(Por Claudia Lorenzón) Con una instalación ambiental que configura un mensaje posapocalíptico, la reconocida artista italiana Giulia Cenci, revelación de la última edición de la Bienal de Venecia, exhibe en el porteño Centro Cultural Recoleta (CCR) la muestra "backland#2", integrada por siete figuras en las que combina fragmentos anatómicos de animales y personas que reposan en injertos metálicos, desde una estética de lo híbrido que entrecruza lo natural con lo artificial.
La instalación de sitio específico, realizada especialmente para el Recoleta, se exhibe en la sala 7, donde las paredes blancas dan el marco para las obras que impactan ante la presencia de figuras integradas por recortes humanos y animales que, unidos a elementos metálicos, evocan la condición maquínica del ser humano.
Con curaduría del italiano Eugenio Viola, jefe del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo), la obra es un dispositivo inmersivo, poblado por siete figuras quiméricas, combinaciones de fragmentos anatómicos que se ubican entre injertos metálicos, articulaciones y extremidades que redefinen el ambiente e impone al espectador una interacción espacial obligatoria.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Cenci (1988, Cortona) "es una de las artistas italianas más reconocidas internacionalmente de su generación y en los últimos 15 años ha desarrollado una estrategia estética de trabajo única creando instalaciones inmersivas que reaccionan directamente a los lugares donde van a interactuar", sostuvo el curador.
La "backland#1" fue presentada en una galería de Países Bajos, porque Giulia vive y trabaja entre Ámsterdam y la campiña Toscana, y como en aquella oportunidad, la instalación fue radicalmente reconfigurada para los espacios del CCR.
"Lo particular de su trabajo es el cruce de escultura, pintura e instalación, siempre con una división de los espacios, donde el ritmo y la clasicidad de sus composiciones hacen cortocircuito con las figuras que no pertenecen a ninguna taxonomía que conocemos: son híbridos de lo orgánico e inorgánico, de lo natural y lo artificial", dijo el curador a Télam en una recorrida por la muestra.
Figuras cuasi humanas como una máscara femenina pintada de color metálico adherida a un asiento de hierro de un automóvil y una serie de esculturas en forma de cráneo animal incrustados en una estructura metálica, forman parte de le exhibición de la artista, fuertemente influida por la teórica y filósofa estadounidense Donna Haraway, autora del manifiesto cíborg, explicó Viola.
En ese manifiesto de 1983, Haraway concibe al ser contemporáneo como un ser fusionado-confundido entre lo human y la máquina, que no necesita de distinciones, y en ese sentido en su ensayo, el concepto de cíborg es un rechazo a los límites rígidos, especialmente aquellos que separan lo "humano" de lo "animal" y lo "humano" de la "máquina".
Como referente de esa estética a nivel cinematográfico, Viola menciona al cineasta canadiense David Cronenberg, uno de los principales exponentes de lo que se ha denominado "horror corporal" que explora los miedos humanos ante la transformación física y la infección. Inaugura y el concepto de la "nueva carne", eliminando las fronteras entre lo mecánico y lo orgánico.
Un ejemplo de esto es su película "Crash", donde se exhibe la inestabilidad y la desesperación contemporánea en una ciudad como Los Ángeles, un territorio lleno de accidentes, colisiones de vidas, miedos y prejuicios como el racial: blancos, negros, latinos, coreanos, árabes e iraníes protagonizan un film marcado por el racismo y la xenofobia del siglo XXI que tienden a alimentar la paranoia colectiva de toda comunidad multiétnica, donde los conceptos de integración y mezcla son una utopía inaccesible.
Desde esta concepción, "Giulia utiliza elementos de la sociedad industrial, como la estructura de hierro de un coche unido a la figura de un rostro y en su elaboración no usa el bronce, sino materiales reciclados como el aluminio. Así sus figuras se sitúan en una zona de ambigüedad, como las cabezas en serie de lobos, a las que llama self devoring creatures -criaturas que se comen asimismas- pero no sabemos qué parte del cuerpo se comen -una cola, un hueso- porque no pertenece a ninguna taxonomía reconocible. Cruza técnicas de fusión diferentes y eso responde a su poética", explica Viola.
La artista abreva en "la estética de la fragmentación y en eso también se conecta a la tradición de la escultura. Sus esculturas son de sabor postminimalista", dice la curadora en referencia a la tendencia artística que utiliza objetos cotidianos en serie, creando "una coreografía obligada al interior del espacio, porque el visitante tiene necesariamente que adaptarse a los límites impuestos por la obra misma".
De esta manera, dos obras están rodeadas por estructuras de metal que, en un caso, imponen un recorrido al espectador, y en otro, la mirada del espectador se corta frente a una barra de hierro y el visitante debe agacharse para visualizar correctamente la escultura solitaria de la cabeza de lobo, agregando un componente performático a la exhibición, explica Viola.
Otra característica de su trabajo "es la yuxtaposición de figuras que se configuran como grupo, como los cuatro lobos que se yuxtaponen y enfrentan a una sola figura, lo que va replicando las dinámicas de la sociedad humana, generando una contraposición entre el grupo y la unidad", dice el curador.
Muchos de los objetos que la artista utiliza "fueron encontrados, como la silla del vehículo, otros son calcos y otras, fusiones realizadas con la técnica de la cera perdida, la más antigua y artesanal para la realización de las esculturas", señala Viola. Con esta técnica -explica- se hace el molde de la figura en cera, se vuelca el metal fundido en su interior y desde un hueco hecho en la escultura la cera sale al exterior. Esto se conecta directamente a la tradición de la escultura, así como el calco de las máscaras recuerda las máscaras mortuorias que tenían como función conservar la memoria del fallecido.
La última de las esculturas de "backland#2" es la imagen de un perro con el cuerpo explotado, que solo conserva las dos patas delanteras y tiene el torso abierto. La figura pende del techo con un gancho metálico incrustado en la nuca del animal, mientras una de las patas se apoya en una barra de hierro.
En la Bienal de Venecia de 2022, la artista impactó con su obra "Dead dance", en la que combina lo natural con lo sintético para explorar temas de tecnología y naturaleza: con objetos moldeados y refundidos en un proceso alquímico, moldes de partes humanas y animales se transforman en lobos o caballos, mientras que otras piezas sugieren fragmentos de extremidades para abordar las condiciones que subyacen a la producción industrial de alimentos y a la vida misma.
Eugenio Viola fue curador del Museo d'Arte Contemporanea Donna Regina, de Perth Institute of Contemporary Arts-PICA en Australia y de los pabellones de Estonia y Australia en la Bienal de Venecia de 2015 y 2022.
Con apoyo del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires y la Embajada de Italia, la muestra de Cenci podrá visitarse hasta el 18 de junio en la sala 7 del CCR, ubicado en Junín 1.930 de la Ciudad de Buenos Aires.
Con información de Télam