Fue”

Nenette musicalizó muchas de las grandes canciones de Atahualpa Yupanqui, como “Luna tucumana”, “Agua escondida”, “El alazán y decenas de otras”. Protagonizaron una de las historias de amor más lindas del folklore argentino.

20 de noviembre, 2024 | 17.14

Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick, más conocida como Nenette, fue una gran pianista que tuvo que adoptar un nombre masculino para registrar sus creaciones, donde se hacía llamar como Pablo del Cerro. Durante una noche en Tucumán cambió la vida de Atahualpa Yupanqui para siempre. Se enamoraron, convivieron desde 1946, pero se casaron cuando llevaban treinta y tres años de vida en común. Estuvieron juntos hasta que la muerte los separó y se transformaron en la pareja más querida del folklore.

Nenette nació en la isla Saint Pierre-et-Miquelon, frente a Canadá, en 1908, pero fue educada en Francia y quedó huérfana de su madre desde chica. Luego llegó a Buenos Aires invitada por su hermana mayor, que había viajado con una compañía de danzas, y aquí encontró el amor. Musicalizó muchas de las grandes canciones de Atahualpa Yupanqui, como Luna tucumana”, “Agua escondida”, “El alazán y decenas de otras”.

"Fue después de una presentación en Tucumán donde un encuentro cambiaría su vida: fue a escuchar folklore y así conoció a Atahualpa Yupanqui", así describió el momento la periodista Silvia Fesquet en una nota para Clarín. Además, detalló que ella estaba soltera; él, separado y con tres hijos."En una primavera del norte, con nubes grandes y noche de grillos", describió Yupanqui sobre la primera vez que se vieron.

Tras varias décadas juntos, se casaron en 1979, cuando él enviudó de su primera mujer, porque no había divorcio en esa época. De esa unión nacería un único hijo, Roberto “Kolla” Chavero y una colaboración artística que, para algunos, revolucionó el folklore tradicional. Según contó su hijo, un día le dijo: “Kollita, yo dejé mi carrera de pianista porque me di cuenta de que tu padre era un artista único en el mundo y pianistas como yo, si bien era buena, había muchas”.

Por su parte, el pianista Horacio Lavandera dio a conocer varias obras inéditas de Nenette, pero primero tuvo que averiguar quién era Pablo del Cerro, el que firmaba las partituras. Cuando Francesa se estaba animando al folklore, en una época distinta a la actual, debió adoptar un nombre masculino para registrar sus creaciones. Alguna vez deslizó Yupanqui: "Yo no tocaba música clásica como ella, pero la enamoré con una vidalita...".

Las cartas de Yupanqui a Nenette

En los primeros años de amor entre Yupanqui y Nenett, la relación se limitaba a cartas que iban y venían. Por lo general, Atahualpa prefirió un "querida Nenette" como encabezado, y al pie, una firma “Ata”, que luego se convirtió en un paternal “Tata”, muy criollo. Esas cartas, que se mandaron durante casi 50 años, fueron compiladas por el periodista Víctor Pintos y editadas por Sudamericana en el libro titulado “Cartas a Nenette”.

Por ejemplo, en 1945, desde Tucumán, un joven Atahualpa le escribió a Nenette: "(...) Mi viaje, precipitado, y luego la paz de los cerros me llenan de fuerzas nuevas y me voy a vagar libremente por esas sendas que tienen para mi espíritu un lenguaje claro y hondo. En estos días estoy en la ciudad, con un pie enfermo a causa de una espina maligna. No puedo salir ni calzarme. Me lo paso leyendo y pensando".

"Leo tu carta y quiero decirte que no pienso tristemente en el porvenir. Ya volveré pronto para grabar mis músicas. Y te veré, levantada y amorosa, trabajadora y buena, como sé que eres. Y besaré tus ojos, compañera de tantas horas lindas y tristes. Mi cariño, Ata", completó el guitarrista en una de sus misivas. La pianista murió en Buenos Aires, el 14 de noviembre de 1990, un año y medio antes que el amor de su vida, quien abatido por la pena pasó a la inmortalidad el 23 de mayo de 1992.