Una editorial con compromiso social

08 de agosto, 2022 | 14.34

Al igual que su novela anterior, “El interior afuera", María Lobo eligió editar “San Miguel” en la editorial Qeja, un proyecto que une a Leticia Martin y Nazareno Petrone y que edita tanto textos de ficción, como poesía y escritos psicoanalíticos, y cuenta en su fondo editorial con nombres como Luciano Lutereau, Gustavo Cingolani, Julia Grink. Gabriela García Rey y Macarena Trigo.

Cada volumen se inicia con una declaración en favor del proyecto de ley del libro y cierra con la promesa de que se planta un árbol por cada libro publicado. “Ese final de libro, con la invitación a mirar los árboles que crecen en San Andrés de Giles, es una metáfora perfecta de Qeja: personas que creen en la literatura como espacio de discusión, de encuentro, una forma de hacernos mejores, más allá de cualquier cosa. Que alguien te invite a leer debajo de un árbol, en estos tiempos. Cuánta sustancia hay detrás de eso. Qué especial”, reflexiona Lobo.

“Nazareno y yo somos pareja y tenemos este proyecto editorial conjunto desde poquito tiempo después de conocernos. Publicamos ebooks y libros en papel de poesía, ensayo, cuento y novela y también tenemos una variante que es ensayo psicoanalítico. Nos interesa publicar autores de todo el país para tener una mirada federal”, cuenta Leticia Martin a Télam y agrega que también armaron la antología de poesía “Tu lugar en la Argentina” , con obras de autores de todas las regiones del país.

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Luego relata que la idea de la reforestación surgió junto a un proyecto de ampliarse hacia las afueras de la ciudad de Buenos Aires que surgió después de la pandemia: “Compramos un lugar en San Andrés de Giles, pasando Luján, y nuestra idea con Nazareno es irnos a vivir allá y crear una residencia de escritores y artistas y allí convocar a salir de la ciudad para realizar eventos y talleres”.

Ese espacio a una hora y media del centro porteño es el que recibe los ejemplares que plantan: “Empezamos plantando semillas en maceta en la terraza del edificio de Almagro en el que vivimos, con el permiso de los vecinos. Por cada libro publicado plantábamos un fresno o un jacarandá. Ahora por cada libro llevamos a San Andrés de Giles esas macetas y las plantamos. Elegimos una especie distinta por cada género literario”, detalla y analiza que se trata de una forma de devolverle a la naturaleza algo de lo que ella da.

“También nos preocupamos por nuestro insumo básico: el papel, cuya producción está monopolizada. Por eso nos asociamos a la Unión de Escritores y junto a ellos estamos bregando por la Ley del Libro y también para una regulación para que las las librerías tanto como las distribuidoras liquiden a tiempo para que nosotros podamos también pagar en tiempo a los autores”, agrega.

Además, velando por la sostenibilidad económica de sus plumas, la editorial propone en su sitio web: “Queremos escritores vivos produciendo en una época en la que se compran menos libros”, e invita a donar entre 50 y 500 pesos por mes para ayudar a los autores.

Con información de Télam