El escritor checo Milan Kundera, fallecido el 11 de julio a los 94 años, fue cremado hoy en una ceremonia realizada en la más estricta intimidad y con la grabación de una sonatina de Leos Janacek, que había sido interpretada al piano por el padre del autor, Ludvik Kundera, informó la editorial francesa Gallimard.
El autor de "La insoportable levedad del ser" y "La broma" que vivió siempre en la discreción, no asistía a actos públicos y durante décadas casi no concedió entrevistas, no quiso un funeral, por eso esta ceremonia íntima, consignó la agencia de noticias AFP.
"Milan Kundera fue incinerado hoy, en un lugar no especificado, y "la ceremonia tuvo lugar en la más estricta intimidad", dijo en un comunicado el presidente de la editorial, Antoine Gallimard.
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La grabación de una sonatina de Leos Janacek, interpretada al piano por Ludvik Kundera, el padre de Milan, "lo acompañó en este último viaje", agregó Gallimard sobre la pieza del compositor checo que fue grabada por el padre del novelista, un reconocido pianista fallecido en 1971.
Milan Kundera, nacido en Brno en 1929 y exiliado en Francia desde 1975, fue uno de los grandes autores de la literatura del siglo XX.
Sus novelas cuestionan la condición humana, la evolución de la identidad, el significado de la libertad, los peligros de la existencia o la posibilidad del amor.
Novelista, poeta y dramaturgo, Kundera había nacido de una familia ilustrada y económicamente prolífica de la entonces Checoslovaquia. En su idioma natal, el checo, escribió durante fines de los 60 y los primeros 70 las primeras de las 13 novelas que publicaría a lo largo de su vida, para muchos las mejores de su producción: "El libro de los amores ridículos" (1968), un compendio de relatos que terminó por considerarse como una novela; "La vida está en otra parte" (1972), donde se reinventa a sí mismo como escritor, o "La despedida" (1973), que planteó por ese entonces como una última novela y a la que quiso titular epílogo.
Fue en 1984, cuando publicó "La insoportable levedad del ser", la novela insignia de su carrera en la que plantea un tópico afín a su generación: la tensión entre lo individual y lo colectivo, condensada en la historia de un médico que antes de la Primavera de Praga -el proceso de protesta masiva que se dio en Checoslovaquia en 1968 para morigerar los aspectos totalitarios y burocráticos que el régimen soviético tenía en este país- trata de ser feliz sin verse afectado por el entorno político e histórico, ni por el compromiso con las personas que le rodean.
Le siguieron "La lentitud" (1995), donde critica la obsesión de la civilización occidental por la velocidad; "La identidad" (1998) y "La ignorancia" (2000), en paralelo a ensayos como "Los testamentos traicionados" (1992) y "La fiesta de la insignificancia" (2014).
Con información de Télam